Los 10 episodios de la segunda temporada de 'Sense8' ya están disponibles en Netflix (Foto: Netflix)

Los 10 episodios de la segunda temporada de 'Sense8' ya están disponibles en Netflix (Foto: Netflix)

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Por: César Valero
RESEÑA, VIDEOS Y FOTOS. Hay dos momentos que marcan la segunda temporada de Sense8 que no tienen nada de ciencia ficción, pero sí una sobredosis de humanidad. Si bien no son los únicos, son unos minutos llenos de emotividad y empatía como para aclarar que en última instancia, en medio de la carrera por sobrevivir como sensates, el drama de Netflix es, después de todo, un drama humano.

El discurso de Nomi en el matrimonio de su hermana y el tardío reencuentro entre Will y su padre son escenas como para repetirlas varias veces en YouTube, como para conectarse con uno mismo, con nuestras familias y amigos, como para confirmar cuándo poderosa puede ser una conexión y comprender que el lazo entre los sensates es más que un compartir de habilidades y recuerdos. El corazón salta cuando nos toca ser humanos y mucho más si entendemos lo que significar ser humano. Las palabras de Lito en el Día del Orgullo y la respuesta inicial al ‘¿quién soy yo?’ también viajan llenas de esta carga que podríamos denominar espiritual, pero esas otras escenas son tan poderosas que complementan de buena manera el eje central de estos nuevos episodios de Sense8.

UNA SERIE COMO POCAS

Después de haber sido visto por Whispers, Will y su grupo deben esconderse lo más posible. La BPO está cazándolos y su conexión es lo único que puede mantenerlos con vida ahora que el cerco levantado en todo el mundo está achicándose, cada vez más cerca de sus cabezas. Y si eso no fuera suficiente, cada uno debe librar batallas personales dentro de sus propios límites geográficos en pos de su libertad. Claro que se tienen el uno al otro. Son ocho corazones, ocho cerebros, 16 brazos, 16 piernas y ocho sexos, pero cada historia independiente es tan complicada que parece difícil ganar la guerra, sobre todo cuando se cruzan en su camino otros sensates que no tienen la intención de colaborar, sino de hacerlos caer. Esa es básicamente la segunda temporada de Sense8, donde también es respondido de cierta forma quiénes son exactamente los sensates y por qué son perseguidos a nivel global.

Si la primera temporada de Sense8 fue todo un suceso por su ambiciosa narrativa y cinematografía, los nuevos episodios de la serie creada por J. Michael Straczynski, Lana y Lilly Wachowski van mucho más lejos visualmente, desde la perspectiva de mostrar lo que pueden hacer juntas ocho mentes conectadas, y también desde el ángulo de la historia. Hoy ya se sabe que el origen de los sensates pasa por la misma evolución y que la participación de los ocho protagonistas de esta serie en realidad es una pequeña parte de un todo bastante amplio y complejo. El grupo de Will es solo uno de los tantos que persigue la BPO, de la que Whispers es una parte activa e importante, pero no la única. Hay muchas preguntas que han sido develadas, pero al mismo tiempo han surgido otros misterios. Además, como para decir que Sense8 tiene para rato, la segunda entrega ha cerrado con un cliffhanger que ha puesto la esperanza del lado de los justos.

A diferencia de otras producciones de Netflix que han estirado sus historias a partir del éxito que han cosechado en el camino – hola, Stranger Things y 13 Reasons Why -, Sense8 ha sido tejida como una aventura a largo plazo y su segunda temporada ha dejado los cimentos para explorar una narración mucho más internacional y fantástica de lo que podría haber esperado cualquier espectador. Hay una guerra y el intercambio de golpes y balas – en escenas coreográficas al estilo de The Matrix – ha sido inevitable. Asimismo, ha habido lágrimas y dolor, pero también inocencia y bufonería. Algo de ciencia ficción, pero vida más que todo. Dentro de lo posible, Sense8 es un drama alojado en la realidad y sus personajes deben sobrevivir no solo a la persecución, sino también a dichos problemas. Deben sobrevivir a su opción sexual, a sus decisiones, a su origen, a su sociedad, a sus familias, a la pobreza, a la riqueza, a todos los escollos que puede lanzarle este mundo a cualquier persona. Y esa es la razón por la que Sense8 es un drama humano de denuncia y supervivencia. De supervivencia en todo el sentido de la palabra.

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Lito nuevamente es el espíritu del equipo (Foto: Netflix)

Sense8 también es un grito de libertad. Sus escenas sexuales no son gratuitas. Es necesario verlas solo por el placer de verlas. Es necesario ver que el amor puede ocurrir de distintas formas, pero que en esencia es el mismo. Si bien en el pasado critiqué el especial de Navidad de Sense8 por enfocarse en la agenda LGBT en desmedro de la historia, esta vez el sexo fluyó naturalmente, sin ninguna bandera, pero con bastante significado dentro del mar de los sensates.

Cada personaje ha aportado lo suyo – desde luego, unos más que otros – para hacer de Sense8 un show imperdible y adorable. Un show que no ha descubierto la pólvora – la conexión mental no es una novedad -, pero que ha sabido reunirlos en una fórmula ganadora, en un rompecabezas de mil piezas, donde la sintonía es arte en su máxima esencia. ¿Acaso no es mágico ver cómo sus son superpuestas una consciencia tras otra? Es una danza que vale algunas temporadas más.