Chile: hallan el Itata, el buque a vapor que se hundió en el Pacífico en 1922

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Un grupo de exploradores encontró restos del buque a vapor Itata, que en 1922 se hundió frente a la costa de Chile (EFE)
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Un grupo de exploradores encontró restos del buque a vapor Itata, que en 1922 se hundió frente a la costa de Chile (EFE)
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Un grupo de exploradores encontró restos del buque a vapor Itata, que en 1922 se hundió frente a la costa de Chile (EFE)

Un grupo de exploradores encontró el buque a vapor Itata, también conocido como el “Titanic chileno”, que hace 95 años se hundió en una gran tormenta frente a las costas de la región norteña de Coquimbo, con más de 400 personas a bordo.

“Podríamos asegurar que para Chile el hallazgo del Itata es el más importante en materia de patrimonio subacuático”, señaló a la prensa el cineasta y biólogo marino de la Universidad Católica del Norte (UCN), Carlos Cortés.

Cortés, que fue una de las personas que encabezó la expedición, explicó que fueron años de investigación y búsqueda “por lo que es un gran logro haber concretado este trabajo”.

“Lo que sigue es lanzar nuestro documental, terminar de tramitar los permisos de monumentos nacionales para hacer el levantamiento arqueológico, y buscar la financiación para la realización de nuestra película de ficción”, añadió Cortés.

Explicó que hace algunas semanas, el grupo de investigadores de la UCN y el Director de Ciencias de Oceana, Matthias Gorny, experto en el manejo del Remotely Operated Vehicle (ROV)), habían localizado el punto de hundimiento, pero sin dar con los restos del barco.

“La historia cambió sólo unos días después, cuando a 200 metros de profundidad las imágenes que arrojaba el robot submarino confirmaban que la expedición se encontraba sobre parte de la embarcación”, subrayó.

El secretario de investigación de la Facultad de Ciencias del Mar de la UCN, Javier Sellanes, dependencia que en los próximos meses recibirá un ROV que permitirá seguir pesquisando el naufragio, enfatizó que el descubrimiento también abre “un enorme abanico de posibilidades” de investigación, desde la arqueología submarina a la antropología, historia e incluso química y biología marina.

“Todo esto se continuará realizando con los correspondientes permisos y el debido respeto tanto a quienes perdieron su vida en este trágico suceso como a sus familiares”, agregó.

Fue hace siete años que Cortés junto al productor audiovisual Ricardo Bordones dieron inicio a esta investigación.

“Primero reeditamos un libro de uno de los náufragos del Itata, y con el tiempo fuimos recabando más antecedentes, y pudimos sumar el apoyo de la UCN, la Armada de Chile, la ONG Oceana, el Consejo de la Cultura, la municipalidad de la localidad de La Higuera, las empresas Sacyr y TPC, apoyos fundamentales para la materialización de los objetivos de investigación planteados”, señaló Bordones.

Dar con el Itata era crucial para cerrar esta historia, y fue así que Oceana se sumó a los trabajos exploratorios. Se sabía que el vapor se encontraba entre Punta de Choros y Caleta Chungungo, una zona que la ONG de conservación marina conoce muy bien.

“En Oceana hemos realizado varias expediciones científicas frente a las costas de La Higuera debido a la importancia ambiental de este lugar”, señaló Matthias Gorny, director de Ciencias de Oceana Chile.

“Por ello, quisimos colaborar en la búsqueda del Itata, aprovechando la tecnología con la que contamos, y gracias a las imágenes de nuestro robot submarino, pudimos confirmar que lo que estaba ahí eran los restos del barco”, añadió.

El hallazgo del Itata, por otra parte, suma nuevos atractivos turísticos para la región de Coquimbo, reconocida mundialmente por su riqueza natural.

El barco se encuentra hundido frente a una de las zonas más visitadas en dicha región, 458 kilómetros al norte de Santiago, en las cercanías de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, un lugar privilegiado para el avistamiento de cetáceos y aves marinas.

El naufragio del “Titanic chileno”, es la mayor tragedia naval en la historia del país, una desdicha que enlutó a centenares de familias chilenas, especialmente de las ciudades-puerto de Valparaíso y Coquimbo, en el funesto 1922.

Ese año también es recordado por el terremoto de Vallenar de 8,5 grados de magnitud y el posterior tsunami que generó y que terminó barriendo con las costas de Coquimbo, dejando una estela de muerte y destrucción a su paso.

EFE

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