(Foto: bbcworldservice/Flickr)

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La inseguridad y desesperación llevaron a Alma Ciro, madre soltera hondureña, a que hiciera lo imposible para conseguir los casi U$5.000 por persona para poder pagarle a un ‘coyote’ para que pasara a sus hijos por la frontera.

Ciro, en conversación con Voz de América, explicó que vendió “todo para poder agarrar dinero a lo que se pudo”. Lo que ella nunca se imaginó es que la promesa de llegar en menos de una semana jamás se cumpliría.

La promesa de los traficantes de un mes o una semana se extendió porque las rutas de tráfico están controladas por grupos al margen de la ley.

“Para los carteles es un negocio bien lucrativo que tienen y los carteles quieren cuidar su negocio, no? Quieren su dinero, pero los migrantes son los que pagan el precio, el precio humano”, señala Pete Bidegain, portavoz de la Patrulla Fronteriza de EE.UU.

El tráfico humano es una actividad que representa millones de dólares y se calcula que con la entrada de alrededor de 60.000 niños sin compañía, desde octubre, estos individuos han recaudado aproximadamente U$300 millones.

Según Jason Owens, jefe de operaciones de la Patrulla Fronteriza en el Valle del Río Grande, los ‘coyotes’ “poco a poco se están dando cuenta que pueden ganar más con el tráfico de personas que con el tráfico de narcóticos, con menos riesgo”.

A pesar de las muertes y maltratos a inmigrantes, estos sujetos no enfrentan castigos tan severos. “¿Qué es peor? ¿Poner en riesgo la vida de un niño o traer 200 libras de marihuana? Bueno, cada quien tiene su opinión, pero a mí criterio los dos son muy graves y merecen castigo mayor”, indicó a la Voz de América el agente Owens.

En la frontera, unos 10.000 autos transitan diariamente por los retenes, los cuales han sido establecidos en el Valle del Río Grande para identificar a personas indocumentadas, así como aquellos que están tratando de entrar mercancía de forma ilegal.

Rubén Garza, supervisor de Peaje de la Patrulla Fronteriza en el Valle del Río Grande, explicó a la Voz de América que parte de su trabajo es indicarle a la gente los peligros, especialmente cuando se esconden en la cajuela de un automóvil.

Fuente: Voz de América