"Animo a la comunidad internacional a que vigile sus vidas, para que garantice a cada niño y niña su derecho a la escuela y a la educación", dijo el pontífice. (Foto: EFE)

"Animo a la comunidad internacional a que vigile sus vidas, para que garantice a cada niño y niña su derecho a la escuela y a la educación", dijo el pontífice. (Foto: EFE)

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El papa Francisco pidió hoy a la comunidad internacional que proteja los derechos de los menores y garantice su acceso a la educación, con motivo del Día Internacional de los Derechos del Niño que se celebra el 20 de noviembre.

El papa Francisco realizó estas reflexiones durante los saludos finales y tras la audiencia general que presidió este miércoles ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

“Hago un llamamiento a la conciencia de todos, instituciones y familias, para que los niños siempre sean protegidos y su bienestar sea tutelado, para que no caigan nunca en formas de esclavitud, reclutamiento en grupos armados o maltratos”, solicitó.

“Animo a la comunidad internacional a que vigile sus vidas, para que garantice a cada niño y niña su derecho a la escuela y a la educación, para que su crecimiento sea sereno y miren con confianza al futuro”, añadió.

También durante los saludos, el pontífice argentino) recordó a los damnificados por los terremotos que han sacudido recientemente el centro de Italia y que han causado notables daños en diversas poblaciones del país.

Previamente, durante la audiencia, el papa Francisco dedicó la catequesis a “la obra de misericordia” que supone “sufrir con paciencia los defectos del prójimo”.

“Sucede a veces que las personas molestas son las más cercanas a nosotros: entre los parientes hay siempre alguien, en el puesto de trabajo tampoco faltan”, dijo Jorge Bergoglio, antes de recordar que “también nosotros somos molestos muchas veces para los demás”.

Francisco pidió realizar un “examen de conciencia” para ver si también uno mismo resulta en alguna ocasión difícil de aguantar para los demás, ya que, opinó, resulta “fácil señalar con el dedo los defectos y las faltas de los otros”.

Esta obra de misericordia, prosiguió, está “relacionada con otras dos: ‘corregir al que se equivoca’ y ‘enseñar al que no sabe’”.

“Supone un gran esfuerzo ayudar a otros para que crezcan en la fe y caminen en la vida”, apuntó.

“La exigencia de aconsejar, amonestar y enseñar no nos ha de llevar a considerarnos mejores que los demás, sino, más bien, nos impulsa a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás”, agregó.

(Fuente: EFE)