El 3 de marzo se celebró el Día Mundial de la Fauna Silvestre centrado en la vida submarina | Foto: Oceana / Carlos Minguell

El 3 de marzo se celebró el Día Mundial de la Fauna Silvestre centrado en la vida submarina | Foto: Oceana / Carlos Minguell

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Por Alicia Kuroiwa
Dirección Científica de Oceana Perú

Los usos que se les da a las especies de flora y fauna silvestre son interminables. Pensemos en las maderas para hacer muebles, como la caoba o el cedro; los pescados y mariscos que comemos; las frutas que consumimos (el aguaje) o vegetales (el palmito); las artesanías hechas con semillas o partes de animales: como pelo de elefante, las escamas de los paiches, plumas de loros y guacamayos, las cuerdas de los violines, la lana de vicuña; o las especies que se venden como mascotas (muchas de ellas ilegalmente) como las taricayas, los monos, loros y periquitos, además de los usos medicinales (comprobados o no) que terminan por extinguir a algunas especies.

Estas especies, en su mayoría, se encuentran en diferentes listas de especies amenazadas, pero ¿para qué sirven realmente, además de ser un listado de especies y su estado de conservación? En realidad, es una herramienta que nos permite planificar y velar por el aprovechamiento sostenible de las especies que el ser humano utiliza. La mayoría de especies (sino todas) incluidas en estas listas, se encuentran amenazadas como resultado del uso que hacemos de ellas, o por la pérdida de su hábitat que es también resultado de actividades humanas.

Por eso, la creación y mantenimiento de estas listas deberían ser prioritarias para los Estados, pues de estas especies dependen los miles de personas que las aprovechan, ya sea para el comercio o para el autoconsumo. Y, para las poblaciones rurales, la dependencia en las especies silvestres es mayor, sobre todo en lo referente a alimentación, construcción y medicinas, pensemos en las comunidades nativas amazónicas, donde su mayor fuente de proteína viene de los peces y la carne de monte, así como todas las medicinas tradicionales que provienen de las plantas y animales de la selva.

Las listas de especies amenazadas son extensas e incluyen especies acuáticas, marinas y de agua dulce, pues son parte de la flora y fauna silvestre. Sin embargo, en el Perú no se reconocen como tal, sino como “recursos hidrobiológicos” y su manejo recae sobre el Ministerio de la Producción (PRODUCE), mientras que el resto de la “fauna” es competencia del Servicio Nacional de Flora y Fauna Silvestre (SERFOR). Esto no sería un problema si PRODUCE manejara las especies acuáticas con los mismos criterios que la “fauna y flora silvestre”. Actualmente no existe un reconocimiento del estado de la conservación y amenaza de las especies acuáticas, porque para PRODUCE, ni siquiera existe la categoría sobreexplotado en el Reglamento de Ley General de Pesca.

Aunque se podría decir que el artículo 9 de este reglamento trata sobre los recursos declarados en recuperación; el contenido de este artículo elimina toda esperanza: “En el caso de que un recurso se encuentre afectado por el impacto de condiciones biológicas y oceanográficas adversas a su ecosistema, que pudieran poner en riesgo su sostenibilidad, el Ministerio de Pesquería, previo informe del IMARPE, podrá declararlo en recuperación y establecer regímenes provisionales de extracción de dicho recurso”.

(La ‘Estrategia nacional para reducir el tráfico ilegal de fauna silvestre en el Perú’, incluye algunas especies acuáticas | Foto: Oceana / Carlos Suárez)

Esto indica entonces que el PRODUCE no reconoce que la sobreexplotación de los “recursos hidrobiológicos” lleva a una reducción de las poblaciones de especies, poniendo en peligro su existencia; sin embargo, el sentido común y casos de otras especies nos dice lo contrario. Las especies se pueden agotar por sobreexplotación (como la sardina), los pescados ahora son más pequeños y más caros que hace 20 años, y algunas especies ya no las encontramos en los mercados ni en las playas que solíamos visitar. Más aún, existen cientos de investigaciones publicadas en el mundo, muchas de ellas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde se reconoce a las especies acuáticas como sobreexplotadas y agotadas.

Este 3 de marzo se celebró el Día Mundial de la Fauna Silvestre por las Naciones Unidas, el cual se central en la vida marina por primera vez en la historia, con el lema “Vida submarina: para la gente y el planeta”. En nuestro país, no hay mucho que celebrar, como lo dice la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en la evaluación ambiental realizada a Perú.

“La protección de las especies acuáticas marinas y continentales es claramente deficitaria: faltan listas de especies amenazadas, planes de conservación, medidas específicas para minimizar la pesca ilegal intencionada y la pesca incidental” y recomienda (recomendación 60): “Establecer listados de especies amenazadas y vulnerables” entre otras cosas.

Esperemos que esta fecha sea una oportunidad para que nuestras autoridades vean que la conservación y aprovechamiento sostenible de las especies acuáticas, marinas y de agua dulce, empieza por reconocer que estas especies también pueden estar amenazadas y son parte indivisible de la vida silvestre.

Sobre la autora

Bióloga con especialización en estudios de fauna, diseño y uso de herramientas en gestión de Áreas Naturales Protegidas. Ha liderado el Programa de Gestión para la Conservación en la Wildlife Conservation Society (WCS). Fue investigadora asociada del Centro para la Sostenibilidad Ambiental de la (UPCH).