Imagen referencial de habitantes de Cuba. (Foto: EFE)

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Contra todos los vaticinios, la realidad en la isla demuestra que “la Revolución más genuina e independiente del mundo” no acaba de encontrar las vías para una verdadera independencia y tranquilidad económica.

“A los cubanos, en la isla o en el exilio, la economía castrista nos parece cada vez más un idioma de otra galaxia, algo lógico porque vivimos en una economía militarizada de Estado centrada en la supervivencia de su proyecto ideológico y no en el bienestar de los cubanos”, asegura a DW el líder opositor Guillermo Fariñas, Premio Sajarov del Parlamento Europeo 2010.

Opositores de la isla, como el líder de la Unión Patriótica de Cuba José Daniel Ferrer o Dagoberto Valdés, director de la revista opositora Convivencia; intelectuales de la talla de Leonardo Padura, Rafael Alcides o Rafael Vilches, y cubanos entrevistados por televisoras extranjeras desde que Raúl Castro anunció la llegada de “tiempos difíciles”, coinciden en que las propuestas de “actualización del modelo económico y social cubano”, aprobadas por el VI y VII congresos del Partido, siguen sin materializarse en la realidad cotidiana del pueblo.

“¿Cómo es posible hablar de crisis en el mayor momento de apertura económica y posibilidades de colaboración e inserción de Cuba en el comercio internacional?”, dice a DW el laureado escritor Ángel Santiesteban. En su opinión, “el gobierno habla de ingresos del turismo que superan las expectativas; se jacta de crecientes convenios comerciales con Europa que dejan atrás el bloqueo comercial europeo; les han perdonado o renegociado las deudas internacionales; cada día varias empresas extranjeras anuncian inversiones acá; en 2014 sólo en remesas se ingresó más de 3 billones de dólares y se sabe que las medidas financieras de Obama duplicaron esas remesas y la liquidez monetaria. Y aún así crecimos apenas un 1 por ciento. ¿Crisis sólo porque Venezuela enviará menos de las 50 mil toneladas diarias que envía? ¿Sólo porque bajaron los precios de productos que exportamos en cifras realmente ridículas? ¿Sólo porque Estados Unidos no levanta un embargo que, en verdad, afecta pocas zonas de la economía y las finanzas? Eso no lo entiende nadie”.

Dos economistas cubanos, Raúl Pazos, desde La Habana y Roberto Álvarez Quiñónez, desde Estados Unidos, destacan la ineficiencia económica y financiera del castrismo como origen de la crisis. La gestión ha sido tan catastrófica que la economía cubana, desde 1959, ha dependido totalmente del subsidio de potencias amigas: Rusia y los países socialistas del Consejo de Ayuda Mutua Económica en sus inicios; Venezuela hoy, “sin contar las importantes contribuciones de China, Vietnam, la Libia de Ghadaffi, el Iraq de Sadam Husein”, asegura Pazos.

La crisis conveniente

Varios factores hacen pensar a los analistas cubanos del exilio que esta crisis resulta muy conveniente para Raúl Castro. En primer lugar, durante las crisis los acreedores internacionales deben ser, por ley y por humanismo, menos insistentes, y ya Raúl, en su discurso ante el Parlamento cubano el día 8 de julio agradeció que fueran comprensivos y pacientes. En segundo lugar, las expectativas de mejoría económica que despertó en la población la política aperturista y conciliatoria de Obama se aplastan de golpe con la jugada propagandística que el propio Raúl inició en su discurso: culpar de la crisis, por un lado, a la guerra imperialista económica que supuestamente encabeza Estados Unidos contra el proyecto bolivariano en Venezuela y, por otro lado, a la lentitud de la administración norteamericana en la aplicación de mecanismos financieros que permitirán a Cuba, entre otras facilidades, utilizar el dólar en sus transacciones internacionales. En tercer lugar, como ha apuntado el cerebro de la “actualización económica cubana”, Marino Murillo, y repite la prensa oficial, es momento de apelar a la colaboración acelerada de inversores, empresas y países europeos, asiáticos y latinoamericanos interesados en invertir en Cuba, haciéndoles saber que a nadie conviene que el país se hunda en otra profunda crisis similar a la de inicios de la década del 90.

Sectores radicales del exilio cubano consideran que esta crisis, que según el gobierno cubano es provocada por los enemigos históricos de los nuevos proyectos sociales en América Latina, justificará una mayor represión contra la oposición y, nuevamente, hará que los cubanos se vean obligados a pensar más en la supervivencia que en cuestionar la gestión del Partido Comunista.

Los verdaderos cambios

Un amplio sector de la política norteamericana ha notado ya que las aperturas económicas de Obama no han dado los frutos esperados, que se ha consolidado el poder del régimen castrista, así que la Cámara de Representantes acaba de aprobar nuevas cláusulas que fortalecen las sanciones a La Habana en el proyecto de ley del presupuesto de servicios financieros y gastos generales del Gobierno para el 2017.

La Unión Europea y los organismos internacionales, sin embargo, apartan la vista ante las escandalosas represiones contra el cada vez mayor movimiento opositor; ante el atrincheramiento ideológico del régimen; o ante el evidente paso de poder generacional del castrismo a una élite neocastrista militar que, visiblemente, pretende dar continuidad al modelo castrista.

“Es una señal de que se radicalizan”, dijo en Miami el escritor, periodista y analista político cubano Armando de Armas. “Lo hacen siempre que se les afloja la mano, como ha sucedido tras el restablecimiento de relaciones Cuba-EE.UU… Eso es lo que ha funcionado para mantener el poder y sería ingenuo pensar que el régimen no aplique siempre la fórmula que no le falla”.

(Fuente: Deutsche Welle )

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