Imagen referencial. (Foto: Pixabay)

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La Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó este martes de que los alimentos ultraprocesados, que considera “casi adictivos” y están sustituyendo a los alimentos frescos, son los responsables de la “epidemia de obesidad“ que hay en América Latina.

En un nuevo estudio divulgado este martes en Washington, la OPS aseguró que estos alimentos procesados industrialmente, las bebidas azucaradas y la comida rápida están desplazando a las dietas tradicionales más nutritivas, “lo que genera efectos alarmantes en la salud”.

El consumo de estos productos ha aumentado de manera constante en América Latina y contribuye al incremento de las tasas de obesidad en toda la región, por lo que es necesario “regular el mercado para revertir esta tendencia”, agrega el organismo internacional.

Pese a que en Estados Unidos y Canadá las ventas per cápita de alimentos y bebidas ultraprocesadas disminuyeron entre 2000 y 2013, en Latinoamérica siguieron aumentando, lo que se “correlaciona fuertemente con el aumento del peso corporal promedio” en la región.

“Estos productos son un importante motor en el crecimiento de las tasas de sobrepeso y obesidad en la región”, asegura el informe, titulado Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas.

El trabajo examina las ventas de comidas preparadas, refrescos carbonatados, tentempiés dulces y salados, cereales de desayuno y en barras, golosinas, helados, bebidas deportivas y energéticas, jugos de frutas y vegetales, pastas para untar y salsas, entre otras.

El estudio, que toma como modelo a Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, determinó que de 2000 a 2013 las ventas per cápita de esos productos aumentaron un 26,7 %.

En Estados Unidos y Canadá, las ventas de esos productos disminuyeron un 9,8 % en el mismo período.

“Los alimentos ultraprocesados y la comida rápida representan una parte cada vez mayor de lo que las personas comen y beben en América Latina, con resultados muy negativos”, dijo Enrique Jacoby, asesor sobre Nutrición y Actividad Física de la OPS.

“Estos productos – agregó – no están diseñados para satisfacer las necesidades nutricionales de las personas. Están diseñados para que se conserven por mucho tiempo en los estantes y generan deseos incontrolados de consumo que llegan a dominar los mecanismos innatos de control del apetito y hasta el deseo racional de dejar de comer”.

“Por eso, resultan doblemente perjudiciales: son casi adictivos y eso lleva a aumentar el sobrepeso y la obesidad, al tiempo que sustituyen los alimentos frescos, que son la base de una dieta natural rica en nutrientes”, añadió Jacoby.

En Latinoamérica, por ejemplo, las ventas de bebidas gaseosas se duplicaron entre 2000 y 2013, llegando a 81.000 millones de dólares y superando las ventas de refrescos en Estados Unidos y Canadá.

El estudio también muestra que en los países en que las ventas de alimentos ultraprocesados fueron mayores, incluyendo a México y Chile, la población tuvo una media de masa corporal mayor, pero donde fueron menores y las dietas tradicionales prevalecieron, como en Bolivia y Perú, la media de masa corporal fue menor.

Pero tanto las ventas de estos alimentos como la masa corporal fueron aumentando rápidamente en los 13 países estudiados.

El trabajo de la OPS atribuye estos cambios en la dieta de la región a “la globalización y la desregulación del mercado, que han aumentado la penetración de las corporaciones alimentarias extranjeras y multinacionales en los mercados nacionales”.

“América Latina y otras regiones en desarrollo se han convertido en atractivos mercados para los fabricantes de alimentos industriales, especialmente cuando los mercados de altos ingresos se saturan o incluso empiezan a reducir el consumo de estos productos”, dijo Jean-Claude Moubarac, experto en nutrición de la Universidad de São Paulo y uno de los autores del estudio.

El informe recomienda promover los alimentos saludables con campañas de información y educación, pero también aprobar normas “sobre precios, incentivos, agricultura y comercio” para proteger la agricultura familiar, los cultivos tradicionales, la inclusión de los alimentos frescos en la dieta y la promoción de la cocina.

“No es demasiado tarde para cambiar estas tendencias”, afirmó Jacoby.

(Fuente: EFE)

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