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El día en el que se dictaría la sentencia en su juicio no pudo haber empezado peor para Uli Hoeness. El diario Bild, el más popular de Alemania, tituló su edición nacional condenándole con anticipación. “En nombre de los honestos que pagan impuesto ¡encarcelen a Hoeness!
Sentencia anunciada
Bild, sin embargo, no ejerció ninguna influencia en la sentencia que dictó el juez encargado del proceso: tres años y medio de prisión. La verdad, los encargados del diario solo se atrevieron, con su acostumbrado populismo, a recoger de un lado el sentir de la mayoría de los alemanes, y del otro resumir los análisis hechos sobre el desarrollo del juicio.
Desde el primer día se sabía que el mejor resultado que podría obtener Uli Hoeness en la corte era ser castigado con una multa. Ella, en la estrategia de la defensa del presidente del Bayern, podría ser alta, millonaria, por una cifra récord. Eso no importaba, aún así el precio seguiría siendo bajo si se conseguía el objetivo principal: mantener a su cliente lejos de la cárcel.
Esa meta, con el desarrollo del proceso, se convirtió en una utopía, pues como el propio juez argumentó en el falló: “en ningún momento existió aquí la posibilidad de una absolución”.
Los abogados del presidente del Bayern conocían esta situación desde antes de presentarse al tribunal, por eso su máxima pretensión, tal como lo expusieron en la argumentación final, era “cerrar el caso” y “otorgar libertad condicional”.
La estrategia de la defensa de hacer valer los méritos de su cliente como funcionario del fútbol, y limpiar sus errores como ciudadano, no funcionó. Hoeness reveló al iniciar el juicio que a la evasión de impuestos declarada originalmente en 3,5 millones de euros, se le debían sumar otros 15 millones que no habían sido declarados.
El estupor fue general, pero le sirvió a la defensa para posicionar al presidente del Bayern como una persona arrepentida y dispuesta a limpiar todas sus culpas. Las opiniones estaban divididas, pero la esperanza de evitar la cárcel subsistía. El problema es que al día siguiente salieron a la luz nuevas cifras. En apenas un par de horas, y sin haber revisado a fondo toda la documentación presentada a la corte, la evasión se incrementó por otros 10 millones de euros más.
Las cifras maniataron a la Justicia. Alemania no tenía conocimiento de un caso de evasión en el que se manejaran semejantes sumas. Uli Hoeness fue ingresando a la prisión de a poco; con cada centavo que se descubría que no había declarado aumentaba el tiempo que tendría que condenársele a pasar en una celda. La Fiscalía pidió cinco años y medio, al final fueron dos menos.
Un entorno silencioso
Cuando en el tribunal de Múnich se dictó la sentencia, la reacción del público ilustró la posición de los alemanes frente al tema de la evasión de impuestos. Los pocos que lamentaron la dureza de la pena lo hicieron pensando en Uli Hoeness el funcionario, en ese exfutbolista que hizo grande al Bayern al moldearlo como club y llevarlo a lo que es hoy: el mejor equipo del mundo.
El resto de la sociedad del país, según las opiniones que han recogido los diferentes medios de comunicación, saludan el veredicto como una sanción ejemplar de que evadir impuestos no es ya “una pequeñez”, sino un delito criminal como cualquier otro.
Incluso el mundo del fútbol alemán ha reaccionado al desenlace del juicio al presidente del Bayern sin señales de duelo. El presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Wolfgang Niersbach, dijo que “sorprendió la dimensión de las cifras que se hicieron públicas en el juicio”. Por su parte el gerente de la Liga Alemana de Fútbol (DFL), declaró: “la corte dictó sentencia dentro del marco del estado de Derecho, y teniendo en cuenta las sanciones que contempla la ley, era de esperarse una condena fuerte”.
Ambos funcionarios enfatizaron que los logros alcanzados por Uli Hoeness a favor del fútbol alemán, en especial del Bayern, no pierden su valor por lo ocurrido en el juicio. De una forma similar se espera que se pronuncie el club que Hoeness todavía preside.
El Bayern, sin embargo, se ha abstenido de hacer declaraciones oficiales sobre la sentencia al hombre al que le debe lo que es hoy. La mesa directiva se reunió de emergencia para estudiar la posición que el club asumirá oficialmente frente a la situación y debatir el futuro de su presidente.
Hoeness, pese a ser hoy un hombre condenado, se encuentra en libertad, y sigue siendo el presidente del Bayern Múnich. ¿Por cuánto tiempo? Cuenta con una semana para interponer el recurso de apelación al fallo que lo envía tres años y medio de cárcel por evadir impuestos. Entre tanto vivirá con su doble personalidad de ídolo y delincuente.
(Fuente: Deutsche Welle )