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Cuidado, alerta de spoiler. Posesiones demoniacas, exorcismos y violencia son los ingredientes base de una nueva fórmula que quiere apoderarse de la televisión. Y si es de la mano del creador de The Walking Dead, Robert Kirkman, Outcast tiene un camino bastante auspicioso y su piloto, titulado ‘A Darkness Surrounds Him’, cumple con dicha expectativa. Puede que por momentos parezca vago y confuso, pero el final del capítulo da sentido a todo. Después de los pocos más de 50 minutos del debut, la línea de Outcast es clara (si es que no has revisado los cómics antes como preparación).

Solo la introducción deja muy en claro que el propósito de Outcast es asustar al televidente y la primera escena, con un niño siguiendo con la mirada a una cucaracha, confirma ese objetivo. ¿Quién es este chico? Hasta este punto no está claro. ¿Acaso es el protagonista? Aún no lo sabemos, aunque sí podemos asumir que esta poseído, una vez visto que aplasta la cucaracha con su cabeza, lamiendo sus restos como si se tratase de la golosina más rica del mundo.

Con la cabeza embarrada con lo que quedó del insecto, el mismo niño sale de su cuarto y se dirige a la cocina, donde encuentra a su madre y a su hermana discutiendo, pero las ignora. Solo quiere seguir comiendo y por eso coge una bolsa de papas fritas. ¿Acaso volvió a la normalidad? Por un momento parece que sí, pero pronto muerde por accidente su dedo y entonces decide que quiere seguir comiendo su mano. Solo entonces su mamá advierte su presencia y pega un grito de horror cuando ve que está a punto de sacarse un dedo.

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(Foto: Fox)

ROME

Rome (Roma) es el nombre del pequeño pueblo en West Virginia (Estados Unidos) donde tiene lugar Outcast. Rome parece ser un lugar tranquilo y pacífico, pero con el paso de los minutos es evidente que algo no marcha muy bien en esta ciudad.

Cuando tiene una mano ganadora, el reverendo Anderson (Philip Glenister) recibe el aviso de una visita y da por concluido su juego de cartas con otras autoridades locales. Algo irritado, el sacerdote sale de su sala de juego, se viste apropiadamente y atiende a Betsy Austin (Lacy Camp), la madre del niño de la cucaracha, sin poner muchos reparos a su relato. Si bien explica al inicio que podría tratarse de otra cosa, al final acepta que podría estar ante un caso de posesión demoniaca, sin sorprenderse mucho, pero ¿por qué tanta calma?

En otro punto de Rome, un hombre sueña – o recuerda – a una mujer, pero unos golpes y unos gritos de “¡Kyle!” lo despiertan, aunque no atiende a la visitante. Kyle (Patrick Fugit) solo deambula entre el caos de su casa para finalmente sentarse a desayunar, pero la mujer de afuera insiste, lo ve a través de una ventana y no le queda más remedio que abrirle. “Solo vine a ver cómo estás”, le dice Megan (Wrenn Schmidt) tras inspeccionar las deplorables condiciones en las que está viviendo. Es su hermana adoptiva. Solo quiere ayudarlo, por lo que termina por aceptar su ayuda y salen de compras, aunque Kyle antes de salir recuerda que en esta misma casa fue atacado por su madre, arrastrado por el piso, jalado del cabello y encerrado en una despensa. En su visión, su madre tiene un aspecto terrible, sucio. ¿Acaso padecía alguna enfermedad mental o sufría algo más?

Kyle no está acostumbrado al contacto con otras personas – estuvo encerrado cinco meses en su casa – y por eso llama la atención en el supermercado hasta que es reconocido por unas mujeres que le hablan del niño de la familia Austin y relacionan el caso con el de su mamá. Según estas residentes de Rome, “fuerzas oscuras” se apoderaron del pequeño Joshua (Gabriel Bateman), “como lo que le pasó a tu pobre madre”, sin que Kyle niegue tales afirmaciones. Entonces, ¿su madre fue poseída por un demonio? Todo parece indicar que sí, aunque Megan rechaza todo y decide continuar con las compras.

En casa de los Austin, el reverendo Anderson enfrenta al demonio en el cuerpo de Joshua, gritándole, con una cruz al frente, “sal y enfréntame, cobarde, te ordeno que liberes a este niño”, lanzándose agua bendita mientras su madre ruega por él. En determinado momento, el niño levita antes de golpear al reverendo y a su mamá. Si bien es retenido finalmente en la cama, el exorcismo no funciona. El sacerdote ha sido sobrepasado.

