La extrema derecha y el ultranacionalismo avanzan en Israel
En días pasados, grupos de manifestantes se congregaron en el centro de Jerusalén, no lejos de la frontera entre las partes oriental y occidental. Llevaban banderas israelíes y pancartas. Gritaban “mavet la’aravin” (muerte a los árabes) y detenían a taxistas para comprobar si eran judíos o palestinos. El ánimo era de linchamiento.
El detonador de la violencia fue la muerte de tres estudiantes de la religión judáica que fueron secuestrados y asesinados en Cisjordania. Sus cadáveres fueron encontrados a finales de junio, enterrados cerca de Hebrón. En Israel existe la suposición de que los autores del crimen fueron personas relacionadas con Hamás.
Durante los funerales de los jóvenes, el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó que “un abismo profundo y ancho nos separa de nuestros enemigos. Ellos santifican la muerte, nosotros, la vida. Ellos santifican el terror, y nosotros, la compasión. Tal es el secreto y al fundamento de nuestra unidad.”
Visiones racistas
Un día después, un joven palestino del este de Jerusalén llamado Muhammad Abo Khdeir fue secuestrado, torturado y horriblemente asesinado. Los atacantes fueron israelíes de extrema derecha. Sus maestros son rabinos que propagan una visión racista del mundo. Apoyan la construcción de asentamientos y reclaman para sí todo el territorio entre el Mar Mediterráneo y Jordania. En esa percepción del mundo no caben los palestinos.
Uno de esos rabinos es Dov Lior, quien ya ha tenido que comparecer ante la corte por sus expresiones racistas. Lior fue además uno de los tutores espirituales de Jigal Amir, el asesino del primer ministro Yitzak Shamir. Lior resume así su pensamiento: “Todos los que creen en la Torá saben que este territorio le fue prometido exclusivamente al pueblo judío. No hay lugar para la construcción de otra estructura nacional aquí. Jamás hubo aquí un Estado perteneciente a otro pueblo”.
Otro rabino, David Batzri, cuenta con muchos seguidores entre los judíos orientales. También ha sido juzgado por propagar el racismo. Además, se opuso a la construcción de una escuela para judíos y palestinos en Jerusalén. Los judíos son puros y los árabes no, y por ello no deben mezclarse, dijo él en aquella ocasión.
Racismo sin legitimación
Por su parte, el rabino militar Avichai Rontzki hizo durante la guerra de Gaza (entre 2008 y 2009) un llamado a que no se tuviese ninguna compasión hacia los palestinos. La muerte de civiles palestinos estaba permitida, según él, si con ella se conseguía salvar la vida de un judío. El llamado era por sí mismo una clara violación de la ley marcial.
Rachel Elior opina que todas estas son tendencias peligrosas, que deberían ser prohibidas. Ella es profesora en la Unviersidad Hebrea de Jerusalén, así como experta en la mística judía. “Entre nosotros existen grupos que quieren distorsionar los hechos, negando que los palestinos con seres humanos como nosotros, ni más ni menos”, dijo Elior a la radio israelí.
“Por desgracia, muchos piensan que somos un pueblo sagrado y que los no judíos son impuros y por ello merecen la muerte”, agregó.
Los rabinos se basan en textos judíos viejos y tradicionales, pero ello no legitima ninguna declaración racista. La memoria colectiva en Israel está marcada por textos que en parte tienen su origen en la época en la cual los judíos vivían como minoría. Muchos de esos escritos tienen 3000 años de antigüedad. “Y luego de todo ese tiempo, hay conceptos que ya no son aceptables. Así como la esclavitud fue erradicada, pese a que aún existen religiones que la admiten, del mismo modo deberían prohibirse las expresiones de racismo”, afirma Elior.
Ultras en la Knesset
El pensamiento derechista en Israel no se limita a los círculos religiosos. También en la sociedad laica brotan visiones ultranacionalistas y racistas. Un ejemplo es el club de fútbol Beitar Jerusalén, que sirve como punto de encuentro para hinchas racistas y de extrema derecha, que no hacen ningún esfuerzo por esconder su odio hacia los musulmanes. Se sospecha que los asesinos de Muhammad Abu Kheidra son fanáticos del Beitar.
En el Parlamento de Israel también se escuchan expresiones de racismo y ultraderechismo. El diputado Miri Regev, por ejemplo, admite abiertamente su simpatía con el fascismo. No está solo. El legislador Danni Danon, también del Likud, dice que los árabes son “terroristas enmascarados”. La diputada Ayelet Shaked, del partido La Casa Judía, afirma en su página de Facebook que Israel no lleva a cabo una guerra contra terroristas, sino contra el pueblo palestino.
Desde hace tiempo, tales ejemplos distan de ser aislados. La extrema derecha de Israel se ha desplazado hacia el nucleo mismo de la Knesset, y de la misma sociedad de Israel.
(Fuente: Deutsche welle )