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Historias | Facebook viral | Frutas, maíz y café son la moneda habitual para comprar medicinas en el Hospital de San Carlos en Altamirano, municipio del sureño estado mexicano de Chiapas, donde la vieja tradición del trueque garantiza a los enfermos el acceso al tratamiento médico.

“El servicio médico en San Carlos es gratuito pero los medicamentos no, algunos pacientes pagan con cosas simbólicas como naranjas, café y maíz que recogen de la cosecha” explica sor Adela Orea Duarte, miembro de la congregación Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, médico general y directora del hospital.

Osvaldo Hernández Aguilar, un paciente diabético que debe caminar más de 6 horas para llegar al San Carlos, cuenta a Efe que desde hace dos años no ha podido trabajar sus tierras por su enfermedad y que su único apoyo económico se lo proporciona uno de hijos pero aun así no es suficiente.

“Aquí son muy buenos; como nosotros no traemos dinero, no podemos pagar todo lo que necesitamos. Aquí me dan tiempo para pagar poco a poco, así venimos, yo todavía debo aquí porque no puedo pagarlo todavía; estoy viajando pero estoy pensando pagar poco a poco, aquí si por eso hasta acá venimos”, relata.

Ana Luna Moreno comenta que llevó a su madre, que es hipertensa y tiene problemas cardíacos a que le hagan estudios. “Hoy vine a pagar mi debe (deuda) con alimentos por falta de dinero, siempre pago poco a poco, aquí nos dan el apoyo siempre”, dice.

Hasta la fecha el hospital opera únicamente con recurso propio y donaciones que se agotan rápidamente ante la demanda de los servicios, a diario se atiende a más de 70 pacientes y en temporada de campañas médicas la asistencia es de más de 150 enfermos.

“Este hospital fue fundado por unas hermanas Dominicas de Dakota del Sur, norteamericanas, llegaron en 1969 a Chiapas, trabajaban en toda la zona de la selva y se dieron cuenta que la salud estaba muy precaria”, comentó.

Las religiosas, explica “pensaban que era necesario levantar un pequeño dispensario y decidieron hacerlo aquí en Altamirano porque era un punto estratégico para la entrada a las Cañadas de la selva de Ocosingo”.

Pero fueron rebasadas por las necesidades de las comunidades en materia de salud y decidieron traspasar el proyecto al obispo Samuel Ruiz, entonces titular de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, en el sureño estado de Chiapas.

Ruiz les pidió a las Hija de la Caridad de San Vicente de Paul hacerse cargo del hospital. Con un médico, dos enfermeras y una trabajadora social, las religiosas llegaron a Altamirano en avioneta, la única forma de hacerlo porque en aquel tiempo no se podía llegar por tierra.

Sor Adela recuerda que existía una compañía norteamericana, “Alas de Socorro”, con tres avionetas en San Cristóbal de Las Casas que se comunicaba con ellas por radio para saber cómo estaba el tiempo para poder volar y si estaba bien, entonces los enfermos graves podían ser trasladados para su atención médica.

En aquel tiempo además de los embarazos y los partos, las enfermedades más comunes eran la parasitosis, tuberculosis y, desnutrición por lo que se implementó el proyecto “Esperanza Para la Selva” en 80 comunidades con promotores entrenados en el hospital San Carlos.

Desde sus inicios, el hospital ha estado sujeto a los conflictos sociales de la región, como el que causó el surgimiento del rebelde Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que frenó proyectos y provocó que organizaciones como “Alas de Socorro” desapareciera, expresó Sor Adela.

“El movimiento con los promotores pues también en ese momento se paró, posteriormente se reinició solamente en la región de Altamirano, porque ya no era posible y el hospital en ese momento solo se quedó con el equipo de auxiliares tzeltales que aún continúa y que hoy son enfermeras”, explica.

Señala que a estas enfermeras se les enseñó castellano, educación básica y “actualmente todas ellas ya son enfermeras, ellas fueron las auxiliares básicas indispensables con las que se pudo otorgar la atención de salud que se podía dar en aquel momento”, reconoce.

En la actualidad el hospital ha mejorado su infraestructura y cuenta con 60 camas, una plantilla de 115 profesionales de la salud y una red de apoyo de donadores, sin embargo la demanda continúa en crecimiento y cada día los recursos resultan insuficientes.

Señala que ahora los padecimientos que detectados en los consultorios son las enfermedades crónicas, como cáncer y diabetes, hipertensión, tuberculosis, desnutrición y problemas psiquiátricos.

“Tenemos registrados diferentes tipos de cáncer, ya al final de año tendremos el porcentaje pero si nos está llamado la atención las neoplasias que son más frecuentes y tenemos una acidemia propiónica que es una enfermedad rara” comenta a Efe, María Isabel Casas Marroquín, coordinadora médica del hospital.

Mitzi Mayauel Fuentes Gómez / EFE

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