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Mark Holmgren, de Canadá, tenía 17 años cuando sufrió un grave accidente de tránsito. Un amigo le había prestado su moto, “manejaba demasiado rápido y en una curva patiné y me fui al suelo. Los nervios de mi hombro se cortaron. Desde aquel día mi brazo no sirvió más. No lo podía mover y tampoco sentía nada”. A raíz de ello, Mark no pudo usar más su brazo, hace ocho meses decidió que se lo amputasen.
Sin embargo, a Holmgren, que ahora tiene 37 años, se le ocurrió una “solución”. “Primero pensé ‘voy a esperar, seguro que serán capaces de hacer algo con mi brazo, inventarán algo nuevo o *me darán un brazo robótico*’. Pero nada de ello ocurrió, y al final decidí seguir adelante”, declaró a CTV News. Fue entonces cuando tomó la decisión de que se lo amputasen, pero pidió que guardaran su extremidad.
Un mes después de la amputación, desde el hospital le dijeron que ya podía pasar a buscar su brazo. Se lo llevó en una bolsa de basura y una vez en casa lo mantuvo en el congelador durante un mes. Su plan era llevarlo a un taxidermista para que disecase el esqueleto, pero tras visitar a varios no logró que nadie accediera a hacer el singular encargo. “No querían tocar partes del cuerpo de una persona”, reveló.
Sin embargo, conoció a Legends Taxidermy, quienes accedieron a su petición. Lo dejó hace unas semanas y se lo devolvieron justo para Navidad. “Lo más destacado del año ha sido trabajar en este proyecto. Nos pidió si podíamos limpiar su brazo. Es lo más extraño que hemos hecho, pero nos sentimos bastante realizados al ver el resultado”, señalaron los taxidermistas desde su página de Facebook.
“Algunos de los que trabajaban allí no lo querían tocar, pero otros sí. Cuando la gente lo ve, hay todo tipo de reacciones”, cuenta Mark, quien estos días le ha ido mostrando el esqueleto de su brazo a las personas con las que se ha reunido para pasar la Navidad y el Año Nuevo. “Estoy feliz por haberlo hecho, aunque entiendo que no sea algo que guste a todo el mundo”, concluyó.