Cuba vs Estados Unidos: Las estrategias ideológicas de desestabilización
Associated Press revuelve en un reporte una de las aristas más controvertidas del conflicto entre el gobierno cubano y EEUU y la agencia USAID se defiende, acusando a AP de “hacer afirmaciones sensacionalistas”.
La postura de la agencia AP, sin embargo, insiste en la objetividad del reporte: según sus investigaciones, un programa de la Administración Obama envió secretamente jóvenes latinoamericanos a Cuba, utilizando como cobertura programas de salud y cívicos, para intentar provocar cambios políticos y además de cuestionar la efectividad de este tipo de estrategia que desde lo humanitario busca fomentar estallidos sociales contra el gobierno de La Habana, acusa a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de poner a los activistas extranjeros en peligro de ser procesados legalmente en Cuba, como sucedió con el contratista norteamericano Alan Gross, que cumple 15 años de condena en la isla por actividades de esa índole.
Aunque la contratista Creative Associates International, responsable de este proyecto ha permanecido en silencio ante la acusación de AP, la USAID, niega haber puesto en peligro a ninguno de sus colaboradores y, en su comunicado, asegura estar comprometida, conjuntamente con la administración del presidente Obama “con el apoyo al deseo del pueblo cubano de determinar libremente su futuro”, pero añade que “trabaja con grupos independientes de la juventud en Cuba en proyectos de servicio comunitario, salud pública, las artes y otras oportunidades de actuar públicamente, consistentemente con los programas de democracia a nivel mundial”.
Una vieja estrategia renovada
Analistas de la isla y el exilio ofrecen diversas miradas sobre tan polémico asunto. Desde La Habana, la información reflejada en los medios recuerda que se trata de una vieja estrategia de tiempos de la Guerra Fría, muy bien reflejada, entre otros, en libros como La CIA y la guerra fría cultural, de la periodista Frances Stonors Saunders, convertido en un clásico necesario para entender este fenómeno.
Tras la caída del muro, siguen recordando algunos analistas del periodismo oficialista cubano, esta estrategia dejó de centrarse en el medio cultural y se abrió a crear “quintas columnas de desestabilización” en otras zonas de la llamada sociedad civil en países donde, desde la perspectiva de Washington, era necesario un cambio político, cuestión esta por cierto que ha sido reconocida por el gobierno norteamericano y, especialmente en este caso, por la congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen.
“Que USAID esté usando medidas para promover la democracia en Cuba no es ningún secreto. Nosotros tenemos que mantener la presión al régimen castrista y seguir apoyando al pueblo cubano, que vive bajo la opresión cada día”, aseguró.
En el polo opuesto, el del exilio, internet muestra un amplio abanico de análisis donde prima una tesis: no sólo Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, ha utilizado estos métodos para subvertir el orden político en países dominados por sus adversarios, pues en tiempos del socialismo soviético y, más recientemente, durante la época fuerte del chavismo en Venezuela, a través de la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) el “Socialismo del Siglo XXI” utilizó esa táctica, materializada actualmente, según muchos analistas cubanos de la diáspora en el “Intercambio Cultural CUBA-USA”, que funcionan en un solo flujo: de la isla al exilio, pues mientras Washington permite la entrada a Estados Unidos de intelectuales, artistas y miembros de la sociedad civil oficialista para defender la Revolución Cubana, La Habana sigue sin permitir la entrada y actuación en la isla de aquellos actores de la cultura cubana que viven en el exilio y están dispuestos a viajar a Cuba a fomentar la democracia.
Plataforma ideológica dentro de la sociedad
Dejando a un lado las intenciones políticas secretas que subyacen bajo la estrategia abierta de desestabilización tanto de Estados Unidos como de Cuba, y apartando las razones que cada una de esas partes pueda esgrimir en su defensa, lo innegable es que el reporte de la AP saca a la luz apenas uno de los hilos que mueven esa moderna plataforma ideológica establecida desde Washington en su intento de fomentar un cambio en la isla.
Innegable también es que, pese a los errores cometidos en su implantación, a las derrotas y fracasos de muchos de estos proyectos, e incluso a lo absurdas y colonialistas que puedan resultar algunas tácticas empleadas (como esa de pagarle a un activista, poco más de 5 dólares por hora, algo similar a lo que hicieron a fines de los 90 con muchos periodistas independientes cubanos que recibían apenas 5 o 10 dólares por mes) este proceder ha arrojado resultados y cambios evidentes en la conciencia social de los cubanos y eso preocupa a Raúl Castro, cuyo gobierno considera que Internet es “la gran enfermedad del siglo XXI” desde que a inicios de los años 90, tras la caída del socialismo, Estados Unidos comenzó a financiar revistas culturales en el exilio, a enviar recursos y dinero a los opositores en la isla, a fomentar la aparición de un discurso anticastrista intelectual internacional y, más recientemente, a promover el reconocimiento mundial de figuras de la disidencia cubana como Yoani Sánchez y las Damas de Blanco, entre otros, o a implantar proyectos como el llamado “Twitter Cubano”, conocido como “ZunZuneo”, que intentó crear una red social en la Isla y que, como confirmaron los informes publicados sobre ese suceso, pretendía “a través de internet abrir los ojos a los cubanos adormilados por más de 50 años de propaganda esclavizadora”.
(Fuente: Amir Valle/Deutsche Welle )