Homero Aridjis. (Foto: EFE)

Homero Aridjis. (Foto: EFE)

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En su 75 cumpleaños, el escritor mexicano Homero Aridjis sigue encontrando cada día en la poesía la “vitalidad” de su existencia, un terreno en el que dice haber experimentado una “extraña” transformación con la que, cada vez más, ha vuelto su mirada a una realidad mexicana con rasgos goyescos.

De ser “un poeta de la naturaleza, lírico, de amor, humanismo y cierto misticismo” ha pasado en su obra a ser “un activista social y ambiental”, y a tratar de expresar el mundo que le rodea, afirma en una entrevista con Efe Aridjis, quien ha sido poeta, novelista, periodista, diplomático y activista.

Explica que sus últimas obras – “Del cielo y sus maravillas, de la tierra y sus miserias” en poesía y Ciudad de zombis en narrativa, ambas de 2014 – están influidas por el artista español Francisco de Goya, sus pinturas negras y su serie de grabados “Los desastres de la guerra”.

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Aridjis se ha inspirado en el modo goyesco de partir del “horror” cotidiano sin caer en lo vulgar y en el tremendismo, extrayendo casos de la realidad mexicana como “la gente colgada de puentes, las mujeres violadas” o aquellas personas que son “capaces de cometer crímenes atroces sin pensarlo y sin sentirlo”.

El poeta asegura que acoge su 75 cumpleaños entre sentimientos “contradictorios”, entre “la satisfacción de sentirse superviviente” y “el miedo de convertirse en posteridad”.

Esta sensación de supervivencia se remonta a su infancia, cuando un accidente con una escopeta hizo que casi le dieran por muerto.

Fue en ese momento cuando abandonó sus ambiciones de convertirse en futbolista para convertirse en el “niño intelectual o poeta” que acabó siendo, cautivado por la literatura después de que le llevaran al hospital el “Sandokan”, de Emilio Salgari, y el cuento “El rey cuervo”, de los hermanos Grimm.

Siguió indagando en las letras a través de los libros que había en su casa paterna, entre los que encontró a Cervantes, Dante y Shakespeare, y más tarde se transformó en un lector “ávido” de poesía, género en el que San Juan de la Cruz, “el poeta más musical en el habla hispana”, se convirtió en su figura “tutelar”.

A pesar de que en su pueblo natal, Contepec (estado de Michoacán), no había “ni bibliotecas ni librerías”, fue el lugar donde empezó a escribir poesía y a amar la naturaleza, y hoy lo define como “la cuna” de sus sueños.

“Cuando me preguntaban por el pueblo decía que Contepec era más grande que París, Nueva York o Londres, porque era tan pequeño que comenzaba y terminaba en el cielo”, recuerda el escritor.

En 1985 creó el Grupo de los Cien, ideado para ayudar a la protección de la naturaleza mexicana y latinoamericana.

“Me he dedicado al medio ambiente porque para mí la defensa de la naturaleza es un acto poético, porque la naturaleza es poesía viva”, apunta Aridjis, quien dice haber esgrimido como símbolo de su lucha la imagen de la mariposa monarca, “como los caballeros medievales llevaban la insignia de su dama”.

El autor de obras como “Mirándola dormir”, “Ojos de otro mirar” o “Memorias del Nuevo Mundo” señala que acaba de terminar una novela y un cuento para niños.

Reconoce que todavía mantiene una rutina creativa porque “la única manera” que tiene para ser feliz es escribiendo poesía, su “alimento del espíritu” y el que ha sido el “leitmotiv” a lo largo de su vida.

“Siempre he dicho que si Dios existe y un día me muero, me encuentro con él y me pregunta qué fui en la vida, estaría feliz de contestarle ‘poeta’”, asegura Aridjis.

(Fuente: EFE)