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FOTOS. Es arte pero muy pocos lo comprende. Esta es la historia de Kayleigh Peach, una joven de Reino Unido que tomó la decisión de dibujarse una frase en el rostro cansada de ver el rechazo que tienen algunas personas hacia quienes tienen tatuajes o se dedican a la profesión de realizarlos en otros cuerpos.

En su primer día de aprendiz se grabó la palabra “cursed” (maldita, en inglés) sobre su ceja derecha a los 24 años. Ella pensó que su rostro tatuado alejaría a la mayoría de los empleadores y no habría otra opción que perseguir su sueño de ser tatuadora, algo que a su propio padre no le agradaba y por lo que le prohibió ser dama de honor cuando se volvió a casar.

Kayleigh Peach , oriunda de Erdington en Birmingham tiene el 60% de su cuerpo tatuado y siente que esto cambió su vida por completo.

“Recibes críticas malas. Que la gente diga que te ves como un matón es intimidante. Mi familia no es la mayor fan de ellos. Mi papá se casó y yo solo tenía un tatuaje grande en mi pecho en ese entonces y me dijo que no me permitiría ser dama de honor. Pero ahora lo acepta mucho más porque lo hago como un trabajo. Hasta lo he tatuado a él”, contó en entrevista con la BBC.

Kayleigh Peach siente que algunas personas se sienten intimidadas por sus tatuajes en el rostro, pero asegura que dedicarse a tatuar le cambió la vida. (Foto: Instagram)
Kayleigh Peach siente que algunas personas se sienten intimidadas por sus tatuajes en el rostro, pero asegura que dedicarse a tatuar le cambió la vida. (Foto: Instagram)

El inicio de una pasión

Luego de su primer tatuaje en su clase, “me hice una rosa en un lado de mi cara, que tiene que ver con el romance y la belleza, luego las hojas en el otro lado, que simbolizan nuevos comienzos para mí en mi vida”, pues revela que antes de dedicarse a esto vivía arriba de un pub y acostumbraba a beber y salir mucho por las noches.

“Cuando comencé a hacer tatuajes, me metí de lleno por seis meses. Desde entonces, mi vida cambió para mejor (…) Renuncié a mi trabajo diario y fui directamente a convertirme en aprendiz (…) Para empezar, ganas literalmente casi nada. Pero ahora mi jefe dice que soy de los artistas jóvenes más solicitados que jamás haya visto”, agregó la joven de 26 años.

Kayleigh Peach revela que “me encanta tatuar. Tu mente nunca está estancada, siempre estás creando, aprendiendo y conociendo gente nueva” y ahora cobra lo justo por su trabajo, dependiendo de las horas invertidas o la pieza a diseñar.

Cambio como persona

El hacer tatuajes a otros también la ha ayudado a dejar atrás a la niña “muy tímida y callada” que era pues “el tatuaje definitivamente me dio más confianza. Es la forma en que te sostienes cuando tienes cierta parte de tu vida tatuada en tu piel”.

Ahora apoya a las personas a superar el dolor físico de la pinta sobre su piel y algunos problemas personales muchos le cuentan sus propias historias que resultan “desgarradoras o muy divertidas”.

“Ayudo a muchas personas que son tímidas con respecto a partes de su cuerpo, o estrías o cicatrices de autolesión. Si tienes algo bonito en una parte de tu cuerpo sobre la que tienes sentimientos negativos, puede hacerte sentir mucho más seguro y feliz”, indicó.

La artista Kayleigh Peach es muy segura en afirmar que “los tatuajes en mi cara me hacen única. Incluso cuando te haces viejo y aparecen las arrugas, tu piel se vuelve un poco más bonita. Es un buen pasatiempo coleccionar imágenes en tu piel. Puedes mirar hacia atrás y recordar cuándo te lo hiciste, dónde estabas y qué significa”.