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Dos besos, uno dado a escondidas y otro frente a decenas de cámaras, han traído problemas a los cuatro marroquíes que los dieron por distintas razones, pero que se vieron agravadas por suceder en pleno mes de ramadán.
El primer caso, más conocido, lo protagonizaron dos actrices marroquíes, que el pasado martes se besaron en la boca en un gesto muy medido ante decenas de fotógrafos en un posado oficial en Cannes junto al elenco de la película Adam (de la realizadora marroquí Meryem Touzani), que se presentaba en el certamen francés.
Las actrices Loubna Azabal **y **Nisrine Erradi, protagonistas del beso y de la película, tal vez no midieron las consecuencias de su gesto, que en Cannes habría pasado como una ocurrencia anodina, pero en su país alcanzó categoría de escándalo.
Tan es así que Azabal, de 45 años y con una larga carrera detrás, sintió la necesidad de grabar un vídeo al día siguiente y colgarlo en Youtube para disculparse “ante Nisrine, las mujeres, el pueblo marroquí y todas las personas (que se sintieron) heridas”.
Aunque subrayó en su vídeo que fue “un beso ingenuo, de amor a una persona que considero mi hermana”, añadió: “No quise ni chocar ni herir a nadie en este mes de ramadán”.
¿Y qué tiene que ver el ramadán en esta historia? Esa pregunta nadie se la haría en Marruecos: el mes de ayuno no solo es un mes de piedad y oración, es también un periodo en el que extremar el pudor y el recato.
Una columnista en el portal noticioso le360.ma contaba cómo el primer día de ramadán, un día caluroso, bajó desde su apartamento a depositar la basura en la calle vestida con una camiseta de tirantes. Dos jóvenes pasaban junto a ella y le espetaron, de malos modos: “Estamos ayunando, ¡cúbrete!”.
A continuación viene la segunda historia de besos en ramadán, pero esta puede acabar peor: el pasado 15 de mayo, una pareja se encontraba escondida dentro de un coche intercambiando besos a la salida de un poblado al sur del país, cerca de la ciudad de Guelmim y de la frontera con Argelia.
Una patrulla de la Gendarmería pasaba junto al coche y observó un sospechoso movimiento de cuerpos en su interior y en pleno día: no olvidar que en periodo de ramadán la abstinencia también incluye el sexo en todas sus variantes, incluido el beso.
La pareja, que además no estaba casada, fue conducida al cuartel para tomarle declaración. El informe policial del interrogatorio al que tuvo acceso Efe insistía en la religión de los infractores, lo cual no es baladí: un artículo del Código Penal (222) castiga con hasta seis meses de cárcel “al musulmán que infrinja el ayuno” de comida, bebida o sexo en horas diurnas.
Claro que ese artículo precisa que la ruptura debe ser “ostentosa” y “en un lugar público”, requisitos que no reúne una pareja escondida dentro de un vehículo.
Tal vez por esa razón, el fiscal de Guelmim se ha mostrado magnánimo y no presentará cargos por infracción del ramadán, sino solo por “incitación a la depravación”, también castigada en el Código Penal (artículo 502) con penas de un mes a un año de cárcel.
La prensa marroquí, sin embargo, aireó el caso durante varios días como una infracción al ayuno de ramadán, apuntando así su dedo acusador a la pareja de Guelmim con un ímpetu moralizador más estricto que el de las propias instituciones.
No obstante, parece evidente que las instituciones marroquíes la policía, la fiscalía y los jueces están mostrando en los últimos años una cierta flexibilidad a la hora de aplicar el artículo 222 para los que se niegan a ayunar, y va así por delante de una sociedad que se muestra más intolerante.
**¿Será que el Estado perdona pero la sociedad no? **Que se lo pregunten a las actrices. Por algo Loubna Azabal pidió perdón “al pueblo marroquí”.
EFE