Alexis Tsipras, líder de la coalición Syriza. (Foto: Wikimedia)

Alexis Tsipras, líder de la coalición Syriza. (Foto: Wikimedia)

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Los mercados europeos han reaccionado con bastante calma a la victoria electoral de Syriza, en Grecia. Los izquierdistas griegos rozaron la mayoría absoluta en los comicios parlamentarios y en los próximos días constuirán un gobierno estable con los populistas de derecha de la agrupación Griegos Independientes. Pero pese a los estentores de la campaña, Grecia y la comunidad internacional deberán alcanzar acuerdos, primero que todo porque no existen recursos suficientes para llevar a cabo los primeros programas sociales planeados.

Syriza anunció que pondría en marcha este programa social inmediatamente después de las elecciones. Las familias recibirían ayudas financieras para pagar los costos de energía y de vivienda, y el salario mínimo sería incrementado. Además, se contempla evitar las subastas forzosas cuando los griegos no puedan cubrir sus pagos hipotecarios. Finamente, los ganadores en las elecciones griegas quieren poner fin a las privatizaciones.

El peso de la realidad

“El nuevo gobierno pronto se topará con la realidad”, dice Jörg Krämer, economista jefe del banco alemán Commerzbank. En entrevista con DW, afirma que todas las medidas mencionadas tienen un costo, y por el momento las arcas públicas griegas están prácticamente vacías. Muchos griegos no pudieron cubrir sus deudas con el fisco, dice Krämer.

“Estimaciones no oficiales del ministerio de Finanzas indican que en enero los ingresos fiscales fueron cerca de mil millones de euros inferiores a lo presupuestado”. Esto dificultará el gobierno el pago de intereses y cuotas correspondientes al primer trimestre del año, por un total de 4.500 millones de euros.

Sin dinero fresco, el Estado griego caería en el impago a más tardar el verano próximo, cuando se cumpla el vencimiento de las cuotas más grandes correspondientes a la deuda pública, advierten expertos. Por ejemplo, en julio Atenas debe pagar 3.500 millones de euros, y en agosto, otros 3.000 millones. “Está claro que Grecia requiere apoyo de un programa de rescate. Y un programa así solo es posible si se cumplen los compromisos adquiridos”, dijo el domingo Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, a la emisora pública alemana ARD.

¿Jugando al póquer?

A primera vista, las posiciones de un gobierno encabezado por Syriza y de la comunidad de la eurozona difieren grandemente. “Por eso no debe descartarse la posibilidad de que una de las dos partes apueste demasiado y cause en las próximas semanas un rompimiento de las negociaciones”, advierte Krämer. Al mismo tiempo, “Syriza podría menospreciar el hecho de que una salida de Grecia ya no pone en riesgo la estabilidad de la unión monetaria”.

Casi todos los expertos dan por hecho que Grecia y los países acreedores se pondrán de acuerdo en las negociaciones y evitarán el llamado “Grexit”, o sea, la salida de ese país de la unión monetaria. Ésta causaría una quiebra estatal, un tumulto en los bancos, y un caos en la economía. También significaría la pérdida de cuantiosos recursos provenientes de la Unión Europea, que en 2014 ascendieron a más de 5.000 millones de euros.

El economista Krämer está convencido de que también los países acreedores deberán mostrar disposición a lograr acuerdos. “De no ser así, sus gobernantes se verían en la obligación de explicar a su lectorado cómo es que las ayudas a Grecia, contrario a lo que se suponía, se perdieron. Esto daría impulso a los partidos antieuropeos como alternativa por Alemania (AfD)”.

Urgen acuerdos

Los créditos bilaterales de países europeos a Grecia ascienden a 53.000 millones de euros. El Fondo Monetario Internacional aportó préstamos por 35.000 millones de euros, mientras que el Banco Central Europeo posee títulos de deuda griega por un valor estimad a 20.000 millones de euros. “Un posible acuerdo podría contemplar que la deuda se mantenga en forma de bonos, pero que la carga de la deuda esté mejor repartida”, propone Krämer. Esto implicaría la prolongación de los plazos de pago, la baja de los intereses, y la concesión de mayores plazos libres de pago.

Thomas Straubhaar, economista de la Universidad de Hamburgo, también cree que finalmente habrá un acuerdo entre Atenas y sus acreedores. Si algo ha demostrado la historia, es que los programas rigurosos de austeridad no sacarán por sí mismos a Grecia de su situación actual. “En las nuevas negociaciones deberían considerarse ambos aspectos; es decir, el ahorro y el crecimiento”, dijo Straubhaar a DW. “Solo con una política monetaria y fiscal común se alcanzará una solución a largo plazo”.

Límites claros

Michael Hüther, del Instituto de la Economía Alemana (IDW), con sede en Colonia, ve las cosas de otro modo: para él, son necesarios límites claros, y un programa claro hacia Estados europeos que se resistan a llevar a cabo reformas estructurales. “Esta línea clara debería ser aplicada si un país amenaza con abandonar la Unión Monetaria Europea”, afirmó Hüther en un comunicado de prensa. A fin de aminorar un tanto el impacto económico que ello causaría, el IDW demanda de los políticos europeos la definición de un marco jurídico que norme – naturalmente, como recurso extremo – la posible salida de un país de la unión monetaria.

“La ausencia de dicho marco jurídico causaría actualmente una salida desordenada, y por ello, especialmentre dañina desde el punto de vista económico”, advierte Hüther.

(Fuente: Deutsche Welle )

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Grecia