El narrador pasó por la Cátedra Mario Vargas Llosa en Lima. (Foto: Difusión)

El narrador pasó por la Cátedra Mario Vargas Llosa en Lima. (Foto: Difusión)

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Javier Bedía / jbedia@comercio.com.pe

La forma de la prensa en la Nicaragua que describe y resiste el escritor Sergio Ramírez se asemeja a una parodia. Exvicepresidente sandinista y vecino de Ernesto Cardenal, el autor de Margarita, está linda la mar es uno de los observadores más lúcidos y autorizados de su país.

El escritor pasó por Lima para dictar conferencias sobre periodismo, historia y literatura en la Cátedra Mario Vargas Llosa, uno de sus padres de pluma. En la ciudad que conoció por Conversación en La Catedral, el narrador nos habló del panorama de la prensa en Latinoamérica y de su fascinación por el realismo mágico.

Se tienen pocas noticias de la prensa nicaragüense. ¿Cuál es la situación de los medios de comunicación en el régimen de Daniel Ortega?
En Nicaragua la política del Gobierno es copar los medios de comunicación. Hay una sola vocera, que es la esposa del presidente. Ella da toda la información, desde la meteorológica hasta cuántas vacunaciones han habido. Noticias grandes y pequeñas dependen de una sola vocería. Los ministros tienen prohibido dar declaraciones, ningún funcionario público puede dar declaraciones. Hay un monopolio, un control sobre la mayoría de medios tradicionales. Hay un solo diario independiente y una sola estación de televisión independiente. Y hace un mes aprobó el Congreso una ley de regulación de medios en Internet. Fue retirada porque estaba mal formulada, pero la intención política de controlar las redes está ahí, presente.

¿Considera que esa situación representa un peligro de aislamiento? ¿Qué diferencias ha encontrado entre las condiciones en Centroamérica y Sudamérica?
Salvo Costa Rica, que tiene una posición más distante, crítica, a los demás Gobiernos no parece importarles lo que ocurra a la libertad de prensa en Nicaragua. En Centroamérica, digo. No se considera un pecado mayor las restricciones a la libertad de prensa. Mientras coexista con la empresa privada, eso es suficiente. (Con Sudamérica) Son muy distintas las situaciones. En Argentina, que con juicios intentó limitar el poder del Grupo Clarín, nadie puede decir que no hay libertad de prensa. En Perú y Chile, donde he estado recientemente, no se ve este problema tampoco. La situación cambia en Ecuador y Bolivia.

Usted firmó un pronunciamiento por los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en México. A casi un año de la masacre, la información oficial ha sido desmentida por el informe de expertos de la CIDH. Además, no se detienen los crímenes contra periodistas. ¿Es México el peor espejo para la prensa en la región?
Hay muy malos espejos, como el de Honduras, lo que pasa es que es un territorio muy reducido. El de México es un caso muy dramático, pasa que todo se confunde: los poderes regionales, los poderes municipales, los narcos que han coaptado las policías, establecido sus poderes fácticos. Da la impresión que el Gobierno no puede controlar estas fuerzas desatadas que se llevan a los periodistas independientes.

¿En Nicaragua las condiciones de la libertad de expresión han cambiado para bien o peor? ¿Influyó en su alejamiento del Frente Sandinista?
En la larga dictadura de Somoza no había libertad, en la etapa de la revolución hubo períodos de censura muy fuertes, había una guerra, la situación era anormal. Hoy se ha vuelto a esa situación. En Nicaragua el papel ingresa sin pagar impuestos, uno de los conflictos es que pretenden limitar la dispensa. Yo me aparté desde antes de que Daniel Ortega regresara al poder. Por desacuerdos muy puntuales con lo que el Frente Sandinista representaba entonces, que derivó en lo que es ahora, un Gobierno de familia.

¿Esa forma familiar de Gobierno, que es también el caso de Argentina, revela una democracia muy precaria en América Latina?
Son situaciones muy distintas. En general, se puede elegir. Eso no está en peligro más que en ciertos lugares como Nicaragua, eso está anulado por voluntad única por una familia de gobernantes. En los demás países, mal que bien, se elige. Sin eso no hay democracia. Lo que viene luego es más complicado.

LOS PADRES LITERARIOS

El gran poeta de la historia de Nicaragua es Rubén Darío. Usted se aproximó a su figura en Margarita, está linda la mar. ¿Cree que ha perdido vigencia? Después de Darío, ¿quién es el mayor escritor de su país?
Yo creo que nadie pretende escribir como Rubén Darío, pero es una referencia constante en cuanto lo que define a un escritor: la inventiva, la renovación del lenguaje, la escritura, la obra literaria como tal, la diversidad, la dedicación. Un escritor genial, que dejó una huella en su tiempo. Hoy puede ser leído desde una perspectiva moderna, no como un escritor envejecido. Yo creo que Ernesto Cardenal es la figura más representativa de la literatura de Nicaragua después de Rubén Darío.

Cuando ganó el premio Carlos Fuentes 2014, mencionó que se conjugaron sus padres literarios…
Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar son mis padres literarios inmediatos, y con todos tuve la fortuna de entablar una amistad. Donoso, de esa generación, también me marcó. Rulfo, Carpentier, Lezama Lima son también mis influencias.

¿Cuál es su relación como lector con el realismo mágico y con autores de otras latitudes?
Yo admiré la aparición del realismo mágico como una nueva forma de expresión, vi que García Márquez estaba inaugurando una nueva forma de narrar, en cuanto lenguaje, escritura, imaginación; que sin embargo era como una fruta venenosa, es decir no era repetible, por lo tanto, cualquiera que se acercara a esa influencia terminaría imitándola. Todos tuvimos la tentación del realismo mágico. Cien años de soledad es una gran biblia de América Latina. Soy un gran lector de Faulkner, Hemingway, Doctorow, Vonnegut, Mailer. Me interesa la literatura de Europa central y la japonesa. Hay que estar atento a lo que se escribe.