(Foto: Deutsche Welle)

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Filipinas es el bastión de la Iglesia católica en Asia, desde la época de la colonización española, en el siglo XVI. Más del 80 por ciento de la población profesa la fe católica y muchos ven en la visita del papa este 15 de enero una bendición.

Aparte de la capital, Manila, Francisco visitará también la ciudad de Tacloban, que se vio especialmente afectada por el tifón Haiyan en 2013. El gobierno filipino decretó feriados los cinco días de la visita papal, que es desde hace meses el tema central de los medios de comunicación locales y que, según se espera, convocará a millones de personas.

Clero y política

Para muchos filipinos, las misas y oraciones son tan importantes como el pan de cada día. Cerca de un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza y la Iglesia representa para muchos un refugio; la fe ofrece consuelo.

Esta fe se vive en el país de una manera muy conservadora. Pese a que Filipinas cuenta con una Constitución secular, la Iglesia tiene un papel muy influyente en el acontecer político y en la vida diaria. El activista cultural Carlos Celdran critica la estrecha ligazón entre el clero y la esfera política: “Si nuestros políticos no se someten a los mandamientos de la Iglesia y sus dogmas, son reprendidos desde el púlpito”.

Control de la natalidad

Celdran reprocha sobre todo la postura archiconservadora de la Iglesia filipina en materia de planificación familiar: “Durante 16 años, la Iglesia intentó evitar la promulgación de la ley de control de la natalidad, que contempla métodos anticonceptivos para los más pobres y una mejora de la educación sexual en las escuelas. El daño que causó con ello es perceptible en todo el país”.

En 2012, el presidente Benigno Aquino se pronunció finalmente por la histórica ley de control de la natalidad. La aprobación por parte de la población fue amplia. Los obispos, en cambio, pasaron a las barricadas.

Visión más progresista

En este país de 100 millones de habitantes, la alta tasa de natalidad constituye un desafío para el medio ambiente, la infraestructura y el abastecimiento alimentario. Por otra parte, contraviniendo la tendencia mundial, el SIDA sigue allí en aumento. No obstante, los representantes de la Iglesia siguen rechazando los preservativos.

Carlos Celdran y otros críticos esperan que el Papa Francisco, con sus visiones más progresistas, induzca a los conservadores clérigos de Manila a cambiar de actitud en estos y otros temas, como la homosexualidad y el divorcio.

“Simplemente desearía que la Iglesia católica supiera dónde está su lugar en este país; no lo está en la alcaldía, ni en mi hogar, sino precisamente en la iglesia”, apunta Celdran.

(Fuente: Roxana-Isabel Duerr/Deutsche Welle )