François Hollande pidió votar por Emmanuel Macron y alertó de los "riesgos que supondría la victoria"  de la ultraderechista Marine Le Pen. (Foto: EFE)

François Hollande pidió votar por Emmanuel Macron y alertó de los "riesgos que supondría la victoria" de la ultraderechista Marine Le Pen. (Foto: EFE)

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El socioliberal Emmanuel Macron recabó hoy el respaldo del presidente de Francia, François Hollande, con el objetivo de batir en la segunda vuelta de las presidenciales del 7 mayo a la ultraderechista Marine Le Pen, quien se presentó como la única candidata antisistema.

El socialista Hollande dio una corta declaración solemne en el Palacio del Elíseo para avisar de las consecuencias morales y económicas que tendría una presidencia de ultraderecha en Francia.

“Frente a los riesgos que supondría la victoria de Le Pen no sirve callarse o refugiarse en la indiferencia. Hay que movilizarse. Votaré por Emmanuel Macron“, aseguró Hollande.

No obstante, está por ver si el impacto de este apoyo será positivo o negativo, debido al alto nivel de impopularidad del mandatario socialista.

Para sus críticos hoy quedó en evidencia que Emmanuel Macron, exministro de Economía (2014-2016) de Hollande, será un “heredero” del presidente saliente.

El candidato de “En Marcha” agradeció el apoyo del jefe de Estado en un escueto mensaje en Twitter, donde añadió que “el 7 de mayo hay que mantenerse fiel a los valores de Francia”.


El europeísta Emmanuel Macron, que se clasificó anoche a la segunda vuelta en primer lugar con el 23,86 % de los sufragios (8,5 millones de votos), y la eurófoba y proteccionista Marine Le Pen, que pasó segunda con el 21,43 % (7,6 millones), empezaron hoy con la tarea de seducir al resto de votantes.

Sobre todo, los que se repartieron entre los dos principales candidatos derrotados, el conservador François Fillon (19,94 %, 7,1 millones) y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon (19,62 %, 7 millones).

Como sucedió en 2002, cuando el padre de Marine Le Pen, Jean-Marie, pasó a la segunda vuelta, Macron buscará movilizar estas dos semanas a electores de izquierda y de derecha para poder derrotar ampliamente a la ultraderecha como lo hizo Jacques Chirac en aquellos comicios, con un 82 % de los votos.

De momento, presume de haber atraído tanto al Partido Socialista (PS) – su candidato derrotado con estrépito Benoît Hamon oficializó su apoyo -, como a Los Republicanos (LR, centroderecha), la otra formación tradicional que se ha alternado en el poder en Francia en las últimas décadas.

Desde el dimisionario Fillon – representante del ala más a la derecha del partido -, hasta el moderado Alain Juppé, alcalde de Burdeos, se han unido en favor del exbanquero de 39 años para frenar a la ultraderechista Le Pen.

La animadversión hacia la candidata ha creado además extrañas parejas: han coincidido en solicitar el voto por Emmanuel Macron tanto la patronal como el primer sindicato del país, la Confederación Francesa de Trabajadores (CFDT).

Un apoyo este último que supuestamente motivó un ataque a su sede parisina por unos desconocidos, que rompieron cristales y pintaron en la fachada el mensaje “muerte a los colaboracionistas”, términos que remiten a quienes ayudaron a los ocupantes nazis en Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

En nombre del “dique” frente a la ultraderecha, asociaciones proinmigrantes y contra el racismo y la xenofobia han convocando una concentración el próximo domingo 30 de abril en la plaza de La República de París.

En suspenso se encuentra la posición de Mélenchon, quien evitó anoche pronunciarse por un candidato y postergó la decisión a una consulta con las bases del movimiento que lidera, “La Francia Insumisa”.

Sin apoyos oficiales de peso, Marine Le Pen denunció que hay un “viejo frente republicano podrido, que ya nadie quiere” y cuya meta es aliarse con Emmanuel Macron.

Le Pen, quien logró con sus 7,6 millones de sufragios el mejor resultado de la ultraderecha en la historia de Francia, intentará jugar cartas parecidas a las del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las pasadas elecciones y a las de la campaña en favor de la salida del Reino Unido de la UE, también en 2016.

Se presenta como la candidata contra “la globalización salvaje” y la protectora de las clases trabajadoras del país, a las que pretende beneficiar blindando las fronteras para frenar la inmigración, promoviendo el proteccionismo y abandonando el euro.

Su discurso ha calado en el noreste y en el sureste de Francia, especialmente en zonas rurales muy azotadas por el desempleo y la desindustrialización.

La ultraderechista no ha ganado en ninguna de las principales urbes francesas, con la capital París a la cabeza, que votó ampliamente por Macron.

Sin embargo, su meta es cortejar a parte del electorado de Fillon, el más preocupado con la inmigración y con la seguridad, y e¡al de Mélenchon, el más disgustado por los efectos de la globalización.

(Fuente: EFE)