‘La casa de papel’ llegó a su fin en Netflix (Foto: Antena 3)

‘La casa de papel’ llegó a su fin en Netflix (Foto: Antena 3)

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Por: César Valero
CUIDADO, ALERTA DE SPOILER. Un botín a medias, un héroe inesperado y una escapatoria relativamente feliz marcaron el final de La casa de papel. Ciento veintiocho horas después, los atracadores salieron de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre con una sonrisa de oreja a oreja a pesar de los muertos y fantasmas que dejaron atrás. No consiguieron 2.400 millones de euros, pero casi 1.000 millones es una cifra que alcanza y sobra para celebrar y olvidar. Por algo fueron la resistencia.

La segunda y última parte de La casa de papel fue estrenada el viernes 6 de abril en América Latina y un solo día bastó para que muchos devoraran los movimientos finales en el tablero de ajedrez del Profesor. Fueron nueve episodios – la versión original constó de seis en España – que confirmaron que el plan nunca fue perfecto y que la de Dalí no era la única máscara en juego. Los malos no eran malos ni lo buenos, los buenos, como bien descubrió la inspectora Raquel Murillo cuando fue puesta contra las cuerdas.

Identificado el Profesor como Sergio Maquina y con la presión de un país encima, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), encabezado por el coronel Pietro, ordenó el ingreso de fuerzas tácticas a la fábrica y la última hora de La casa de papel, más allá de una última pelea entre Berlín y Nairobi, derivó en una escena de acción tras otra con balas por doquier. La policía irrumpió y a los atracadores no les quedó más remedio que evacuar por su túnel secreto con el dinero impreso hasta el momento. Los del mono rojo creían que tendrían más tiempo, pero de golpe fueron puestos en jaque por la autoridad y esta vez, Goliath tenía todo a su favor para aplastar a David.

La sorpresa llegó primero del lado de Tokio y Río. Una pared fue derribada y los uniformados, con sus escudos blindados por delante, avanzaron y dispararon, evadiendo cualquier respuesta armada de los jóvenes amantes. Si bien Tokio hirió a algunos policías en los pies, no alcanzó para detenerlos mucho tiempo. De hecho, fue derribada por las balas y salvada por su chaleco. Río solo podía gritar su nombre mientras los pasos se sentían cada vez más cerca en el pasillo. Sin embargo, cuando casi los tenían encima, Denver y Mónica aparecieron en su rescate.

Totalmente obnubilado por la crisis y presa del luto por la muerte de Moscú, su padre, Denver disparó y disparó, seguido por una Mónica que asimiló finalmente – y en cuestión de días – que había cambiado de bando y que nada sería igual para ella de aquí en adelante. ¿Síndrome de Estocolmo? Eso podría discutirse después porque en este momento, el intercambio de balas se hacía cada vez más fuerte.

Los cuatro huyeron de la escena y se reunieron con el resto del grupo en la bóveda con el ingreso al túnel, un túnel que nunca fue rastreado por Inteligencia. Pero los policías estaban cerca y hacía falta que alguien se quedara atrás para retrasarlos, sobre todo después de la liberación de los rehenes y de que Alison identificara la ruta de escape para el coronel Pietro, ese siniestro hombre que terminó siendo el principal villano de esta película de muchas horas.

El dinero ya había sido cargado en un camión al otro lado del túnel, el túnel falso ya había sido desestimado y todos los rehenes estaban a salvo, incluido Arturo, quien dio el último golpe al túnel que engañó desde el principio al CNI. Solo faltaba escapar, y por orden de llegada, los últimos fueron Nairobi, Helsinki, Berlín y Ariadna. El Profesor los esperaba al otro lado, sin imaginar que estaba a punto de perder a su hermano mayor.

Comprendiendo que no podrían salir con la policía a sus espaldas, Berlín decidió quedarse para distraer al equipo táctico a pesar de la oposición de Nairobi, a quien Helsinki debió llevarse a la fuerza. “Nairobi, tú y yo quedamos en que yo era un machista, ¿no? Pues las mujeres y los maricas primero”, le dijo Berlín a su compañera y rival, quien solo pudo gritarle “te odio” como despedida. Su relación siempre fue rara, pero no menos que la de Berlín con Ariadna, su prisionera y víctima.

Berlín obligó a la rehén a acompañarlo para que lo asista en la última trinchera de la resistencia, donde una ametralladora browning evitó que los policías sigan avanzado. El tiempo se agotaba. En las tiendas de afuera, Raquel era presionada para revelar la ubicación del hangar del Profesor, por donde el grupo estaba saliendo, y cuando amenazaron con quitarle a su hija, habló. Dio la dirección, pero todo ya estaba prácticamente consumado. Solo faltaba un último adiós.

Cuando unas granadas volaron la ametralladora, a Berlín solo le quedaban unos fusiles para defenderse y esperar que Helsinki detone los explosivos en el túnel para que no los sigan más. Entonces recibió una última llamada de su hermano, el Profesor. Siempre fueron familia y al parecer, Berlín siempre planeó no salir con vida del atraco.

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Berlín, la última trinchera de la resistencia (Foto: Netflix)

Durante el golpe fue revelado que Berlín tenía una enfermedad degenerativa de los huesos y que le restaba poco tiempo de vida. Según decía, quería el botín para garantizarse unos buenos últimos meses y para dejarle algo a su familia, pero también ingresó a la fábrica como tributo a su fallecido padre, quien también era padre del Profesor.

“Sal, por favor”, le pedía el Profesor, pero Berlín no estaba dispuesto a arriesgar que los atrapen ni a dejar que una enfermedad oscurezca el final de su vida.

“Te quiero mucho, hermanito, nunca lo olvides… me he pasado la vida siendo un poco hijo de puta, pero hoy… creo que me apetece morir con dignidad”, dijo por última vez Berlín. Acto seguido, protegió a Ariadna y salió al encuentro de los policías que simplemente lo acribillaron. Las balas atravesaron su cuerpo y se desvaneció mientras de fondo retumbaba la canción del partisano. Siempre tuvo delirios de grandeza. Siempre debía tener la última palabra, incluso para este momento, y cuando se hizo el silencio, al Profesor solo le restó marcharse.

BELLA CIAO

Para cuando la policía irrumpió en la base de operaciones de los atracadores, ya no había nadie a quien atrapar. Todos salieron camuflados, desde Nairobi hasta Río. ¿Y el dinero? Fue sacado en un camión de cervezas por el Profesor y Helsinki, cuyos gritos de alegría pusieron la cereza a esta aventura que fue La casa de papel.

Un año después, Raquel encontró unas coordenadas en unas postales que le dejó el Profesor, las mismas que la llevaron a Palawan, una isla filipina donde finalmente se reencontró con su atribulado amor. Sin dudas, un final edulcorado, sin respuestas para los demás personajes, pero tan satisfactorio como podía esperarse.

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El Profesor tuvo su final feliz (Foto: Netflix)

(Nota sobre ‘La casa de papel’ publicada originalmente el 07/04/2018)