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Por Antonio Seminario Arevalo (@antonio_riot)
Rise up. Más de mil almas sucumbiendo ante ese sonido fabricadotan raudamente por la genialidad que puede llegar a ser el thrash metal. Más de mil mentes volando en búsqueda de esa sacudida que inyecta adrenalina a nuestro ser y que instala una morfina que densa lo que pase fuera del recinto de turno. Mil voces en búsqueda de ese testamento que no había llegado a nuestros cuerpos en más de 30 años de existencia y que se convirtió en leyenda. Testament en Lima fue sencillamente apoteósico.
More Than Meets the Eye. En las afueras, un calvo entre borracho y drogado no se cansaba de hablar con los de seguridad. Gritaba, saltaba, hablaba con dejo argentino, paseaba entre los grupos formados detrás de la valla de seguridad que aun no permitía el ingreso a Scencia, la sucursal de turno para el templo de turno donde el mismo calvo gritaba una y otra vez “¡Testament! ¡Testament! ¡Testament!”, se entregaría, sacrificaría, emularía, una y otra vez a todos los himnos de guerra que rebotaban de los altoparlantes.
Burnt Offerings. Van a ir entrado de a pocos. Los de prensa por favor por acá. No. Los invitados hacen cola de ese lado. Que no, acá solo los de prensa. Scencia de La Molina, dos niveles, sala y mezzanine. Un total de 2300 de aforo, pero como es usual en estos conciertos, solo estuvieron una legión de aproximadamente mil guerreros de eternas batallas de riffs afilados, tambores desesperados y voces que hipnotizan al punto de no sentir ni siquiera cuando emanas más y más sangre luego del contra-suelazo que se suelen producir en los pogos.
Native Blood. Solo una hilera de personas en la barra que dividía la burguesa diferencia de precios de entrada. Otra hilera apiñada sobre la contención del público con el escenario. Uno que otro peludo parado sobre la barra del segundo piso. Eran cien personas, pasaron a 300 aproximadamente sobre las diez de la noche. Una hora más tarde se había duplicado la cantidad de asistentes. Los fotógrafos empezaron a tomar posiciones. Solo tres canciones y todos salen de esta área. Y ya eran aproximadamente mil verdaderos metaleros que acudieron a la cita.
True American Hate. Cuando aún se hacía cola en los exteriores, una minivan apareció y todos empezaron a gritar y zamaquearla como hooligans. En el interior, en el asiento del copiloto, apático, sin reacción alguna, visiblemente cansado pues solo el día anterior estuvo en un concierto en Costa Rica, Chuck Billy, el hombre que derrotó hasta a la muerte, llegaba para su esperado recital junto a sus hermanos.
DarkRoots of Earth. Cuando Chuck llegó con esa actitud, quienes lo analizaron de una forma más fría, no tanto por el fanatismo, sino por ser un verdadero amante del metal y a la espera de uno de los momentos más inolvidables de su vida, creyeron que el concierto iba a ser un mero trámite, una pasada y ya. Los adeptos que fueron a recibirlo al aeropuerto parecían más convencidos de lo anterior, pues estaba con la misma actitud y los pocos autógrafos que firmó en ese momento, fueron a la volada y como quien no quiere la cosa. Estos pesimistas se llevaron la peor decepción: el concierto fue genial, más que por el escenario, el sonido, el juego de luces, lo fue por la entrega total de Testament.
Into the Pit. Era cierto. Testament es ese legado perdido del thrash metal. Otras cuatro bandas son las llamadas grandes del thrash. Otras son las de los conciertos a estadios llenos, pero ¿desde cuándo lo que siguen las masas es lo mejor? Basta mirar los índices de audiencia de ciertos programas de televisión nacional. Una banda que conserva su esencia, que no tuvo la necesidad de regresar a sus inicios porque nunca los perdió. Es la herencia de los verdaderos metaleros, de los que no andan en pose, de los no chibolos necesitados de notoriedad, los que no lo siguen por no ser un boom comercial, sino por no perder su originalidad nunca.
Practice What You Preach. El testamento de cinco grandes, de ya cinco inmortales fue impregnado en 14 deliciosas, frondosas, acogedoras, energizadoras, destapadoras de cabeza y volátiles canciones. ¡Testament! ¡Testament! ¡Testament! Qué agradecido estaba Chuck con los limeños. ¿Emocionado? Quizás, pero quién no lo estaría al ver que se le entregan en cuerpo y alma, comunión, en cada silaba, en cada gruñido, en cada thankyouque salía de la garganta del líder de la banda.
The New Order. El que no estaba metido en el pogo, sacudía la cabeza agitando sus cabellos, varios calvos lo hacían de todos modos, otros con dreadsque cubrían toda su espalda, también. Otros agitaban sus velocísimos riffs en sus guitarras de viento, Había un grupo que no entendía bien qué pasaba. Hermosuras enfundadas en cuero seduciendo la mirada de muchos. Y un adolescente en silla de ruedas a un costado con un vaso de cerveza que por un momento hasta pareció que soltó una lágrima.
The Haunting. El set list fue el que caracterizó toda su gira, el DarkRoots of Earth, solo que gracias a ese grito al unísono de toda la platea,“¡Testament! ¡Testament! ¡Testament ¡Testament! ¡Testament!”,es que se obtuvo, a parte de las 14 canciones programadas, un encore con dos temazos: desde el disco Legacy, Alone in the Dark y desde el The New Order, el Disciples of the Watch (Si quieres saber el resto del set list y eres despistado o sencillamente no te sabes los nombres de las canciones, al inicio de cada párrafo están los títulos, en el orden que fueron ejecutados).
Overthe Wall. El ocho de mayo del 2013 para la gran población de nuestra disforzada Lima no tendrá gran importancia, pero para quienes estuvieron en Scencia, será, tal vez, la noche en que se vieron cara a cara con, quizás, la última banda de los inicios del thrash metal que no se vendió nunca.
Do Not Resucitate. Lima no será como Buenos Aires cuando llega alguna banda de música pesada. No tendrá un Lollapalooza como en Chile y mucho menos un Rock en Río como en Brasil, pero lo que tiene es esa hambre de estar siempre detrás de las primeras llegadas de bandas como Testament. No somos más, pero somos una tribu que lleva la rudeza impregnada y que sabemos dar una buena recepción, sino, ¿por qué creen que Chuck Billy prometió que regresaría junto a Testament a Lima? No creo que haya sido solo por nuestra tan mentada comida.
Three Days in Darkness. Un público mayoritariamente mayor. Venta de cervezas con los precios de siempre, caros. Venta de polos oficiales. Una organización aceptable. El metal se vive, se predica, se ejemplifica en lo cotidiano, se atiende como si fuera tu amante. Testament gracias por venir con tu leyenda. Testament, no te olvides de este pueblo que se entregó a ti en armonía a tus acordes. Testament gracias por pisar estas tierras de incas que te rindió honores y sacramentó el testamento que dejaste. The Formation of Damnation.