En México y en Siria fueron asesinados 12 trabajadores de prensa en 2017. (Foto: Getty Images)

En México y en Siria fueron asesinados 12 trabajadores de prensa en 2017. (Foto: Getty Images)

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México cierra el año 2017 a la cabeza de la clasificación de periodistas asesinados con 12 muertos, la cifra más alta en su historia, para ser el país más peligroso para el gremio periodístico junto con Siria con igual cifra de asesinatos.

Mientras que Reporteros Sin Fronteras (RSF) registró un descenso global de crímenes contra reporteros en el mundo, con lo que 2017 ha sido menos mortífero para la profesión de los últimos 14 años, México destacó como excepción al mantener su tendencia al alza.

De los 65 asesinatos de periodistas en el mundo, una docena sucedieron en México, donde narcotráficantes y el crimen organizado amenazan, extorsionan, agreden y ejecutan a periodistas que informan sobre sus actividades.

Según RSF, México es “el país en paz más peligroso del mundo para los reporteros” con la misma cifra de muertos que Siria (12), seguido de Afganistán (9) e Irak (8).

“Es muy triste que cada año sea siempre el más violento”, dijo a Efe el miembro de la organización Artículo 19, Juan Vázquez, quien alertó de que el actual mandato del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, podría ser más mortífero que el de Felipe Calderón (2006-2012), que registró 48 asesinatos a periodistas.

Según Artículo 19, dedicada a la defensa de la libertad de expresión, ya son 39 los asesinatos a comunicadores durante la presidencia de Peña Nieto. Cuatro periodistas murieron en 2013, cinco en 2014, siete en 2015, 11 en 2016 y 12 en 2017.

“A menudo, el Gobierno señala los asesinatos a periodistas como daños colaterales del narcotráfico, pero las autoridades tienen mucha responsabilidad”, argumentó Vázquez, quien denunció que el 99% de los crímenes contra reporteros quedan impunes.

Desde Artículo 19 sostienen que la Fiscalía mexicana evita investigar exhaustivamente los asesinatos a periodistas y que, sistemáticamente, desvincula la actividad periodística del móvil del crimen, y lo atribuye a otras razones.

Precisamente, la Fiscalía General del oriental estado de Veracruz señaló que Gumaro Pérez, último reportero asesinado en México en 2017, podría haber tenido vinculaciones con la delincuencia organizada.

Se confirme o no esta versión, lo cierto es que Veracruz es el estado mexicano más mortífero para el gremio periodístico con 24 asesinados desde el año 2000, en su mayoría bajo el gobierno de Javier Duarte (20010-2016), procesado por corrupción y delincuencia organizada.

El perfil de los periodistas asesinados este año en México suele coincidir con el de reporteros que escriben para pequeños medios locales, trabajan sobre el terreno y están especializados en crónica política y corrupción política.

La muerte el pasado 15 de mayo del reconocido periodista Javier Valdez, especializado en narcotráfico, en Culiacán, capital del noroccidental estado de Sinaloa, tuvo una amplia repercusión tanto dentro como fuera de México.

Activistas, colegas y familiares organizaron protestas para condenar el asesinato, denunciar la ineficacia de la Fiscalía y exigir justicia para Valdez, autor del libro “Narcoperiodismo”, que narra las dificultades de los reporteros para cubrir el narcotráfico en México.

Además de Valdez y Pérez, este año han perdido la vida los periodistas mexicanos Cecilio Pineda, Ricardo Monlui, Miroslava Breach, Maximino Rodríguez, Filiberto Álvarez, Jonathan Rodríguez, Cándido Ríos, Salvador Adame, Luciano Rivera y el hondureño Edwin Rivera.

Tanto la Organización de Naciones Unidas (ONU) como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han condenado enérgicamente estos crímenes y están elaborando un informe conjunto tras realizar una visita de seguimiento sobre la libertad de prensa en México.

Ambas organizaciones urgieron al Gobierno a “aumentar los recursos para la protección de periodistas” y lamentaron la ineficacia de los actuales mecanismos de amparo para los comunicadores.

Pineda, Adame y Ríos, por ejemplo, se habían acogido a mecanismos de amparo gubernamentales que no pudieron garantizar su integridad.

“Los mecanismos de protección son ineficaces e insuficientes”, denunció Vázquez, que recordó que algunos periodistas han detectado fallos en el funcionamiento del “botón de pánico”, un sistema de control remoto mediante el cual los reporteros dan la voz de alarma cuando se sienten amenazados.

Más allá de los 12 asesinados en 2017, la lacra de la violencia contra los periodistas en México se extiende a un sinfín de agresiones como amenazas, intimidaciones, ataques físicos o privación de libertades.

Artículo 19 calcula que de las 277 agresiones sucedidas este año, el 53 % fueron cometidas por funcionarios como policías y alcaldes, por lo que no existe interés en investigarlas.

La cifra histórica de periodistas muertos en 2017 se enmarca en un contexto de incremento de violencia en México, que entre enero y noviembre registró más de 23.000 homicidios dolosos, la mayor cifra en los últimos 20 años.

Pero si los crímenes contra periodistas tienen una repercusión especial se debe a que, como aseguró Vázquez, “si matan a un periodista, matan a la verdad”. La verdad en México quedó muy tocada este 2017.

Fuente: EFE