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(Foto: Fox)

De vuelta con Kyle, Megan lo lleva a su casa para que comparta la cena con su familia, aunque nadie, ni siquiera ella, cree que realmente sea una buena idea, sin explicarnos hasta el momento el quid de este drama familiar. Solo cuando Mark (David Denman), el esposo de Megan, se suma al grupo, se entiende en algo por qué Kyle genera tanto rechazo. Conversando con Megan, Mark, quien es policía, reconoce que le preocupa que su cuñado ataque a su hija como lo hizo con la suya, aunque no precisa las circunstancias de esa agresión, mientras en la sala, ajeno a esta conversación, Kyle decide marcharse cuando su sobrina le dice que “lastimaste a tu hija y ahora ya no eres padre”. ¿Realmente atacó a su hija? Por su reacción, puede que no.

Al día siguiente, con el teléfono que le compró Megan, Kyle llama a la mujer que apareció en sus sueños. Se trata de su exesposa, Allison (Kate Lyn Sheil), aunque no le habla. Solo cuelga mientras ella se queda viendo a su hija a lo lejos. Frustrado, Kyle rompe el teléfono y un rato después visita a su vecino, a quien le pide prestado su automóvil para ir a la casa de los Austin, donde se reencuentra con el reverendo Anderson, para quien su visita es una señal.

Cuando su madre ‘enfermó’, Kyle fue ayudado por el reverendo, aunque según el sacerdote, el mismo niño se encargó de salvarla. “Mi madre se enfermó, no sé más sobre eso, era solo un niño”, retruca Kyle antes de escuchar a Anderson hablar del mal y de su presencia en Rome y en todo el mundo. Kyle no quiere creer en demonios, pero cuando tiene al frente a Joshua, sus creencias dan un giro drástico. El niño sabe cosas de su vida que nadie más sabe. Le dice que “hace tiempo que intentamos hallarte, paria (outcast en español), por demasiado tiempo nos has ocultado tu luz” antes de abalanzarse sobre él y acercar su boca a la suya de tal forma que absorbe algo desconocido de su cuerpo. Para suerte de Kyle, la intervención del padre aleja al demonio.

Ya fuera de la habitación de Joshua, Kyle le pide al reverendo que renuncie, pero este le confiesa que no puede hacerlo, que cuando se cruzó con el caso de su madre comprendió que el demonio existe y desde entonces tiene claro su propósito en la vida, y quizá motivado por estas palabras, Kyle visita a su madre en un hospital, donde se encuentra en estado vegetal, y recuerda nuevos pasajes de su dolorosa niñez, con esta atacándolo hasta que una lágrima suya la aleja.

A la mañana siguiente, Kyle decide acompañar nuevamente al reverendo, diciéndole que busca respuestas porque cree él es el causante de lo ocurrido con su mamá, así que cuando están de vuelta en la habitación de Joshua, pasando por alto que el demonio le dice que es muy valiente por haber vuelto, Kyle repite lo que pasó el día de la liberación de su madre. En primer lugar, retira las cortinas porque al demonio no le gusta la luz y ¿después? Golpea al niño. Lo golpea en varias ocasiones como si se tratara de un hombre de su contextura. Lo golpea y golpea, pero el demonio sigue en el mismo lugar y se defiende, mordiéndole la mano al punto que parece que puede arrancársela, pero cuando si boca hace contacto con su sangre, el demonio grita de dolor e intenta alejarse. Solo entonces Kyle entiende lo que ocurre. Él es la clave. Tal como ocurrió con su lágrima sobre la piel de su madre, su sangre aleja al demonio. Su ser, por alguna razón aún no precisada, tiene algo que daña al mal y bajo esa premisa, sostiene a Joshua y lo hace tragar su sangre. ¿Qué pasa entonces? El niño poseído se retira unos pasos, dice que “la gran fusión no se puede detener” y expulsa por su boca toda la malignidad que tiene dentro, la misma que se junta en el techo para finalmente deshacerse en el aire. Joshua está vivo y Kyle ya tiene una respuesta.

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(Foto: Fox)

Ya fuera de la casa, soltado por la policía tras ser acusado de haber agredido al niño, Kyle le repite al reverendo que siempre creyó que “era algo que yo les hacía, (pero) ahora sé que es otra cosa” y entonces recuerda lo que ocurrió con su familia: cierto día llegó a casa y escuchó ruidos en la habitación de su hija, donde encontró a su esposa ahorcando a la niña – fue ella, no él -, quien sobrevivió gracias a su intervención. ¿Por qué Allison atacó a su hija? Porque estaba poseída. Los demonios intentan llegar a él a través de sus seres queridos, pero ahora sabe cómo enfrentarlos y por eso puede decir “vengan por mí”.

MIRA AQUÍ EL PRIMER EPISODIO DE OUTCAST