Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos. (Foto: EFE)

Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos. (Foto: EFE)

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Donald Trump , que el viernes jurará su cargo como presidente de Estados Unidos , puede ser un hombre clave para el conflicto palestino-israelí, pero está por ver si, como sus predecesores, tratará de solucionarlo acercando a las partes o si, por el contrario, lo complicará con controvertidas decisiones.

El sector más nacionalista de Israel se frota las manos con su elección porque la ven como una luz verde a sus aspiraciones más políticamente incorrectas que habían sido censuradas, o incluso vetadas, por el presidente saliente estadounidense, Barack Obama .

“Estamos abriendo una nueva página en nuestras relaciones con los estadounidenses”, manifiesta en ese sentido Beny Kashriel, alcalde del asentamiento de Maalé Adumim, uno los cuatro dirigentes colonos que han sido invitados a la investidura.

La derecha israelí cree que con Donald Trump será mucho más sencillo construir en los territorios palestinos ocupados (en contra de resoluciones de la ONU como la 2334, aprobada en diciembre), promover su anexión y hasta lograr uno de los grandes sueños israelíes: el traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, el primer país que lo haría desde 2006.

En la que podría ser una primera prueba sobre su presunta afinidad con el bloque nacionalista israelí, dos diputados llevarán al Gobierno el domingo próximo la propuesta de anexión de la colonia de Maalé Adumim.

Sin embargo, se trata de una afinidad en la que no todos los analistas están de acuerdo.

“Pareciera que Trump tiene una actitud fuertemente proisraelí, pero todos sabemos que es muy impredecible”, advierte a Efe Efraim Inbar, especialista en las relaciones entre su país y EE.UU.

Para este exdirector del “think tank” BESA, el conflicto entre israelíes y palestinos “no puede ser resuelto”, y duda que Estados Unidos “sea lo suficientemente fuerte” para conducir a una solución.

“¿Qué pasa con el movimiento islamista Hamás, con la cada vez más islamizada sociedad palestina, con el cada vez más débil Abu Mazen (el presidente palestino Mahmud Abás)… Trump no puede cambiar todo eso”, sentencia al pedir “paciencia”.

Dan Feferman, analista en asuntos militares y políticos, considera que Donald Trump podría impulsar las conversaciones por su condición de “abiertamente proisraelí” y, precisamente, con gestos tan controvertidos como el traslado de la embajada a Jerusalén.

“El paradigma de la comunidad internacional a la hora de lidiar con el conflicto ha sido siempre poner la presión sobre Israel”, puntualiza.

Y aventura: “Si por primera vez un presidente abiertamente proisraelí pusiera presión sobre los palestinos, estos comprobarían que no pueden eludir las negociaciones directas y quizá se vieran obligados a hacer concesiones que hasta ahora rechazan. Quizá sea un efecto que pueda traer la paz”.

Sin embargo, el carácter imprevisible del republicano es el abono perfecto para todo tipo de especulaciones que inquietan a los palestinos, la parte menos entusiasta con el cambio de Gobierno en Washington.

Prefiere, por ello, mostrar cautela y esperar a que sean los actos, y no sus actitudes, las que hablen por el próximo mandatario.

Elías Zananiri, periodista y asesor político palestino, define a Trump como una “figura interesante”, pero no se aventura en el tipo de relaciones que tendrá con los actores del conflicto o sobre si podría alejar aún más la solución de los dos Estados, con la que la comunidad internacional se comprometió de nuevo este mes en la conferencia de París.

“No sé lo que hará, si ayudará o torpedeará, es imposible decirlo porque sospecho que ni él lo sabe”, declara a Efe, pero advierte de que, “si traslada la embajada, destruirá cualquier oportunidad de lograr un acuerdo” de paz.

Por su parte, el analista Basem Eid evoca el comentario que hizo el propio Trump sobre su capacidad para poner fin al conflicto “no como político, sino como hombre de negocios”, y subraya que, en definitiva, la llave de la paz siempre la tendrán solo palestinos e israelíes.

Menos optimista, el director de la Fundación social y cultural Yaser Arafat, Ahmed Soboh, ve a Trump como “un desafío no sólo para nosotros, sino para todo el mundo: la UE, la OTAN, la cristiandad… No es que sea antipalestino, es antisistema”.

Por el momento y según una fuente anónima citada por el diario “Haaretz”, la entrada del controvertido político en la Casa Blanca ha impulsado un acercamiento entre las facciones palestinas para formar un Gobierno de reconciliación tras diez años de división política porque, en la incertidumbre, “la unidad es un asunto de importancia estratégica”.

(Fuente: EFE)