Dos hombres se sientan frente al cartel de la asociación de moradores y del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE). (Foto: EFE)

Dos hombres se sientan frente al cartel de la asociación de moradores y del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE). (Foto: EFE)

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Lejos de la imagen de violencia e inseguridad de las barriadas pobres de Río de Janeiro se encuentra la favela Tavares Bastos, una comunidad pacífica sin narcotráfico ni milicias (grupos paramilitares), reflejo de los grandes contrastes de Brasil, con olor a jazz, a arte urbano, a feminismo y a vecindad.

Las grandes desigualdades de Río de Janeiro se plasman en el singular paisaje de la ciudad, y frente al turismo de sol que atrae a miles de turistas a las emblemáticas playas de Ipanema y Copacabana se levantan morros en los que se construyen favelas, asentamientos informales con una vida paralela a la de la ciudad y que han ganado fama mundialmente como lugares peligrosos.

Sin embargo, no todo es inseguridad, tráfico de drogas y peligro en estas barriadas, la favela Tavares Bastos, en la zona sur de la ciudad, rompe con los prejuicios y se presenta como un lugar seguro, en parte por su vecindad con la sede del Batallón de Operaciones Especiales de la Policía Militar (BOPE).

Entre las singularidades de esta favela destacan las actividades promovidas por la organización no gubernamental (ong) “Rede Nami”, que promueve arte y feminismo, y ofrece una espectacular casa de jazz que luce como una obra de arte, conocida como “The Maze”.

Para llegar a esta favela, calles empedradas y cuestas infinitas son el recibidor que conduce hasta un laberinto de vías estrechas vigiladas por perros y gatos callejeros y de casas humildes y coloridas que se amontonan unas a otras con un desorden que parece premeditado.

Dentro de la favela, los vecinos se conocen y se saludan con familiaridad y confianza y son muchas las puertas de las casas se pueden ver abiertas, en reflejo de la seguridad del lugar.

Severino Silva, uno de los vecinos de Tavares Bastos, es fotógrafo y hace 40 años que vive en la favela, a la que describe como “una de las comunidades más tranquilas” de la ciudad, un “paraíso”.

Silva explicó a Efe que es normal ver a niños jugando en la calle hasta tarde, sin preocuparse porque pueda haber un tiroteo, y que los residentes se ayudan unos a otros.

La tranquilidad de la favela y la particularidad del paisaje hizo que fuese escogida como escenario de películas como “Tropa de élite”, un premiado filme precisamente sobre el BOPE, o “El increíble Hulk” y también que los artistas estadounidenses Snoop Dogg y Pharrell Williams rodaron un videoclip en sus calles.

Uno de los mayores atractivos de la comunidad es el albergue casa de jazz “The Maze”, dirigido por el periodista y artista plástico inglés Bob Nadkarni, quien se enamoró de la favela la primera vez que la vio.

Nadkarni conoció a una mujer vecina de la comunidad y cuando la visitó en la favela, la convirtió en su hogar, compró una casa y montó uno de los locales más conocidos de la noche carioca, con espectáculos de jazz al aire libre que tienen como fondo el espectacular paisaje del Pan de Azúcar.

“The Maze” está en una de las partes más altas de la comunidad y por eso sus vistas son privilegiadas. Además, las paredes de este albergue están adornados con pictóricos y coloridos mosaicos y enormes cuadros, todo obra de su dueño.

Para él, Tavares Bastos “es el cielo”, el único lugar de Río de Janeiro donde “sabes que nada te va a pasar”, por el que se puede caminar de noche sin peligro.

Asimismo, al caminar por la favela también se puede observar un mensaje de protesta y revolucionario, los muros de cemento de la comunidad son el lienzo del arte urbano y en ellos lucen grafitis con mensajes y dibujos en recuerdo de la concejala y activista asesinada a tiros Marielle Franco o a la premio nobel de la paz Malala Yousafzai.

El feminismo, la solidaridad y el rechazo al Gobierno del presidente Jair Bolsonaro son los protagonistas del arte callejero de Tavares Bastos.

En una de las calles de la comunidad se encuentra la sede de la ONG “Rede Nami”, cuya directora, Pamela Castro, declaró a EFE que intentan usar el arte para promover los derechos de las mujeres y que, aunque coincide con sus vecinos en la tranquilidad del lugar, apunta que debido a su activismo y a las causas que defiende sí siente peligro.

Castro también critica que “la gente de la favela no es juzgada y defendida como la gente del resto de la ciudad” por lo que su activismo intenta romper con los prejuicios que sitúan a los habitantes de las comunidades como marginales.

Una mezcla de arte, música, solidaridad y seguridad construye la favela Tavares Bastos, que rehuye del tráfico de drogas y del poder de las milicias, y se mantiene, según la describen aquellos que viven allí, como “un paraíso”. EFE*