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Tras seis días, la capital de Bélgica, Bruselas, rebajó la alerta máxima por amenaza de atentados terroristas del Estado Islámico.

El primer ministro belga, Charles Michel, confirmó que se pasó de novel 4 al 3, luego de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, en función de la información recibida de las fuerzas del orden “que no pueden ser reveladas por motivos de seguridad”.

El centro de Bruselas permanece hoy (lunes 23) semivacío, en el tercer día del nivel 4 de alerta por amenaza terrorista, con la ciudad todavía sacudida por los 26 registros llevados a cabo en la región bruselense y otros puntos del país en las últimas 24 horas y que se saldaron con 21 detenidos.

“Este fin de semana las ventas me han bajado un 80 %”, se lamentó en declaraciones a Efe el propietario de una tienda de comestibles de Saint-Géry, céntrica zona de terrazas y copas hoy convertida en un área fantasma.

“Donde normalmente podía haber mil euros en la caja al final del día, ahora hay 200”, se quejó a Efe el encargado de un puesto de kebab en la misma zona.

Ambos abrieron sus negocios el fin de semana pese a las recomendaciones de la Policía de cerrar, pero el balance ha sido negativo para ellos.

“Es una catástrofe”, indicó a Efe el responsable de un puesto de gofres en el Mont des Arts, ante el que, habitualmente, los turistas suelen hacer fila, y donde hoy no esperaba apenas nadie.

Uno de los escenarios de las redadas de anoche, que mantuvieron pegadas a las redes sociales y a los medios de comunicación a los bruselenses, tuvo lugar en el cruce de la calle Midi y de Lombard, a apenas unos pasos de la Grande Place.

Un vecino que asistió al despliegue narró a Efe: “Hubo un lío tremendo, aunque no pudimos comprender qué sucedía”, a lo que añadió: “Nos pilló completamente por sorpresa, porque esta es una zona muy tranquila”.

Aunque la afluencia turística ha disminuido considerablemente estos días, y en los bares y restaurantes abundan las mesas vacías, ya el sábado por la tarde algunos curiosos se acercaron a la Grande Place, donde se terminaba de instalar el árbol de navidad.

Hoy, grupos dispersos recorrían el centro y se hacían fotos junto a los vehículos militares diseminados por la zona, o se dejaban entrevistar por los numerosos medios de comunicación que ha congregado la extraordinaria situación que vive Bruselas. La presencia militar sigue siendo fuerte.

“Hemos estado siguiendo todo lo que pasaba por las redes sociales, y sabemos que hay peligro, pero al salir a la calle hemos visto mucha Policía y eso nos ha hecho sentir seguras”, relató a Efe una turista norteamericana.

“Además, sólo tenemos tres días para ver la ciudad, así que hay que aprovechar”, añadió.

Nadie se atreve a decir hasta cuándo se prolongará la situación de alerta, tan dañina para los comerciantes de la zona, dependientes del turismo, según ellos mismos comentaron.

“Quién sabe, una semana tal vez, y mientras tanto no habrá clientes”, aventura un vendedor de frites (patatas fritas) en la muy turística calle de la Madeleine.

“Esperemos que (dure) poco”, señaló por su parte un librero de la céntrica calle Midi.

“Esto no se acabará mientras no cojan a Shala, que está por ahí escondido”, afirmó el propietario del puesto de comestibles de Saint-Géry, en referencia a Salah Abdeslam, el principal sospechoso fugado de los atentados de París y que todavía no ha sido localizado por la Policía.

El teléfono 1771 habilitado el sábado para responder a las consultas ciudadanas sobre la amenaza terrorista ha recibido más de 17.000 llamadas.

El nivel de alerta 4, el máximo posible en Bélgica, ha obligado hoy no sólo a mantener suspendidas las líneas de metro por tercer día consecutivo, sino a cerrar colegios, universidades, comercios, bancos y mercados, y ha provocado que numerosos padres y empleados tengan que trabajar desde casa.

En total se han suspendido además 13 líneas de autobús y algunos conductores no han acudido al puesto de trabajo por miedo o porque tenían que permanecer con sus hijos en casa.

La OTAN, cuya sede está en Bruselas, permanece abierta, pero parte del personal trabaja desde sus hogares, y se han cancelado las visitas externas.

También las instituciones de la Unión Europea han reforzado sus medidas de seguridad, aunque no han anulado reuniones ministeriales como el Eurogrupo o el consejo de ministros de Educación.

EFE

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