Rectorado de San Marcos. (Foto: Wikimedia)

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Las universidades América Latina mejoraron notablemente su posición en los rankings internacionales en los últimos años. Sin embargo, todavía tienen poca relevancia en el plano internacional.

En 2003, en el Ranking Mundial de Universidades realizado por la Universidad de Shanghái, siete universidades latinoamericanas —de Brasil, México, Argentina y Chile— estaban dentro de la lista de las 500 mejores del mundo. Hoy, doce años después, son diez instituciones de los mismos cuatro países las que están en la lista.

Los rankings no son lo único

Según Helena Sampaio, de la facultad de Educación de Unicamp en Brasil, las universidades latinoamericanas entran en los rankings internacionales cuando los gobiernos invierten en políticas públicas para estimular la internacionalización de la enseñanza superior. Sobre todo en Brasil, Chile y Colombia.

”La presencia en los rankings está relacionada con políticas nacionales que fomentan y promueven el aumento de publicaciones en revistas o la participación en congresos internacionales”, afirma Sampaio.

Entretanto, algunas universidades latinoamericanas cuestionan los criterios de valoración de ese ranking desestimando las calificaciones. El director de lnstituto Internacional para la Educación Superior de América Latina y Caribe de al UNESCO, Pedro Henríquez Guajardo, entiende las críticas: “Los indicadores usados no corresponden a la realidad de las universidades latinoamericanas. Los ranking son importantes pero no son la única herramienta para medir la calidad”.

En el ranking de referencia de la revista Times Higher Education se incluyen aspectos como enseñanza, investigación, innovación e internacionalización****. Por su parte, en el ranking de la Universidad de Shanghái se clasifica la educación según la cantidad de premios, principalmente el Nobel, y la investigación según el número de artículos publicados en revistas internacionales. Las universidades de América Latina critican, sin embargo, que los rankings solo contemplan revistas publicadas en inglés, descartando buena parte de los trabajos de investigación publicados en medios nacionales en español o portugués.

En general, la enseñanza superior de América Latina está en fase de consolidación y los premios o publicaciones internacionales todavía no son una prioridad. Pero eso no quiere decir que no haya investigación o una buena enseñanza. Como alternativa para evaluar las universidades latinoamericanas, Guajardo cita un proyecto desarrollado por las universidades de la región y la Comisión Europea llamado Infoaces. Ahí se recogen los datos básicos de cada institución y 44 indicadores definidos para valorar la calidad como cursos ofrecidos, infraestructuras, cantidad de alumnos por profesor, numero de publicaciones por docentes o numero de doctores formados.

Masificación de la enseñanza superior

Actualmente, la enseñanza superior en América Latina pasa por una fase de expansión. Para los especialistas, la preocupación por los posicionamientos en los rankings queda relegada para las universidades más punteras. Por eso, poco pueden decir los rankings sobre la calidad de la enseñanza superior en un país.

“En el caso brasileño, la expansión pasa por el sector privado. Estamos creando una educación superior de dos categorías. Las universidades de elite, que se disputan su puesto en los rankings, y una gran mayoría de instituciones educativas masificadas que funcionan para democratizar el acceso a la educación”, advierte Sampaio.

Para el presidente del Instituto de Estudios de Trabajo y Sociedad, Simon Schwartzman, la masificación de la enseñanza superior también atañe a las instituciones públicas: “Los sistemas públicos crecerán mucho sin políticas claras para la calidad”. Aun así, se avanza en programas de pos graduados. “Brasil forma más de diez mil doctores por año y aumenta su participación en la literatura científica internacional. También México tiene un programa nacional de investigación de alto nivel y Argentina y Chile también estructuras semejantes”, aclara Schwartzman.

Hay extranjeros, pero no muchos

Pese a gozar de una mejor posición en los rankings, las universidades continúan siendo poco atractivas para estudiantes extranjeros. Así lo demuestran los datos publicados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, que hablan de un 1,5% de estudiantes extranjeros. Cuba sería el país que más estudiantes atrajo, seguido de Brasil, Granada, Chile y Argentina.

Según Guajardo, los estudiantes de otras regiones vienen a América Latina principalmente por convenios y no por iniciativa personal. La mayoría solo permanece algunos meses y la burocracia y el idioma son los factores que frenan esta llegada de estudiantes y profesores de Europa, Estados Unidos o Asia.

Las universidades públicas brasileñas, por ejemplo, tienen dificultades porque no pueden contratar a un profesor extranjero sin convocatoria pública y se les exige hablar portugués, aclara Christina Peters, directora de la oficina regional de la Universidad Libre de Berlín en Sao Paulo. Esta misma barrera frena a los visitantes en los programas de investigación, pese a que actualmente, algunas iniciativas como la de la Unesp, FGV o el Instituto Tecnológico de Estudio Superiores de Monterrey tratan de invertir la situación ofreciendo clases también en inglés.

(Fuente: Deutsche Welle)