La 'Armada invencible' de Rusia y la 'manía persecutoria de Occidente' | ANÁLISIS

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El vetusto portaaviones Almirante Kuznetsov de Rusia ha causado escalofríos en la OTAN. (Foto: EFE)
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El vetusto portaaviones Almirante Kuznetsov de Rusia ha causado escalofríos en la OTAN. (Foto: EFE)
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El vetusto portaaviones Almirante Kuznetsov de Rusia ha causado escalofríos en la OTAN. (Foto: EFE)
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El vetusto portaaviones Almirante Kuznetsov de Rusia ha causado escalofríos en la OTAN. (Foto: EFE)

FOTOS. Una flotilla rusa encabezada por un vetusto portaaviones ha provocado aparentemente escalofríos en los países de la OTAN, lo que Moscú considera un nuevo caso de “manía persecutoria occidental” ante una amenaza inexistente.

Esa “Armada Invencible” tiene como destino el Mediterráneo Oriental, es decir, las costas de Siria, en cuya operación aérea contra los yihadistas se dispone presuntamente a participar de manera más o menos activa.

El Almirante Kuznetsov, el buque insignia de la Armada rusa y su único portaaviones, está equipado con misiles antibuque y baterías antiaéreas, pero fue botado hace 30 años y muestra ya sus achaques.

En su cubierta transporta a los novísimos MiG-29 – además de Su-33 y helicópteros de asalto Ka-52 -, que podrían ser utilizados para bombardear las posiciones del Frente al Nusra en Alepo.

Además, el escuadrón naval incluye al crucero nuclear Pedro el Grande, el mayor de su clase en el mundo; los buques antisubmarino Severomorsk y Vicealmirante Kulakov, además de varios buques de asistencia.

En su momento la Armada rusa desplegada en el Mediterráneo y en el mar Caspio atacó con misiles de crucero las posiciones del Frente al Nusra y Estado Islámico en Siria.

No obstante, según los expertos, ninguno de esos buques está equipado con dichos misiles, por lo que no pueden ser utilizados para martillear las posiciones de los yihadistas y su objetivo es meramente reforzar la presencia naval rusa en la región.

Hace más de un mes el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, anunció que el Almirante Kuznetsov sería destinado al Mediterráneo, mar al que Rusia regresó hace tres años tras más de veinte de ausencia.

Dicha flota está integrada ahora por varios buques que se han encargado de garantizar la seguridad de la base naval rusa de Tartus, en la costa siria, pero dista mucho de compararse con la V Escuadra soviética.

Aquella estaba integrada por más de medio centenar de buques, 30 de superficie, 15 submarinos e innumerables barcos de asistencia, y su misión era prevenir un ataque contra la URSS por parte de la VI Flota norteamericana en tiempos de la Guerra Fría.

Entre sus logros, la V Escuadra permitió en 1967 evitar una escalada del conflicto árabe-israelí y siempre fue un factor de contención ante cualquier acto hostil contra la URSS.

Además, todo experto militar sabe que los buques de superficie, que aún no se han recuperado de la crónica falta de financiación tras la caída de la URSS, nunca han sido la mayor amenaza de la Armada rusa.

El orgullo de la Armada son sus submarinos, especialmente los atómicos de nueva generación, que pueden portar misiles intercontinentales Bulavá, capaces de superar cualquier escudo antimisiles.

En ese terreno Rusia siempre ha sido la mayor potencia mundial, no en vano los submarinos forman parte de la tríada que garantiza la paridad nuclear, junto a la aviación estratégica y los misiles balísticos.

La Armada rusa ya había causado revuelo cuando reanudó las patrullas por el Atlántico y realizó maniobras en las costas caribeñas de Cuba y Venezuela en 2008, que hicieron recordar la Crisis de los Misiles de 1962.

Pero la inquietud que ha causado la flotilla rusa a su paso por el Canal de la Mancha, las costas portuguesas y el estrecho de Gibraltar no tiene parangón desde el fin de la Guerra Fría, si tenemos en cuenta la magnitud de la supuesta amenaza.

El presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó recientemente otro programa de rearme para 2025, pero también es verdad que ha reconocido que la intervención en Siria ha permitido al Ejército ruso poner a prueba sus capacidades con fuego real.

En realidad, Siria se ha convertido en un perfecto polígono militar o teatro de maniobras para las Fuerzas Armadas rusas, además de una campaña de relaciones públicas con vistas a las elecciones presidenciales de 2018 en las que Vladimir Putin buscará la reelección hasta 2024.

La realidad es que el Almirante Kuznetsov nunca ha visto combate en su cuarto de siglo de vida, ha tenido que volver al astillero en varias ocasiones y el conflicto sirio es una inmejorable oportunidad de demostrar su utilidad tras ser durante años una pesada carga por su alto coste de mantenimiento.

Estos fuegos de artificio también son un magnífico catálogo para los importadores de armamento pesado ruso – China, India, Venezuela, etc, -, uno de los principales rubros de exportación de este país.

En las redes sociales rusas no son pocos los que han preferido echar mano del humor, especialmente por la densa columna de humo que arrojan las chimeneas del vetusto Almirante Kuznetsov.

Algunos han comparado esas señales de humo con la erupción del volcán islandés Eyjafjalla en 2010 que obligó a cancelar numerosos vuelos por falta de visibilidad.

Fuente: EFE

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Esta nota fue actualizada el 29.10.2016 a las 03:50 pm

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