Cohen ha trascendido géneros y generaciones. (Foto: facebook.com/leonardcohen)

Cohen ha trascendido géneros y generaciones. (Foto: facebook.com/leonardcohen)

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Por: Javier Bedía Prado

Treinta y tres años tenía Leonard Cohen cuando grabó su primer disco en 1967. Las 10 canciones fundacionales del poeta errante, llegado de una isla griega a Nueva York, hoy son piezas intemporales de un artista que trasciende géneros y generaciones.

El cantautor canadiense cumple el domingo 21 ocho décadas de una vida de versos, música, reclusiones, búsquedas espirituales y, como buen ilusionista, reapariciones ante un público de contemporáneos a sus canas y jóvenes. De rockeros, folks, románticos, canallas, intelectuales.

Con un poemario que le dio prestigio en Canadá, un atado de canciones y tras un paso prescindible por universidades de su país y Estados Unidos, el trovador judío se marchó en 1960 a la isla de Hydra, un paraíso de artistas exiliados que vivían en comunas. Frente al mar Egeo, sin electricidad y a lomo de burro para andar, escribió tres poemarios y dos novelas que no le dieron dinero.

ENLACE: Leonard Cohen y el adelanto de su nuevo disco ‘Popular Problems’

Cohen se animó a probar con la música en Estados Unidos, eran los años de la efervescencia del folk. De la mano de su musa nórdica Marianne, la muchacha de la canción, arribó a la Gran Manzana en 1967 y ese mismo año firmó con Columbia, la misma disquera de Bob Dylan.

De la presentación al mundo de su voz y lírica son clásicos Suzanne, Sisters of Mercy, The Stranger Song, Hey, That’s No Way to Say Goodbye y So Long, Marianne, el aviso de despedida del conquistador furtivo al amor que se trajo de Europa. En esos años en el Chelsea Hotel, el reducto de extraviados en Nueva York, Cohen inmortalizó la canción de su aventura con Janis Joplin.

“En el Chelsea Hotel la gente hacía siempre aquello que no estaba permitido. Sus huéspedes eran igual de locos y libres que nuestro grupo de Hydra, pero rodeados de tráfico. Yo entonces estaba abierta a cualquier tipo experiencia, aceptaba la escena tal y como era, sin miedo”, recuerda Marianne Ihlen a El País.

Hasta finales de los 70 grabó seis discos más: Songs from a Room, Songs of Love and Hate, New Skin for the Old Ceremony, Death of a Ladies’ Man y Recent Songs. Los trabajos lo elevaron a la categoría de cantautor de culto, un estatus que mantiene por sobre la mayoría de artistas de la generación, a la altura de Bob Dylan.

Luego de 13 años de giras en Estados Unidos y Europa, depresiones y recitales en festivales de amor libre como el de la Isla de Wight, Cohen comenzó a publicar discos con menos frecuencia y pasó más tiempo en el templo zen de las montañas de Los Ángeles al que ya había recurrido para retirarse.

Entre 1980 y el fin de siglo solo presentó Various Positions, I’m Your Man y The Future, producciones en las que incidió en sus obsesiones: la religión, el sexo, el amor, la soledad, la compañía, la depresión, la política. En el primero de los citados álbumes incluyó su tema más universal: Hallelujah. Con el nuevo milenio, el bardo bajó de las alturas de la meditación.

El poeta que se metió a cantante cansado de que no le alcance el dinero para pagar los escasos gastos en el oasis helénico planeaba ser más pasajero en la música. Lanzó Ten New Songs y Dear Heather, en 2001 y 2004, convertido ya en un clásico.

Cohen era escuchado con reverencia por jóvenes que descubrían en bandas sonoras de películas o covers de músicos de su generación a uno de los creadores más enigmáticos y complejos de la canción popular del siglo XX. Una casualidad decepcionante devolvió a los estudios y giras al hombre de voz cavernosa: su mánager y amiga Kelley Lynch lo desfalcó por más de US$5 millones.

Sin fondos en su cuenta y con el premio Príncipe de Asturias de las Letras que ganó en 2011, produce Old Ideas, disco que lo llevó de gira por Europa en 2012 y 2013. El casi octogenario, siempre trajeado con impecables ternos, brindó lecciones maestras sobre escenarios que, a estas alturas de su carrera, alcanzan dimensiones místicas para sus fans.

“Me gusta vivir en la carretera, es mucho más fácil que la vida civil”, expresó recientemente en Londres, a pocos días del martes 23 de septiembre, día de la presentación de Popular Problems. Será la sexta década de Cohen en la ruta, donde se siente más cómodo.