Cacao, la clave para probar el sabor de la paz en Colombia tras las FARC
En 2011, los líderes de la comunidad negra de Tablón Dulce, una zona rural de Tumaco, concluyeron que la coca les había traído más desgracias que beneficios y decidieron decirle adiós para siempre para regresar a sus cultivos de cacao y así probar el sabor de la paz , antes que el Gobierno colombiano iniciara los diálogos con las FARC .
La lucha de esta comunidad negra de 728 habitantes, enclavada en una zona de manglares a la que solo se puede acceder por vía marítima en un viaje de 50 minutos en lancha rápida desde Tumaco, no cesa.
Según cuenta a EFE el líder social Afrodisio España, a los problemas de violencia, asesinatos incluidos, que padecían por la presencia de las FARC, que decidían quién podía entrar y quién no a la zona, se sumó la fumigación de las autoridades a los cultivos ilegales, lo que les llevó a replantearse su forma de vida.
“Empezamos a mirar que la coca no ha sido nuestro fuerte; es un cultivo que lo trajeron como alternativa para uno agarrar unos pesitos más”, afirma España, quien recuerda que el auge de los ilícitos coincidió con una caída del precio del cacao que arruinó a familias que ya eran pobres.
Por esa razón, “mucha gente se fue metiendo en lo ilegal”, pero cuando decidieron volver a cultivar cacao, antes de que el Gobierno llegara con programas de erradicación de cultivos ilícitos, recuperaron también su libertad pues los agricultores “ahora no necesitan pedirle permiso a nadie para poder venir a su tierra”.
Gracias a esa iniciativa en el verde paisaje de Tablón Dulce ya no se ven los arbustos de coca sino los árboles de cacao cuya cosecha venden a Chocolates Tumaco, fundación integrada por siete consejos comunitarios y dos organizaciones que, con el apoyo del programa Colombia Responde, compra el grano de 5.000 productores de la zona.
“Gran parte de estos productores anteriormente cultivaban coca”, explica a Efe el gerente de Chocolates Tumaco, Hermes Klinger, quien señala que esta iniciativa, creada hace tres años, comenzó como “un ejercicio de comercialización organizado y algunos de ellos dejaron el cultivo ilícito para pasar al lícito”.
Klinger muestra orgulloso las cifras de este emprendimiento que comercializa mensualmente unas 100 toneladas de cacao, el 90 % de ellas en Colombia , donde su principal cliente es la compañía Casa Luker.
“El 10 % restante lo mandamos a exportación”, dice, y agrega que comenzaron en 2014 con 50 toneladas vendidas para el exterior y el año pasado fueron 87 toneladas.
Los clientes externos están en Holanda, España y Bélgica, y próximamente enviarán 100 toneladas a la italiana Ferrero, todo un hito si se tiene en cuenta que nunca nadie había exportado cacao en Tumaco pese a ser uno de los mayores productores de Colombia, con 14.000 hectáreas sembradas y 3.974 toneladas vendidas al año.
Ahora les preocupa la nueva bajada del precio del cacao porque si el producto no es rentable y el Gobierno no les da un auxilio, el esfuerzo de los campesinos puede irse a pique.
“Somos unos agricultores olvidados del Estado. Acá nunca ha llegado ningún recurso distinto de los programas de cooperación”, dice, lo que se percibe en la ausencia de atención en salud y de servicios básicos, que hace que las mujeres tengan que ir a lavar la ropa en el río Tablón Dulce y allí mismo recoger agua en bidones para el uso doméstico.
Por eso, España enfatiza que la propia comunidad ha “metido la mano” para salir del atraso: “defendiendo los derechos y haciendo entender a los grupos al margen de la ley que nos dejen trabajar, que somos de este territorio”.
“No se olviden, el agricultor esta aquí tratando de dar lo mejor para la construcción de este nuevo país”, sentencia.
(Con información de EFE)