Caparrós recorrió ocho países de los cinco continentes para elaborar obra. (Foto: Marta Nebot / Wikipedia)

Caparrós recorrió ocho países de los cinco continentes para elaborar obra. (Foto: Marta Nebot / Wikipedia)

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El escritor argentino Martín Caparrós ganó el premio internacional de ensayo Caballero Bonald por su libro El hambre (Anagrama, 2015), una extensa crónica que recorre el mundo para contar el origen y las consecuencias de un sistema de distribución de alimentos que mata a 25.000 personas cada día.

Durante cinco años, el narrador reconocido con el premio Herralde 2011 por la novela Los Living viajó por los cinco continentes en busca de historias, respuestas y preguntas.

“Desde el supuesto hambre estructural del Níger hasta el uso del hambre como instrumento de explotación en Bangladesh, pasando por el funcionamiento de la Bolsa de Chicago, que define los precios de los alimentos en el mundo, o las tradiciones sociales y religiosas que mantienen 250 millones de hambrientos en la India, las guerras que lo producen en Sudán, los sistemas clientelares en Argentina, la apropiación de tierras en Madagascar”, puntualiza a El País.

¿Cuál es el punto de partida del libro? Caparrós anota que para construir el texto, de más de 600 páginas, fue necesario comprender que “no existía el hambre, sino muchos millones de personas que pasan hambre (…) Después entendí que no existía el hambre, sino distintos mecanismos por los que esas personas no comen suficiente”.

“Tras muchos años de contar historias en muchos lugares del mundo, siempre me cruzaba con personas que no comían suficiente. Y siempre había alguien que te decía, ‘qué tontería ponerse a hablar del hambre, ya sabemos todo lo que hay que saber, es aburrido’. Un día decidí que valía la pena intentarlo”, cuenta el periodista.

¿Cómo se acaba con el hambre? En un mundo en el que hay suficiente cantidad de alimentos para todos sus habitantes, es fácil olvidar cuando lo padecen otros, observa el autor.

“Y eso es lo peor, lo que hace que todo sea más indignante. Hace 30 o 40 años que producimos comida suficiente para todos los habitantes del planeta, y sin embargo sigue habiendo más de 800 millones que pasan hambre. El problema es económico y político, el resultado de cómo los países ricos acaparamos los recursos alimentarios del mundo y los despilfarramos”, acota.