Síguenos en Facebook
Como si de los famosos cazas de Ala X o el mismísimo Halcón Milenario se tratase, entusiastas de la aviación acuden al “cañón Star Wars”, en California, Estados Unidos, para ver a escasos metros el entrenamiento de aviones de guerra en vuelos “bajo el radar”.
Este abismo entre montañas que pertenece al Parque Nacional Valle de la Muerte, en el desierto de Mojave, es una conocida zona de ejercicios de pilotos de combate desde la Segunda Guerra Mundial.
Decenas de admiradores de la pericia de alumnos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos disfrutan de algo que difícilmente se puede ver en otra parte del país: decenas de aviones pasando en vuelo raso cada día.
Un militar retirado de 65 años que dice a Efe que se llama “Rodney”, explica que además de ser “entusiastas” de las aeronaves que vuelan bajo, su presencia y la de otros muchos que hacen fotos y videos de los aviones que pasan a escasos metros es “apoyar” a los hombres y mujeres que los pilotan.
Rodney cuenta que desde hace cuatro años, cuando acaba el invierno, viaja desde el estado de Arizona para ver los entrenamientos desde la denominada “Vista del padre Crowley”.
“Algunas de las escenas de las primeras películas de ‘Star Wars’ fueron filmadas al final del cañón, en el Valle Panamint”, recuerda Rodney sobre la razón por la que los entusiastas cambiaron el nombre original de cañón Arcoiris por el de la saga de películas ideada por George Lucas.
“Alguna gente dice que cuando los aviones entran en picada al interior del cañón realmente suena como en algunas escenas en las películas de ‘Star Wars’”, indica.
Eso es lo que atrae a turistas, militares retirados y fotógrafos profesionales de martes a viernes, que son los días de mayor afluencia de aviones, para ver los cazas y sentirse un poco como en la serie de películas espaciales que tendrá su novena entrega, “Star Wars: The Rise of Skywalker”, el 20 de diciembre próximo.
“Es bien interesante que alguna gente entusiasta de ‘Star Wars’ viene a escuchar sonidos distintos y ver los aviones volar dentro del cañón, porque les recuerda las escenas épicas en la película”, comenta Rodney.
Algunos entusiastas monitorean además a través de radios con la frecuencia de los aviones los intercambios entre los pilotos y el controlador de tráfico aéreo de esta zona exclusiva de aviones militares.
De esta forma, al escuchar que se pide permiso de volar en este cañón de 8 kilómetros de largo y 1.500 metros de ancho al que denominan “La transición del Jedi”, pueden estar listos con cámara en mano justo en el momento en el que pase la aeronave.
James Fallgatter, de 74 años, originario de Richcrest, en California, dice a Efe que su padre fue piloto de EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.
A mí “me encantan todas las cosas que vuelan, me encanta volar cuando puedo, por eso es excitante verlos venir (los aviones) y acercarse tanto”, asegura Fallgatter, bien preparado para el espectáculo con sillas plegables, almuerzo y bebidas.
Este entusiasmo que le “corre por las venas”, en cualquier caso, explica, no es nada comparado con los jóvenes que se acercan al lugar a menudo. “Vienen seguido, ¡estos están locos!”, bromea.
Algunos pilotos en modo planeador llegan sin ruido al oeste del cañón, pero los aficionados experimentados alertan “¡Ahí viene, ahí viene!” instantes antes de que suene el estruendo de los motores dentro del cañón.
A su paso, algunos pilotos ladean las alas del avión en señal de “un fraternal y combativo saludo”, dice Fallgatter, quien explica que lo más habitual es ver a las aeronaves de propulsión a chorro entrenando, siguiendo el contorno del terreno en el cañón, lo que les permite volar sin ser descubierto por radares.
Thomas Blahak, de 33 años, un turista originario de Eslovaquia que llegó hasta el Valle Panamint junto a tres amigos, reconoce que se le “erizaron los pelos de la nuca al ver volar aviones cerquita de las rocas”.
“Fue una sensación positiva y hemos tenido suerte, porque vimos volar un bombardero B1”, agrega sobre una flota que suele incluir además F-15, F-16, F-18 y F-35 que despegan de la Base Edwards, en el desierto de Mojave, y la de Nellis, en el estado de Nevada, la estación de armas aéreas de la Fuerza Naval en “China Lake” y Lemoore, entre otros.
Iván Mejía / EFE