Christian atesorará el recuerdo de su noveno cumpleaños por el resto de sus días. (Foto: Pixabay/Referencial)

Christian atesorará el recuerdo de su noveno cumpleaños por el resto de sus días. (Foto: Pixabay/Referencial)

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Estaba ansioso por celebrar su noveno cumpleaños pero las cosas no salieron como esperaba al llegar el gran día. Solo uno de todos sus invitados confirmó su asistencia por lo que su madre se mostró decepcionada no porque la fiesta apuntaba a ser un fracaso sino por cómo iba a sentirse su hijo, que padece de autismo; sin embargo, aquel día terminó siendo uno de los mejores de su corta vida gracias a un grupo de personas de buen corazón.

Todo comenzó cuando Christian Larson de Idaho, en Estados Unidos, invitó a todo su salón de clases a celebrar con él su onomástico y su madre Lindsay hizo todo lo que estuvo a su alcance para que fuera algo especial pero no contó con que solo una niña aceptaría asistir. ¿El motivo? El desconocimiento de algunos compañeros que se muestran un poco distantes con su hijo debido al autismo que padece.

“Con el autismo, muchas veces existe un componente sensorial. Algunos chicos son buscadores sensoriales, que significa que adoran sentir el lodo sobre ellos, adoran ensuciarse. Y otros no pueden tolerarlo. Christian definitivamente es un buscador sensorial. Adora la vida, adora involucrarse, y cuando era bebé, se llevaba más comida a la boca de la que podía comer”, contó Lindsay en una entrevista con el diario USA Today compartida en YouTube.

Pese a ello, la mujer no quería desilusionar a su pequeño y continuó con los planes de la fiesta, sin imaginar que la solución a su problema sería provisto por una amiga que vive en Texas, que quiso estar presente en la celebración pero que al no poder venir, buscó un reemplazo que sabía iba a ser del agrado del cumpleañero: un amigo que es entrenador de un equipo de fútbol americano que vivía en un pueblo cercano.

Sin pensarlo dos veces, el entrenador Dan se puso en contacto con la madre de Christian y le preguntó si podía llevar a algunos de sus mejores jugadores a la fiesta. Lindsay le dijo que no había inconveniente y le agradeció por su gesto hacia su menor hijo. Pero lo que ella no sabía era lo que estos invitados de última hora tenían planeado para el cumpleañero, al que sorprendieron con su abrumadora presencia.

“Comenzaron a llegar uno a uno y…”, dijo la madre de Christian antes de ser interrumpida por el pequeño. “¡Y comenzaron a corear mi nombre! ¡Christian! ¡Christian! ¡Fue algo absolutamente asombroso!, agregó el niño, que interactuó de principio a fin con el grupo de adolescentes del equipo de fútbol americano de una escuela secundaria que llegaron con sus respectivos uniformes a la fiesta.

Incluso, los jugadores trajeron varios regalos para el pequeño e incluso le obsequiaron un balón de fútbol americano. Christian no paraba de sonreír por los nuevos amigos que había hecho y su madre confesó que desde ese día, su hijo se va a la cama a dormir con el ovoide bajo el brazo. Un simple acto de bondad y amor que para un niño con necesidades especiales significó un recuerdo que atesorará de por vida.