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FOTOS. Rodrigo Duterte recibió el apodo de ‘El Castigador’ cuando fue alcalde de Davao. ¿El motivo? Durante su gestión – de acuerdo a un informe de Human Right Watch – tuvieron lugar más de mil muertes desde finales de los 90, producto de patrullas urbanas o ‘escuadrones de la muerte’ a los que el político fue relacionado.

Desde el 30 de junio, Duterte asumió la presidencia de Filipinas y declaró la guerra contra el narcotráfico. En casi dos meses, la sangrienta campaña antidrogas ya ha cobrado la vida de 1,900 personas oficialmente.

El jefe de la Policía de Filipinas, Ronald de la Rosa, había indicado que de esas 1,900 personas, 750 fallecieron por resistirse a las detenciones. El resto de las muertes son “investigadas”, reportó al Senado de su país.

La Policía filipina sigue la cuestionada política de Duterte, quien aboga por un plan de recompensas para acabar con los señores de la droga, así como por la restauración de la pena de muerte.

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La sangrienta guerra contra los narcos en Filipinas. (Foto: Getty Images)

“Si te resiste y muestras resistencia violenta, mi orden a la Policía será disparar a matar. Disparar a matar contra el crimen organizado”, exclamó ‘el Castigador’ tras salir victorioso de las elecciones.

La política de Duterte ha hecho que los líderes de cárteles de narcotráfico le pongan un precio a la cabeza del presidente. Si antes la recompensa para quien matara al ‘Castigador’ era de 10 millones de pesos filipinos, ahora asciende a 50 millones de pesos filipinos, es decir US$ 1,000.000.

La ONU ha instado a Filipinas a detener las ejecuciones y asesinatos extrajudiciales. La respuesta de Duterte ha sido amenazar con retirarse del organismo.

“Tal vez tengamos que decidir separarnos de las Naciones Unidas. Si eres un irrespetuoso hijo de puta (sic), entonces yo me voy”, declaró ‘El Castigador’.