(Foto: Cortesía NASA)

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Se sabe que los agujeros negros supermasivos se encuentran en el centro de la mayoría de las galaxias. A partir de las ondas gravitacionales, los científicos intentan entender cómo pueden llegar a adquirir sus gigantescas dimensiones.

Un equipo de astrónomos ha utilizado información sobre las ondas gravitacionales obtenidas por el radiotelescopio Parkes, situado en Australia, para estudiar un interesante aspecto del universo: el crecimiento de los agujeros negros masivos.

Las ondas gravitacionales son ondulaciones del espacio-tiempo producidas por un cuerpo masivo acelerado. Al medir las variaciones observadas en la velocidad a la que gira un púlsar (una estrella de neutrones que emite radiación periódica) los astrónomos pueden no solo observar la presencia de estas ondas, sino también comprender por qué varios de los mayores agujeros negros son tan ‘gordos’.

Estos agujeros negros son estructuras con un peso de millones a miles de millones de masas solares. Por ejemplo, la masa del agujero negro supermasivo que se encuentra en el centro de la Vía Láctea es aproximadamente cuatro millones de veces superior a la del Sol.

El agujero negro más masivo observado hasta la fecha se encuentra a 308 millones de años luz de distancia, en la galaxia elíptica NGC 4889. Se estima que el agujero negro Caldwell 35 tiene una masa que supera a la del Sol en 21.000 millones de veces.

La clave, en las predicciones de Einstein

Las ondas gravitatorias, predichas por Einstein, aún no se han observado directamente, aunque los físicos están haciendo grandes esfuerzos para detectarlas.

“Cuando los agujeros negros están a punto de unirse, emiten ondas gravitacionales con una frecuencia que deberíamos ser capaces de detectar”, explicó Ramesh Bhat, del Centro Internacional para Investigación de Radioastronomía de la Universidad de Curtin (ICRAR), en Australia, y uno de los directores del estudio.

Los científicos han descubierto que las estrellas de neutrones se forman después del colapso del núcleo de estrellas masivas a medida que se desarrolla una supernova y algunos de estos cuerpos se manifiestan como púlsares. De esta manera, estas emisiones pueden ser observadas como destellos en la oscuridad y los astrónomos trabajan para detectar las pequeñas variaciones en las emisiones.

“La fuerza del fondo de la onda gravitatoria depende de la frecuencia con que los agujeros negros supermasivos giran juntos y se fusionan, de su tamaño y de la distancia a la que se encuentran”, dijo Bhat.

Con los datos recopilados durante 20 años por el Observatorio Parkes, los investigadores han elaborado una pronta conclusión de que los agujeros negros supermasivos no ganaron masa únicamente a través de fusiones. Aunque los datos no son suficientes para detectar las ondas gravitacionales, el equipo de investigación continuará recopilando información para comprender la naturaleza de los agujeros negros supermasivos, así como de los púlsares y sus propiedades. (Fuente: RT en español )