El Hollywood de Corea del Norte, 70 años al servicio de la dinastía Kim
Corea del Norte tiene su propio Hollywood . En sus gigantescos estudios se han rodado en los últimos 70 años miles de películas al servicio de la dinastía Kim y en la actualidad unos 100 directores a sueldo realizan una media de 10 títulos anuales.
En la entrada de los Estudios Cinematográficos de Corea, al norte de Pyongyang, una enorme escultura de bronce representa al fundador del país, Kim Il-sung, abuelo del actual líder, con un grupo de actores alrededor de una antigua cámara de cine.
“Desde su fundación el 6 de febrero de 1947 estos estudios han contado con la atención de los líderes coreanos de quienes hemos recibido muchas indicaciones”, explica a Efe Ri Jong-uk, encargado de las relaciones internacionales del Hollywood norcoreano.
La primera película que se rodó allí fue “Mi pueblo natal”, dirigida por Kang Hong-sik y estrenada en 1949. Ese fue el inicio de un largo idilio entre la cinéfila dinastía Kim y el séptimo arte que ha dado como fruto miles de películas – no hay una cifra oficial – en honor a la revolución.
En una sala de postproducción dos técnicos trabajan mezclando el sonido de la ultima cinta producida por estos estudios de un millón de metros cuadrados.
La película, que será estrenada en breve pero que aún no tiene título, cuenta la historia actual de unos pilotos de guerra – “a los que el líder aprecia mucho”, apunta Ri – y sus esposas.
Las escenas muestran en tono muy melodramático el momento en que las mujeres se despiden de los pilotos y también de manera detallada los ataques llevados a cabo por unos modernos cazas.
Los estudios cinematográficos de Pyongyang cuentan con cuatro platós interiores, además de unos enormes y ajados decorados exteriores de 700.000 metros cuadrados, que recrean poblados antiguos, avenidas europeas o calles chinas y japonesas de época.
Durante el recorrido no se percibe mucha actividad a excepción de unos trabajadores pintando unos carteles publicitarios japoneses de los años 50.
“La producción el año pasado fue de 10 películas. En 2016 se realizarán más o menos las mismas”, explica el guía que revela que en estos momentos unos 100 directores trabajan a sueldo – como en el antiguo Hollywood – en la industria norcoreana.
Entre ellos destacan nombres como Choe Ik-kyu y Park Jong-ju, prácticamente desconocidos fuera del aislado país asiático.
El museo de la historia del cine coreano, que se encuentra dentro de los estudios, es una muestra más del alto contenido propagandístico que ha tenido el séptimo arte en Corea del Norte.
Antes de entrar a visitarlo, hay que inclinarse y hacer una reverencia ante un gigantesco mural de Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il, padre y abuelo del actual líder, ambos convencidos de que el cine era uno de los mejores vehículos para adoctrinar a las masas.
De hecho, Kim Jong-il fue desde joven un gran cinéfilo que dedicó mucho fondos del país a la producción de películas sobre todo en las décadas de los setenta y ochenta, y que en 1973 escribió “Sobre el arte del cine”, un tratado que se considera la Biblia del séptimo arte al norte del paralelo 38.
Debido a su frustración con la calidad del cine que se hacía en su país ordenó en 1978 el secuestro del director surcoreano Shin Sang-ok y de la que era entonces su esposa, la actriz Choi Eun-hee, para que ayudaran a levantar la industria cinematográfica norcoreana.
Fue el “Querido Líder” el que a finales de los 60, muchos años antes de heredar el poder, impulsó la adaptación al cine de las “obras maestras” de su padre y venerado fundador del país.
De este proyecto salieron “Mar de sangre” (1968), “El destino del miembro de la guarnición” (1970) y “La Florista” (1972), consideradas oficialmente las tres obras cumbre del cine coreano.
A lo largo de siete décadas, los líderes no solo han inspirado títulos, también se han convertido en sus protagonistas.
Un ejemplo de ello es “Sol de la nación” (1990), que relata la historia del joven revolucionario Kim Il-sung.
Se trata de una especie de versión norcoreana de la saga “Star Wars” que cuenta con 10 episodios rodados durante una década.
Sobre el que no se ha filmado de momento ninguna película de ficción ha sido el joven Kim Jong-un, que llegó al poder a finales de 2011 y que no parece haber mostrado tanto interés como su padre en cine patrio.
En Pyongyang estos días se siguen apreciando filas en algunos de sus numerosos cines, como el monumental y céntrico Taedongmun, pero el interés de los jóvenes norcoreanos parece cada vez más enfocado en títulos extranjeros.
Un ejemplo de ello fue la emisión en la pasado domingo de la cinta rusa de acción “22 minutos” (2014) que prácticamente paralizó el país ante las pantallas de televisión, como pudo comprobar Efe.
(Fuente: EFE)