Síguenos en Facebook
La sombra de Neymar es larga en la selección brasileña y aunque su forzosa ausencia en la Copa América Centenario pesará en cada partido, para acelerar el olvido de su única estrella indiscutible, Dunga inyectó sangre joven al equipo.
Pesea ello, el técnico ha dado una opción a la veteranía al dar a última hora entrada a Kaká, de 34 años, en sustitución del lesionado Douglas Costa.
La nueva selección brasileña es radicalmente distinta a la que participó en la Copa América de 2015 y en ella hay nada menos que catorce caras nuevas, que aportarán vitalidad, sed de victorias y ansias de arrogarse el protagonismo que suele acaparar el ‘10’.
El nuevo Brasil, sobre el papel, es un equipo ligero y rápido en la parte ofensiva y con garantías en la zaga, pero con serias limitaciones en el toque, por lo que se siente mucho más cómodo cuando juega a la contra.
A pesar de la baja de Neymar, Brasil necesita terminar la competición con un buen resultado, después de las dos decepcionantes eliminaciones en los cuartos de final en las dos últimas ediciones de la Copa América, lo que significa volver a optar al título, que ya ha ganado en ocho ocasiones.
Los principales espadas de Brasil son jugadores hábiles que podrían ser figuras de casi cualquier club, como Willian, Douglas Costa o Philippe Coutinho que, a priori, partirá desde el banquillo.
También cuenta con figuras de peso en el centro del campo, como Casemiro, que está en pleno auge, y en defensa, con Dani Alves, Miranda y Filipe Luis a la cabeza.
Entre los novatos en una competición oficial, aparecen siete jugadores menores de 23 años, entre ellos Rafinha, que serán observados de cerca por Dunga como una criba previa para los Juegos Olímpicos.
Brasil probablemente jugará con un delantero centro fijo en el área, dos alas abiertos en las bandas, un media punta en la organización y con dos centrocampistas de contención.
Uno de los principales remedios para olvidar a Neymar está en un jugador del perfil de Willian, un extremo rápido, hábil y muy vertical, en quienes reside buena parte de las opciones ofensivas del equipo.
En punta, Dunga prefiere a delanteros fuertes y con experiencia, por lo que puede optar o por Hulk, autor de diecisiete goles este año en la liga rusa, o con el veterano Ricardo Oliveira, que a sus 36 años está en plena forma en el Santos.
En el centro del campo puede haber variantes en función del perfil con el que Dunga quiera dotar a la selección.
Cuando necesite acelerar el juego puede optar por Lucas Lima, un media rápido y buen pasador, o incluso por Philippe Coutinho; cuando se haga necesario controlar el balón y bajar las revoluciones, Renato Augusto o Elias se presentan como opciones más adecuadas.
Las tareas de contención serán responsabilidad de Luiz Gustavo y Casemiro y la línea de defensas será formada muy probablemente por Daniel Alves, Miranda, Gil y Filipe Luis.
La defensa ha sido muy cuestionada desde el Mundial de 2014 y eso le ha costado el puesto a David Luiz y a Thiago Silva, sobre todo después de los recientes problemas en las eliminatorias, por lo que Dunga vigilará con lupa cada uno de los pasos de la pareja de centrales.
A contracorriente de la tradición brasileña, Dunga no le da demasiada libertad a los laterales y prefiere que estos no pasen la línea del centro del campo, por lo que no se verán muchas carreras al ataque de Dani Alves, a no ser que sea en una situación de extrema necesidad.
La portería, un puesto en el que Brasil no ha tenido un dueño fijo en los últimos años, será propiedad de Alisson, que a los 23 años acaba de cambiar el Internacional de Porto Alegre por el Roma.
Alisson mide 1,93 metros, es ágil, seguro en las salidas y tiene personalidad de mando, pero ha dejado algún claroscuro en los últimos partidos de las eliminatorias y ahora tendrá oportunidad de foguearse para ganar experiencia.
Fuente: EFE