Imagen referencial. (Foto: EFE)

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El Ejército turco y el grupo yihadista Estado Islámico (EI) libraron este jueves el primer enfrentamiento directo con un tiroteo de un lado a otro de la frontera entre Turquía y Siria en el que se produjeron al menos dos muertos, uno por cada bando.

El enfrentamiento llega tres días después del atentado suicida perpetrado por un presunto yihadista suicida turco en la ciudad turca de Suruç, en el que murieron 32 personas, y al día siguiente de que grupos de la guerrilla kurda reivindicasen el asesinato de dos policías turcos y un simpatizante del Estado Islámico .

El combate comenzó sobre las 10.30 GMT, cuando una camioneta del Estado Islámico pasó cerca de un puesto fronterizo militar turco en la provincia de Kilis y sus ocupantes ametrallaron a los soldados de guardia, matando a uno e hiriendo a otros dos.

Los tanques estacionados en el lugar devolvieron el fuego y mataron a un militante del Estado Islamico y destruyeron tres vehículos.

Poco después, el Ejército turco también bombardeó con morteros posiciones del Estado Islámico cerca de la ciudad siria de Azaz, al tiempo que numerosos cazas F-16 despegaron de la base aérea de Diyarbakir para patrullar la zona.

Pese a que Turquía incluyó hace ya dos años al Estado Islámico en la lista de organizaciones terroristas, no se habían registrado hasta ahora roces entre yihadistas y patrullas fronterizas turcas.

Esta calma reforzaba la sensación en la izquierda turca y kurda de que Ankara veía con buenos ojos el dominio de los yihadistas en el norte de Siria o incluso lo fomentaba como baluarte contra las aspiraciones kurdas de establecer una administración autónoma en esta franja.

Numerosos políticos kurdos del partido HDP han reiterado esta acusación en últimos días, achacando al Ejecutivo parte de la responsabilidad del atentado de Suruç, cometido aparentemente por un joven turco formado en las filas del Estado Islámico en Siria.

Aseguran que la policía no ha hecho lo suficiente para desmantelar las redes yihadistas, y recuerdan que el autor del atentado contra el mitin electoral del HDP, el 5 de junio pasado, también vinculado al Estado Islámico, incluso había sido interrogado por la policía días antes de cometer el crimen.

El mismo día de la masacre de Suruç, un tiroteo entre fuerzas del orden y miembros del Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) en la provincia de Adiyaman acabó con la vida de un gendarme, en uno de los pocos incidentes con víctimas mortales desde que la guerrilla kurda proclamara un alto el fuego hace dos años.

La tensión se disparó ayer, cuando un escueto comunicado del centro de prensa del PKK reivindicaba la autoría del asesinato de dos policías, cometido mientras dormían en su apartamento de la ciudad de Ceylanpinar, fronteriza con Siria.

El anuncio justificaba la acción al señalar que los agentes “colaboraban con el Estado Islámico”, pero sorprendió porque el modo de actuar no es habitual en el PKK ni las autoridades habían descartado aún que se tratase de un delito común.

El mismo día, el ala juvenil y urbana del PKK, conocida por las siglas YDG-H, reivindicó el asesinato de un islamista en Estambul y prometió “ejecutar” a más personajes claves de la red yihadista en Turquía, como “respuesta” por la masacre de Suruç.

Aun no se ha establecido quién mató ayer a otro islamista en Adana, en el sur del país, y dejó hoy a otro gravemente herido, ni quién está detrás del tiroteo que dejó a un policía de tráfico muerto y otro herido en Diyarbakir, la “capital” de las regiones kurdas.

Pero esta serie de asesinatos parecía corresponder a un patrón de venganza por las víctimas de Suruç, dirigido contra lo que la izquierda kurda percibe como amalgama de gobierno y yihadistas. A esto se añade un tiroteo contra policías de tráfico en Diyarbakir, en el que murió un agente y otro resultó herido, sin que se conozcan aún los culpables.

La serie de asesinatos parecía corresponder a un patrón de venganza por las víctimas de Suruç, dirigido contra lo que la izquierda kurda percibe como amalgama de gobierno y yihadistas.

Pese a las llamadas a la calma del copresidente del HDP, Selahattin Demirtas, y su proclama de que “la sangre no se puede lavar con sangre”, una ruptura total del alto el fuego y un nuevo estallido de guerra entre PKK y Ejército parecía acercarse a pasos agigantados.

Por eso ha causado cierta sorpresa que el combate de hoy enfrentase a los militares con el EI, archienemigo de la guerrilla kurda.

(Fuente: EFE)