Argentina negocia créditos en China tras default por fondos buitre
Varios miembros del gabinete de Gobierno de Argentina viajaron a Pekín para negociar sobre los créditos prometidos por China. Pero negociar con China no es tan fácil como parecía.
Argentina sufre de una alarmante falta de dólares. Hace un año, su Gobierno partía de que, luego de los acuerdos con Repsol y el Club de París comenzarían a entrar dólares al país. Pero el conflicto con los “fondos buitre” echó por tierra esos cálculos. Hoy, la Argentina está en default, la población compra todos los dólares que puede y los capitales internacionales brillan por su ausencia. Mientras el dólar oficial se cotiza a unos 8,50 pesos, el paralelo está costando ya más de 14, con tendencia a la suba.
Una cosa está clara: Argentina necesita dólares, lo antes posible. Entre los fondos que el Gobierno negocia con China se cuentan 11.000 millones de dólares de un swap de monedas, 4.700 millones para construir represas y 2.100 millones para una línea de ferrocarriles de carga. El problema es que los créditos no vendrán mientras Argentina se halle en default.
China: sí, es default
Mientras el Gobierno argentino dice que no se trata de un default, ya que el país tiene voluntad y dinero para pagar a los bonistas que aceptaron los canjes, China es de otra opinión. La agencia de calificaciones china Dagong Global Credit Rating puso a Argentina recientemente en la categoría de default. Desde entonces, todos los créditos están a discusión.
El swap, el dinero al que más rápidamente podría acceder Argentina, es un intercambio de monedas entre los bancos centrales de ambos países: yuanes por pesos argentinos. En vista de la facilidad con la que hoy los yuanes pueden convertirse en dólares en los mercados internacionales, el swap significaría un verdadero alivio para las agobiadas reservas argentinas de divisas. Que llegue a concretarse, en vista de las condiciones a las que está atado, está hoy en duda.
En los contratos, Argentina renuncia a su inmunidad soberana y acepta someterse a tribunales internacionales en caso de diferendos, concretamente a los fallos de la Cámara de Comercio Internacional, con sede en París. Además se compromete a tener una buena relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y a no entrar en default. Si eso sucediera, China podría reclamar de inmediato el total de la deuda, una cláusula prevista también para los actuales fondos de canje.
Contratos con bemoles
También los otros contratos, firmados en julio, tienen sus bemoles y no es seguro que lleguen a cumplirse. La semana pasada, una delegación argentina firmó en Beijing un acuerdo comercial marco para que China provea equipamiento y servicios por dos mil millones de dólares para la construcción de la cuarta central nuclear argentina, Atucha III.
Los restantes grandes proyectos son la construcción de las controvertidas represas “Néstor Kirchner” y “Jorge Cepernik” y la recuperación de la línea ferroviaria “Belgrano Cargas”. En el caso de estas obras, Argentina debe aceptar una gran participación de empresas de China en los trabajos y la compra de equipamiento y material en ese país. Hasta los durmientes, que podrían fabricarse fácilmente y más baratos en la Argentina, deben traerse de China, según se deriva de los contratos.
En vista de lo complicado de la situación en el mercado financiero argentino, las claras condiciones impuestas por China y el callejón sin salida en el que se ha metido Buenos Aires, al final todo puede no pasar de ser… un cuento chino.
(Fuente: Pablo Kummetz/Deutsche Welle )