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Dos pueblos de la provincia suroriental china de Fujian acordaron esta semana poner fin a 300 años de disputa entre ellos por el agua de sus regadíos con una ceremonia de reconciliación y levantando la prohibición de que personas de ambas localidades puedan casarse entre ellas, informó hoy la prensa local.
Según contó la revista digital china “Sixth Tone”, la ceremonia se celebró el lunes en una calle que divide a los dos pueblos, llamados Wushan y Yuepu, y se eligió un día que según la religión tradicional era especialmente propicio para poner fin a tres siglos de rencillas con ofrendas de incienso y alimentos.
Los pueblos están separados por huertas, a sólo unos minutos de distancia a pie el uno del otro, y sus vecinos comenzaron a llevarse mal a mediados de la dinastía Qing, cuando ambas localidades intentaron desviar cada uno en su provecho el curso de un río que nacía en una montaña cercana.
La disputa llegó a tener visos de pequeño conflicto armado desde el siglo XVIII, y desde entonces los habitantes de ambos juraron que nunca casarían a gentes de un pueblo con los del otro, rompiendo con una costumbre muy habitual en las zonas rurales de China.
La disputa se ha heredado durante generaciones y tuvo su último estallido de violencia en 1967, cuando todos los adultos de los dos pueblos se enfrentaron por las tierras de un cementerio local, y algunos llegaron a hacerlo con escopetas o cañones de fabricación casera, cuenta la revista.
El conflicto, como si el de los Montescos y Capuletos veroneses se tratara, no ha evitado que algunos jóvenes de los dos pueblos tuvieran relaciones más o menos clandestinas, que en todos los casos terminaron mal, con sus familias obligándoles a romper para no quebrar siglos de enemistad.
“Que yo recuerde, cinco o seis parejas fueron obligadas a separarse”, contó a “Sixth Tone” Fu Zifang, antiguo jefe de la aldea de Yuepu. La revista también relató que algunas mujeres habían quedado embarazadas en estos romances secretos y se les obligó a abortar.
La disputa se ha ido apagando en los últimos años, cuando los dos pueblos enemigos comenzaron a cooperar en la apertura de escuelas, fábricas de zapatos y sistemas de prevención de inundaciones en la zona.
Finalmente, una pareja “mixta” de los dos pueblos logró casarse sin problemas el pasado mes de marzo, los invitados en la boda comentaron durante el banquete que la prohibición de este tipo de matrimonios ya no tenía sentido, y comenzaron a preparar la reconciliación oficializada esta semana.
Existen otros casos de pueblos vecinos enemistados desde hace siglos en el sureste de China, especialmente nacidos en disputas durante las dinastías Ming y Qing (siglos XIV al XX), cuando la relativa estabilidad y prosperidad económica llevaron a un aumento demográfico y con ello a más luchas locales por los recursos.
(Fuente: EFE)