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Ganarse la vida en Hollywood es una tarea compleja y sacrificada, muchos lo intentan, persiguen su sueño y no lo consiguen, otros sobreviven y muy pocos triunfan en esa competitiva industria en la que ser mujer suele ser una dificultad añadida.
Solo un 7 % de las 250 películas más taquilleras de 2014 y un 31 % de los programas de televisión fueron dirigidos por mujeres, según denunció esta semana la organización American Civil Liberties Union (ACLU), que pidió a las autoridades federales que investiguen “el fallo sistémico” que impide las contrataciones de realizadoras.
Los datos que maneja la ACLU indican que menos mujeres ejercieron de directoras en Hollywood en 2014 que en 1998. Paralelamente, aquellas que logran su objetivo suelen tener más dificultades a la hora de que se reconozcan sus méritos.
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Únicamente una mujer ha logrado la estatuilla de mejor dirección en las 87 ediciones que se llevan celebrando de los Óscar – Kathryn Bigelow, “The Hurt Locker” (2009) -, y solo cuatro han estado nominadas en esa categoría de la que se quedó fuera este año, para sorpresa de muchos, Ava DuVernay.
DuVernay es la cineasta detrás de “Selma”, uno de los filmes candidatos a mejor película. No solo es mujer, es además afroamericana, por lo que las críticas a los académicos – un colectivo cuyo perfil medio es de hombre blanco de 63 años – se multiplicaron.
A juicio del comentarista Scott Feinberg de The Hollywood Reporter, en el caso de DuVernay, si hubo discriminación, fue más una cuestión de género que racial.
Sería injusto, no obstante, poner a Hollywood en el punto de mira de una situación de desigualdad que es el estándar en Estados Unidos y que, por tanto, es reflejo de la sociedad actual.
Apenas un 5 % de los directores ejecutivos de las empresas en la lista Fortune de las 500 compañías más grandes del país son mujeres. Hace 20 años no había ninguna.
El sondeo “Mujeres y liderazgo” publicado en enero por Pew Research Center, indicó que un 40 % de los encuestados considera que sí existe una discriminación en el sistema y que obliga a las mujeres a trabajar más duro que los hombres para lograr el mismo reconocimiento.
Esa percepción era compartida tanto para los negocios como para la política (aún está por llegar la primera presidenta de Estados Unidos) y se produce a pesar de que la mayoría opina que ambos sexos están igualmente cualificados para ocupar puestos de mando.
Las que logran situarse al frente de una empresa no suelen hacerlo con los mayores salarios. Un análisis publicado por The New York Times en 2014 muestra que solo un 5,5 % los 200 directores ejecutivos mejor pagados de Estados Unidos son mujeres.
Por sectores, la disparidad salarial entre hombres y mujeres es mayor en los profesionales del derecho, donde ellas cobran casi la mitad que ellos, mientras que en el mundo del entretenimiento la desigualdad salarial está casi en la media nacional.
Según cifras del Departamento de Trabajo, una mujer con contrato de jornada completa en Estados Unidos ganó de media 82,5 centavos por cada dólar ingresado por un hombre.
La tendencia, a nivel de estados, es poco optimista según un informe publicado en abril por el Institute for Women’s Policy Research en el que se refleja que al ritmo actual una mujer no logrará igualdad de salario en lugares como Wyoming hasta el año 2159.
Las proyecciones más prometedoras son las que se refieren a Florida y California donde, si nada cambia, la equiparación de sueldos podría llegar a pasar, como pronto, en 2038 y 2042, respectivamente.
La cuestión de los salarios fue puesta de nuevo encima de la mesa en la gala de los Óscar de febrero en un apasionado discurso realizado por Patricia Arquette tras recibir su premio de mejor actriz por “Boyhood”.
Su mensaje fue recogido por otras intérpretes que en los meses sucesivos han mantenido vivo el debate, tales como Emma Watson, Jane Fonda y Charlize Theron, que ha exigido los mismos millones que recibe Chris Hemsworth por hacer la secuela de “Snow White and the Huntsman”.
“Cuando lo pedí dijeron que sí, no lo lucharon”, dijo Theron a la revista Elle, “quizá ese sea el mensaje, que tenemos que apretar”, añadió.
“Este es el problema: yo dirijo un negocio. La gente quiere trabajar por menos dinero, yo les pago menos”, comentó en febrero Amy Pascal, la excopresidenta de Sony Pictures, despedida después de las polémicas filtraciones tras el ataque informático sufrido por el estudio.
Esas revelaciones evidenciaron cómo se pactaban los salarios de las actrices Jennifer Lawrence y Amy Adams por debajo del de los actores Bradley Cooper y Christian Bale en el filme “American Hustle”.
(Fuente: EFE)