Ciudadanos caminan frente a una valla de publicidad electoral. Las elecciones han dado una rara oportunidad al presidente Vizcarra. (Foto: EFE/ Christian Ugarte)

Ciudadanos caminan frente a una valla de publicidad electoral. Las elecciones han dado una rara oportunidad al presidente Vizcarra. (Foto: EFE/ Christian Ugarte)

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Por: EFE/Álvaro Mellizo
Lima | A falta aún de contabilizar al detalle el reparto de los escaños del nuevo Congreso de Perú, la certeza de que esta será una cámara muy atomizada, sin partidos hegemónicos, con extremos muy reducidos y una preponderancia de posiciones moderadas permite alumbrar una rara estabilidad política para el país.

Que al menos diez partidos distintos tengan cabida en el Parlamento, por paradójico que parezca, dejará al Ejecutivo del presidente Martín Vizcarra gobernar con mayor soltura, e incluso, pese a no contar formalmente con una bancada oficialista, llegar con pocos baches al final de su mandato en julio de 2021.

Más aún, los partidos que se perfilan como mayoritarios como Acción Popular, el Frepap, Alianza para el Progreso, Partido Morado y Podemos Perú, que no van a poder hacer nada sin pactar antes entre ellos, cuentan con propuestas adaptables en algunos aspectos claves de la política de Vizcarr, como por ejemplo la lucha contra la corrupción.

Visto desde otra perspectiva, lo difuso del resultado prácticamente garantiza que no habrá mayorías parlamentarias ni para censurar ministros, ni forzar mociones de confianza, ni mucho menos provocar una destitución presidencial, pasos todos para los que se requieren mayorías calificadas prácticamente imposibles de lograr.

GANA LA MODERACIÓN

La obligación evidente que van a tener estos partidos de pactar para avanzar también se verá reforzada por el claro mensaje que los peruanos han enviado en esta elección contra los extremos y, sobre todo, contra aquellos que utilizaron el Parlamento para boicotear y obstruir la acción del Gobierno.

En ese sentido, el desastroso resultado que habrían obtenido el partido fujimorista Fuerza Popular y el Partido Aprista del expresidente Alan García reivindican en cierto modo a Vizcarra y su decisión de disolver el Congreso elegido en 2016 y la realización de esta nueva votación.

Fuerza Popular habría pasado de 73 diputados a unos 8 y los apristas quedarían fuera del Parlamento junto con la extrema derecha de Solidaridad Nacional, partido que recogió a las más beligerantes enemigas de Vizcarra en el anterior Congreso, como Rosa Bartra, y que no habría sumado más del 1,4 % de los votos.

Como cereza de la torta, Vizcarra puede estar satisfecho al ver que Contigo, el partido “oficialista” en tiempos de Pedro Pablo Kuczynski que se convirtió en azote de su Gobierno, no llegó ni al 1 % de los votos.

Esos tres grupos son los que calificaban de “golpe de Estado” la disolución del Congreso y al presidente de “dictador” y ahora han sido volatilizados, salvo el reducto fujimorista, de la vida política del país.

También eran los partidos más vinculados a los escándalos de corrupción que han asolado el país en los últimos años.

Dicho de otro modo, Vizcarra no tienen grandes enemigos en este Parlamento.

PUENTES Y REFORMAS

Esta lectura de castigo a la obstrucción y a la corrupción ha sido inmediatamente asumida por los partidos que liderarán el nuevo Congreso, cuyos portavoces salieron inmediatamente, apenas se difundieron las primeras encuestas, a señalar que “tenderán puentes” o ejercerán de “oposición constructiva”, tanto entre ellos como entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo.

Esa actitud fue la que faltó anteriormente y es lo que al parecer han demandado los peruanos, y sí parece que, al menos en algunos temas claves, será posible que haya algún tipo de pacto.

Sí parece seguro entonces que se podrán abordar algunas de las reformas impulsadas por el Ejecutivo, como la de la inmunidad parlamentaria.

No está tan claro, dado también el escaso margen de tiempo del que dispondrá esta cámara para operar antes de las elecciones generales del año 2021, que, por ejemplo, se puedan tomar decisiones como la renovación de los jueces del Tribunal Constitucional.

Este tema, que fue clave del fin del anterior Congreso, ahora se verá complicado por la difícil aritmética necesaria para la aprobación de los candidatos y las arduas negociaciones que se requerirán para llevarla acabo.

Otros asuntos de menor calado requerirán también negociaciones, aunque con la ventaja de que se pueden encontrar aliados hacia todos los lugares del arco parlamentario, desde los evangélicos ecologistas del Frente Popular Agrícola del Peru (Frepap), la segunda fuerza política del Parlamento, a la izquierda de Juntos por el Perú.

Fuente: EFE