El elefante marino fue equipado con un sensor especial sobre la cabeza con el que recopiló datos sobre la transmisión del calor en las corrientes marinas. (Foto: NASA)

El elefante marino fue equipado con un sensor especial sobre la cabeza con el que recopiló datos sobre la transmisión del calor en las corrientes marinas. (Foto: NASA)

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Una colaboración de científicos franceses con el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (California, EE.UU.), que buscaba estudiar el comportamiento de la transmisión del calor de forma vertical en las corrientes marinas, ha contado con un inusual ayudante: un elefante marino.

El animal ha logrado recopilar datos durante varios meses mediante un dispositivo instalado en su cabeza en forma de un gorro pequeño, que incluye un sensor y un transmisor con antena. Un estudioso se lo instaló mientras este mamífero estaba en las islas Kerguelen, territorio ultramar de Francia en latitudes subantárticas, donde pasan gran parte del año para procrear y mudar la piel.

La corriente circumpolar antártica es una corriente marina que conecta los océanos Atlántico, Pacífico e Índico; es una de las corrientes más significativas en nuestro sistema climático porque facilita el intercambio de calor y otras propiedades entre los océanos que conecta. Sin embargo la forma en que la corriente transfiere el calor, especialmente desde las capas más altas hasta el fondo del océano y viceversa, todavía esconde aspectos desconocidos.

La corriente es muy turbulenta, produce remolinos y llega a cubrir hasta 21.000 kilómetros en una zona especialmente remota e inhóspita, por lo que resulta difícil para los científicos conseguir observarla. Es aquí donde entra en juego el elefante marino que ayudó a los científicos: durante los tres meses que el mamífero portó el ‘gorro’, recorrió 4.800 kilómetros de esta región. Además, realizaba unas 80 inmersiones diarias a profundidades de entre 500 metros y un kilómetro, según recoge el sitio web de la NASA.

Las mediciones recopiladas han proporcionado a los científicos “una nueva visión de cómo el calor se mueve verticalmente entre las capas oceánicas en esta región inestable”. Esta información sirve para comprender mejor la cantidad de calor solar que el océano es capaz de absorber, según valoraron los analistas.

Datos satelitales de la superficie del océano mostraron dónde se encontraban los remolinos y a cuáles se dirigía el león marino. “Los remolinos medianos impulsan la producción de frentes pequeños (cambios repentinos en la densidad del agua, similares a frentes fríos y calientes en la atmósfera)”, señaló la Lia Siegelman, científica visitante en el mencionado laboratorio de la NASA.

Según los análisis realizados, estos frentes funcionarían como ductos que transportan mucho calor desde el interior del océano hacia la superficie. “La mayoría de los estudios de modelos de corrientes indican que el calor se movería desde la superficie del océano hacia el interior en estos casos, pero con los nuevos datos obtenidos por la foca, vimos que no era el caso”, explica la especialista.

“Una idea inexacta de estos frentes a pequeña escala podría subestimar considerablemente la cantidad de calor transferido desde el interior del océano de vuelta a la superficie”, dijo Siegelman. A causa de este error se sobreestimaría la cantidad de calor que el océano puede absorber, con implicaciones en la capacidad del océano de compensar los efectos del calentamiento global.

Los modelos climáticos utilizados para estimar el equilibrio térmico de la Tierra no tienen en cuenta estas microestructuras en el océano, pero los investigadores estiman que deberían hacerlo.

Los científicos afirman que es probable que este fenómeno esté presente en otras áreas oceánicas turbulentas en las que son comunes los remolinos. Aunque sus resultados son significantes, Siegelman cree que hacen falta más investigaciones para comprender y cuantificar los efectos a largo plazo que estos frentes pueden tener en los océanos a nivel global y en nuestro sistema climático. Además estiman que los resultados podrían ser más pronunciados durante los meses de invierno (el estudio se realizó en primavera-verano), cuando estos frentes tienden a ser más fuertes.

(Fuente: RT en español )

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