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Nunca habría imaginado que acabaría siendo el seleccionador de un Mundial, el de Rusia, al que venía como director deportivo con el sueño de repetir el éxito de Sudáfrica. Fernando Hierro es la solución de Luis Rubiales, presidente de la Federación española, al terremoto inesperado.

Hierro escribió su historia como futbolista con la selección española y ahora se dispone a hacerlo como seleccionador. Un puesto en el que jamás pensó cuando a finales de noviembre de 2017 firmaba su regreso a la RFEF, con el objetivo inmediato de repetir en Rusia el éxito de Sudáfrica.

Cuatro Mundiales y dos Eurocopas disputadas. Decimoquinto con más partidos disputados (89), quinto máximo goleador de la historia de la selección pese a jugar en el centro de la defensa o el medio centro (29 tantos). Trece años defendiendo la camiseta y el escudo de la selección. Se retiró de la Roja tras el Mundial de Corea del Sur, con la amargura de quedarse a puertas de un gran éxito por un arbitraje que copó portadas.

La carrera de Hierro, tras sus primeros pasos en su Vélez natal, se inició en la cantera y el salto al primer equipo del Real Valladolid. En 1987 pasaba a jugar en Primera y en enero de 1989 llegaba su primera convocatoria con la selección que por entonces dirigía Luis Suárez. No llegó a debutar en aquel partido ante Irlanda del Norte. Lo hizo el 20 de septiembre de 1989 en un amistoso frente a Polonia. Ya militaba en un Real Madrid en el que hizo historia tras costarle 200 millones de pesetas al club blanco.

Una Liga y una Supercopa, ante el Barcelona, en su primera campaña del Real Madrid, con el que ganaría tres copas de Europa, dos intercontinentales y cinco títulos de Liga más. Central contundente, con visión de juego, gran trato de balón y potencia en el juego aéreo que se transformó en pegada. En la Liga 1991-92 marcó once goles en quince las quince primeras jornadas. Fue una campaña que la cerró como máximo artillero de su equipo, con 21 tantos.

Después de que España no estuviera en la Eurocopa de Suecia’92, el nuevo seleccionador Javier Clemente no contó con él al principio. Regresó para ser el autor de un tanto para el recuerdo. En Sevilla, el 17 de noviembre de 1993, su tanto a Dinamarca clasificaba a España para el Mundial de EEUU’94, en el que jugó cinco encuentros y anotó un gol a Suiza. España cayó en cuartos frente a Italia.

Con la llegada al banquillo blanco de Jorge Valdano en la temporada 94-95, Hierro retrasó su demarcación al centro de la defensa. Para Clemente seguía siendo centrocampista y en la Eurocopa de Inglaterra’96, en la que España cayó ante el anfitrión en cuartos, fue uno de los tres jugadores que más utilizó en todos los partidos, junto a Zubizarreta y Sergi Barjuán.

Llegó a ser aspirante al Balón de Oro en 1997. Un año después conquistaba la séptima ante el Juventus y disputaba el Mundial de Francia. Clemente se despidió entregándole la capitanía, que la mantuvo con su querido José Antonio Camacho. La octava en París y la novena en Glasgow fueron momentos que marcaron su carrera.

En 2003 se marchaba del Real Madrid dejando una huella imborrable, para terminar su carrera entre el Al Rayyan qatarí y el Bolton inglés. Iniciaba un periodo de formación hasta ser nombrado director deportivo de la RFEF en el verano de 2007. Llegó con Luis Aragonés torciendo el rostro a su presencia, capeando como pudo unos meses duros antes de poner a Vicente del Bosque y extender la etapa más gloriosa de la selección española.

En mayo de 2012, antes de la conquista de una Eurocopa que también llevaba su sello, y pese a tener todo el apoyo de los internacionales, Hierro dejaba un puesto que no sería cubierto hasta su regreso. Pasó a ser director general del Málaga y le picó el gusanillo del banquillo, iniciándose en un regreso al Real Madrid como ayudante de Carlo Ancelotti en la temporada 2014/15.

Su única experiencia como primer técnico llegó en el Real Oviedo en Segunda división. Fue una temporada y acabó octavo clasificado, sin poder cumplir los altos retos marcados en la pelea por el ascenso. Decidió volver a un puesto en el que estuvo cómodo, director deportivo, de la mano de Larrea y reafirmado por Luis Rubiales cuando ganó las elecciones antes de viajar a Rusia para un Mundial en el que jamás pudo imaginar que, a sus 50 años, le llegaría el momento de ser seleccionador.

EFE