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Cada año cerca de 700 ballenas jorobadas del hemisferio norte llegan hasta el Parque Nacional Marino Ballena, ubicado en el Pacífico sur de Costa Rica, para reproducirse y parir a sus crías.
Durante cuatro meses, las cálidas aguas se convierten en un santuario natural en el cual cientos de ballenas jorobadas, consideradas uno de los animales más grandes del mundo, dan la oportunidad a los turistas de presenciar un maravilloso espectáculo.
Sus acrobáticos saltos, el sonido de su respiración, el gran tamaño, así como su canto forman parte de algunos de los atractivos que representa ver a este cetáceo a unos cuantos metros de distancia.
El trópico costarricense les permite evitar el gasto de energía manteniendo la temperatura corporal, ya que el agua se encuentra entre los 25 y 28 grados centígrados, lo que la hace apta para la reproducción.
Además, se ubican en zonas poco profundas para alejarse de sus depredadores, como las orcas y los tiburones.
El Parque Nacional Marino Ballena es donde se concentran. En esta parte del mundo nacen y salen con “pasaporte costarricense” hacia la Antártida, y algunas regresan una vez al año al área donde nacieron.
Ese trayecto les ha otorgado el récord mundial en migración de un mamífero marino con un total de 18.000 kilómetros entre el Ártico y la costa del Pacífico costarricense.
Además, en ese espacio las madres enseñan a los ballenatos a nadar, cazar, respirar y saltar.
Esta especie puede saltar completamente fuera del agua, por lo cual es considerada la más acrobática del mundo, y también da coletazos, como una forma para comunicarse y a la vez ejercitarse.
“Cuando una ballena salta lo hace para comunicarse con otros individuos, para liberar estrés, demostrar que están felices y para quitar parásitos que se les adhieren a la piel. Además podemos decir que la zona sur es como una ‘maternidad’. Aquí vienen a tener sus crías y reproducirse, no es necesariamente una zona de alimentación”, explicó a Efe el biólogo Frank Garita.
El avistamiento de estos cetáceos en Costa Rica hizo que la National Geografic considerara a este lugar como el séptimo en importancia para observar ballenas. En la primera posición se ubica Noruega.
Costa Rica recibe dos poblaciones de ballenas jorobadas; en el Pacífico norte la temporada es de diciembre a finales de marzo, mientras que en el Pacífico sur es de julio a octubre.
Esta ballena en edad adulta tiene una longitud que va de 14 a 17 metros, puede llegar a pesar hasta 45 toneladas y tiene una longevidad de unos 70 años.
Aparte de bellezas como las ballenas, el Parque ofrece una gran variedad de otras especies, como los delfines manchados y nariz de botella, aves marinas, tortugas, entre muchas otras.
“El Parque Nacional fue el primer parque marino a nivel de Centroamérica y Latinoamérica y fue creado para proteger a las ballenas jorobadas. Sin embargo, no ofrece solamente ballenas y delfines, sino que tiene una diversidad enorme con cerca de cien especies de peces, corales, entre otros”, declaró a Efe el administrador del Parque Nacional Marino Ballena, Pedro Porras.
El parque posee 18 especies de coral, manglares, esponjas, perezosos, peces, serpientes, puerco espines y hermosas playas protegidas para el disfrute de sus visitantes.
Los turistas además pueden disfrutar de sus atractivos en mar y tierra con actividades de aventura como remo en tabla, kayak, cabalgatas, caminatas por senderos, avistamiento de aves, esnórquel y surf, entre otros.
El parque tiene una característica única en el mundo y es el tómbolo con una forma casi perfecta de la cola de una ballena, una formación geológica originada por la deposición de arena que se integra con una cadena de rocas que en su mayor parte esta sumergida.
Su peculiaridad es la forma. En otras partes del mundo existen cuatro tómbolos similares, sin embargo, a dos de ellos no se puede ingresar vía terrestre y Costa Rica es el único lugar que recibe ballenas cerca de esa zona.
“El tómbolo es el único turístico a nivel mundial. Aquí la naturaleza nos dice algo porque vienen las ballenas y tiene justamente la forma de su cola. Mucha gente lo llama el paso de Moisés, porque se cierra cuando está la marea alta”, explicó Porras.
Datos del Instituto Costarricense de Turismo indican que de 2010 a 2014 la cantidad de turistas que observaron cetáceos en Costa Rica se triplicó, pasando de 43.302 a 133.926 turistas internacionales.
(Fuente: EFE)