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Costa Rica busca devolverle la belleza y fortalecer la conservación de los humedales, el ecosistema menos valorado por la población al ser catalogado popularmente como un criadero de mosquitos y zancudos.

Pese a que los humedales son los más eficientes fijadores de carbono, más que los manglares y que el bosque, sus servicios ecológicos y económicos han sido despreciados en los últimos años.

Los llamados “riñones” de la naturaleza brindan biodiversidad, suministro de agua dulce, alimentos y filtración de sedimentos, hasta el control de crecidas, recarga de aguas subterráneas y mitigación del cambio climático.

Según la Convención Ramsar, el manejo de humedales constituye un reto mundial, y los estudios demuestran que la superficie y la calidad de este ecosistema sigue disminuyendo en la mayoría de regiones del mundo.

Datos de Ramsar indican que la extensión mundial de los humedales disminuyó entre 64 % y 71 % en el siglo XX.

Con este panorama, Costa Rica se ha dado a la tarea de mejorar la gestión por medio de la elaboración de planes de manejo que incluyen erradicación de especies invasoras y compra de equipo especializado para labores de control y recuperación de humedales.

El director de Áreas Silvestres Protegidas de la zona de conservación Arenal-Tempisque, en la provincia de Guanacaste (Pacífico norte), Celso Alvarado, explicó en una entrevista con Efe que se debe trabajar en aumentar la sensibilidad de la sociedad para valorar y apoyar la conservación de humedales.

“Deben hacerse acciones directas para rehabilitar humedales, desde quitar sedimentos hasta entender que el ecosistema debe funcionar. No se debe ver el árbol sino bosque, y los límites ecológicos transcienden los límites administrativos y políticos” afirmó Alvarado.

Costa Rica tiene más de 350 humedales que abarcan un 7 % del territorio nacional. De estos, aproximadamente 30 % están formalmente protegidos y 12 han sido declarados sitios Ramsar.

El Refugio de Vida Silvestre Mata Redonda, ubicado en Nicoya, provincia de Guanacaste, protege dentro de sus límites 565 hectáreas de humedales y es considerado un ecosistema de alta productividad dada la diversidad biológica que sustenta.

Ese humedal es alimentado parcialmente por los ríos San Lázaro, Charco y Tempisque.

En esa zona la Asociación Costa Rica por Siempre, organización que procura la conservación, construyó gracias a un programa de canje de deuda por naturaleza, unas compuertas para manejar el flujo de agua de la laguna y con ello evitar que se seque durante la época de verano, ya que también es la única fuente de agua para las poblaciones silvestres de la zona.

Mata Redonda es hábitat para gran cantidad de aves, tanto residentes como migratorias, incluyendo la espátula rosada (Platalea ajaja) y el jabirú (Jabiru mycteria), especies que son de gran interés para la conservación al presentar poblaciones reducidas o con algún grado de amenaza.

Por otra parte, el Parque Nacional Palo Verde, ubicado en Guanacaste, entre los ríos Bebedero y Tempisque, tiene una extensión de 16.804 hectáreas y está formado por un conjunto de diversos hábitats inundables de llanura, delimitados por ríos y una fila de cerros.

Ahí se ha realizado un intenso trabajo con la aplicación sistemática de diferentes técnicas para controlar especies de plantas que invaden y cubren los espejos de agua, como la tifa (Thypha domingensis) y el palo verde (Parkinsonia aculeata).

Estas gestiones han permitido el regreso de unas 44 especies de aves acuáticas que ya no llegaban al parque nacional porque no contaban con un ecosistema óptimo para su reproducción y alimentación, lo que las obligaba a emigrar hacia otros países.

“En un día nosotros hemos podido contabilizar 24.000 individuos volando. Justo este año rompimos récord porque llegaron un total de 62 especies, superando cualquier otro, esto gracias a todos los esfuerzos realizados”, dijo a Efe el coordinador de investigación del área Arenal-Tempisque, Isaac López.

El Parque Nacional Palo Verde es considerado una de las mejores zonas para la observación de aves en Centroamérica.

“Los humedales, en especial el de Palo Verde, son el hotel de paso de miles de aves en su camino de Norteamérica hacia Sudamérica, así que son de gran importancia internacional. Son más que matorrales llenos de zancudos y mosquitos”, afirmó a Efe la directora ejecutiva de la Asociación Costa Rica por Siempre, Zdenka Piskulich.

Entre otras de las amenazas que han sido detectadas por las autoridades se encuentran la draga del humedal, la contaminación de aguas provenientes de la agricultura, la cacería y la extracción de madera como el cocobolo, que es vendida por kilo en Asia como si fuera el marfil.

Fuente: EFE

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