El drama de los refugiados en el este de Ucrania
Járkov, noreste de Ucrania. Las personas que en este caluroso día están sentadas en las bancas de un parque no se alegran por el buen tiempo. Sus rostros reflejan angustia. Han huido de Ucrania, donde el ejército y los separatistas combaten desde hace semanas.
Un médico de Lugansk, que huyó a Járkov con su esposa y su hijo, dice: “De los 450.000 habitantes solo se quedaron 80.000. Esperaremos aquí hasta que nuestra ciudad sea liberada. Solo entonces regresaremos”.
La familia abandonó su hogar a fines de junio. Muchas otras personas en Ucrania han hecho lo mismo. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) estima que hay más de 117.000 desplazados. Además, calcula que, hasta el 1 de agosto, 168.000 personas habían huido a Rusia.
Muchos permanecen en la frontera
Autoridades rusas dicen que muchos desplazados han solicitado un permiso de estadía. Agregan que casi 20.000 han solicitado la nacionalidad rusa. Las autoridades de inmigración rusas han registrado a 168.000 refugiados, pero creen que 730.000 ucranianos han entrado al país desde inicios de 2014. Dan McNorton, funcionario de ACNUR, dice: “No se trata solo de refugiados, sino también de personas que abandonan su país porque creen que encontrarán seguridad en otro lugar. Es difícil verificar las cifras”.
Según ACNUR, el 80% de los ucranianos que han huido de sus hogares permanecen en la región fronteriza. Otros se hallan en casa de amigos o familiares en Rusia. Aproximadamente 42.000 personas viven en estos momentos en campos de refugiados rusos.
Temor frente a actos de represión en su propio país
Muchos ucranianos temen ser perseguidos a raíz de sus opiniones políticas o su origen étnico. “Los separatistas asesinan a gente sin razón alguna”, dice un joven de Lugansk, que busca refugio en Járkov. “A un amigo le fracturaron una rodilla con un martillo. Por eso nos fuimos de allí”, añade.
Nueve de diez refugiados provienen de Lugansk o Donetsk. El resto, de Crimea. ACNUR exige del gobierno en Kiev un registro central para refugiados. La falta de un sistema uniforme dificulta la coordinación de las medidas de asistencia. También es importante que las autoridades ucranianas empiecen a prepararse para el invierno. La mayoría de los albergues existentes no son idóneos para los meses fríos.
Los daños dificultan la vida diaria
Desde inicios de junio, aproximadamente 20.000 personas han regresado a la ciudad de Sloviansk, recuperada por el ejército ucraniano. Pero en muchas áreas la infraestructura ha sido destruida. El agua potable es cada vez más escasa y a muchas personas se les agota el dinero, pues los cajeros automáticos ya no funcionan.
ACNUR ha puesto artículos de higiene y utensilios de cocina a disposición de quienes regresan, en un intento por aliviar el retorno a la vida diaria. Pero ese solo es el inicio, afirma McNorton: “Necesitamos una solución política en Ucrania. Solo así lograremos que el número de refugiados disminuya”.
(Fuente: Deutsche Welle )