Ciudad de México se acostumbra a vivir sin plástico pero no sabe a dónde fue
Por: EFE/Miquel Muñoz Sánchez
México | Los ciudadanos y los comerciantes de Ciudad de México están olvidando las bolsas de plástico con cierta facilidad tras un mes de prohibición oficial, aunque las dudas sobre la gestión de los residuos no orgánicos permanecen en la cabeza de los capitalinos.
“Me parece que tenemos que tomar conciencia de lo importante que es no consumir bolsas. Ya no nos ayuda para nada. Aquí el problema es que todavía no sé qué se va a hacer con el desecho”, dijo a Efe Eduardo mientras compraba en el mercado de Medellín, en la céntrica colonia (barrio) Roma de la capital.
Eduardo llevaba una bolsa de tela al hombro, aunque reconoció que no la traía de casa, sino que se la había dado su carnicero. “A veces sale uno y se le olvida, pero ya más o menos las empezamos a llevar”, se excusó con una sonrisa mientras aseguraba que “la sociedad en general tiene que generar conciencia”.
Arturo, el carnicero de Eduardo, coincidió con él y además predicó con el ejemplo, ya que desde el primer día de la prohibición de las bolsas de un solo uso, el 1 de enero, dejó de facilitarlas en su puesto del mercado.
“Decidí ya no dar bolsas y promover las de tela. De hecho, tomé la decisión de comprar bolsas de tela y dárselas a los clientes. Me salieron en un costo de más o menos 10 pesos cada una, pero a la larga estoy viendo que el costo es más o menos el mismo”, contó Arturo desde el mostrador.
México no tiene una ley federal para regular los plásticos de un solo uso, aunque ya son 17 de los 32 estados del país que han prohibido las bolsas de este material.
Además de Ciudad de México, lo hicieron antes Baja California, Colima, Durango, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, Quintana Roo, Sonora, Tabasco, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.
En la capital, según el Gobierno de la ciudad, se generan 13.000 toneladas de basura diarias y solo se reciclan 1.900, un dato del que es muy consciente Silvia, una pensionista que desde hace dos años acude al mercado con sus bolsas de ropa, tras quedar “muy impactada” con un reportaje sobre el estado de los océanos.
“Tenemos que educarnos y poner la bolsa de tela enfrente para que no se nos olvide. Es por el bien de nuestra familia y de las generaciones nuevas. Hay que hacerlo, no queda más”, enfatizó Silvia.
Para esta ciudadana, las excusas no sirven frente a la emergencia climática, e ironizaba sobre los críticos por la prohibición. “Van y compran un yogur y quieren dos bolsas. Pues no, así no es”, insistió.
Lo que para algunos es una cosa de futuro, para otros es una cosa de pasado, ya que antes del plástico había vida y era más sostenible, como recordó a Efe Carlos, charcutero en el mercado de Medellín.
“Antes se usaba canasta, bolsa, para el huevo traían una canasta especial. Todos regresamos a cosas del pasado. Antes se hacía y no pasaba nada”, explicó al mismo tiempo que ordenaba las bolsas de plástico biodegradable presentes por todos lados de su mostrador.
Carlos celebró la nueva conciencia ambiental, pero reivindicó que para productos como carnes frías y quesos “todavía se tiene que usar el plástico”, una excepción que las autoridades capitalinas contemplaron al legislar la prohibición.
EL DESTINO FINAL
De todos modos, la principal preocupación de este charcutero, como la de muchos ciudadanos, no es tanto el hábito del consumidor como la gestión del plástico ya usado.
“Hace falta un poco de visión al futuro para procesar el plástico. Porque para todo hay algo. Hay que crear algo para poder procesar todo lo que es el plástico y lo que son los envases de refresco y todo eso. Creo que debe haber una solución, la cuestión es que la encuentren”, reclamó.
Esta semana, el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), uno de los siete organismos que conforma la cúpula del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Bosco de la Vega, pidió también una solución integral para el tratado del plástico.
“El tema de reciclar es una gran opción de este país y nos pronunciamos por respetar el medioambiente, pero que sean decisiones con base en ciencia y con base en estudios”, indicó.
Mientras esa solución no llega o no se hace palpable, las bolsas van desapareciendo de los mercados y supermercados capitalinos, como resume Verónica desde su puesto de semillas, frutos secos y dulces.
“La gente toma muy bien la nueva situación, de hecho ellos piden bolsa de papel. Ya todo el mundo va con bolsas de tela; es raro cuando no cargan su bolsa de asas de tela”, confirmó.
Fuente: EFE
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