Coronavirus: 5 claves para entender por qué el desplome de la polución no afecta al clima

Madrid, sin tráfico durante el estado de alarma por el coronavirus. (Foto: EFE/Chema Moya/ Archivo)

Por: EFE/Amaya Quincoces Riesco
Crisis climática | El desplome de la contaminación que sigue cayendo a causa del confinamiento en los hogares por el coronavirus está reduciendo la contaminación en las ciudades pero apenas influirá en el clima del planeta, que es un problema distinto vinculado al calentamiento global.

Los agentes que provocan el cambio climático son distintos a los de la contaminación atmosférica, así como sus efectos, dimensiones y alternativas para afrontarlos. Lo que sí comparten ambos es su origen en la quema de combustibles fósiles para satisfacer la demanda de una sociedad que requiere cada vez más energía para mantener su actual estilo de vida. Las claves para entender uno y otro fenómeno son las siguientes:

Los niveles de dióxido de nitrógeno NO2 en las ciudades se están reduciendo drásticamente por las restricciones a la movilidad de vehículos y con ello los niveles de contaminación. No solo en China, sino también en capitales europeas como Madrid, París y Roma, de acuerdo a las recientes observaciones de satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA). Solo en la última semana la contaminación por tráfico se ha reducido un 68 % en Madrid y un 65 % en Barcelona, según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, recién publicados. Un informe la semana pasada del Centro de Tecnologías Físicas de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) situaba en el 64 por ciento la reducción media de las concentraciones de NO2 en los cinco primeros días de confinamiento en las principales ciudades españolas.

La polución es responsable de la “boina” oscura que cubre los peores días de calidad del aire de las ciudades, con efectos nocivos sobre la salud (respiratorios, cardiovasculares,…). El CO2 no es un gas tóxico en concentraciones normales, pero sí lo es el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre (SO2) o muchas de las partículas que emiten los vehículos, especialmente los diésel, así como los sistemas de calefacción obsoletos. Según los expertos, las emisiones de los tubos de escape del transporte representan alrededor del 70 por ciento de la contaminación urbana.

El calentamiento global es generado por la concentración de gases efecto invernadero (GEI), especialmente el dióxido de carbono, aunque también otros como el metano. Los principales emisores de CO2 son las eléctricas, las plantas industriales (refinerías de petróleo, acería, cemento…) y la aviación, a causa de los altos niveles de quema de combustibles derivados del carbón, petróleo y gas natural. El cambio climático es el efecto de un proceso acumulativo durante períodos muy largos de incremento de emisiones. Actualmente es pronto para determinar si la actual ralentización de la economía mundial por Covid-19 tendrá o no impacto en el cambio climático. Dependerá del tiempo e intensidad de la recuperación. En estos momentos los niveles de CO2 en la atmósfera siguen creciendo porque el impacto de la reducción de emisiones no se refleja a tan corto plazo. Según los expertos, el uso global de combustibles fósiles tendría que disminuir un 10 % durante un año entero para impactar claramente en las concentraciones de dióxido de carbono.

Los datos confirman una mayor abundancia y frecuencia de fenómenos climáticos extremos a causa del aumento de las emisiones de dióxido de carbono, que cursan con huracanes, megaincendios, lluvias torrenciales al mismo tiempo que sequías, olas de calor, aumento del nivel del mar a causa del incremento de la temperatura que está derritiendo los Polos. Los científicos del panel de Cambio Climático de la ONU advierten del grave peligro de un aumento de la temperatura del planeta por encima de los 1,5 grados. Según sus datos, los niveles de dióxido de carbono están en su punto más alto en al menos 800.000 años. Una disminución de esa concentración en la atmósfera reduciría el efecto invernadero y temperaturas más cercanas al período preindustrial, que es el objetivo de las políticas contra el cambio climático.

Frente al cambio climático, los países cuentan con planes de descarbonización de sus economías para reducir sus emisiones de efecto invernadero, una carrera no exenta de dificultades que lideran bloques como la Unión Europea con iniciativas como el Pacto Verde, con el objetivo de la neutralidad de carbono a mitad de siglo. Los mercados de carbono son la principal herramienta de los países para reducir los gases de efecto invernadero mediante la asignación de un precio a las emisiones para que los contaminadores paguen por contaminar. Por otro lado, en la lucha contra la contaminación urbana, las alternativas a la movilidad pasan preferentemente por el impulso de vehículos eléctricos, energías renovables y otras medidas de sostenibilidad. En el caso de la actual crisis del coronavirus, el teletrabajo está demostrando su relevante papel en la reducción de la contaminación urbana.

Fuente: EFE

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