"Humala y Villarán sí pueden es ser impopulares simultáneamente", añadió Vergara. (Foto: Laprensa.pe)

"Humala y Villarán sí pueden es ser impopulares simultáneamente", añadió Vergara. (Foto: Laprensa.pe)

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Por José Miguel Silva / @jomisilvamerino

Acostumbrado a causar polémica con sus ensayos y artículos de opinión, Alberto Vergara se dio un tiempo para conversar con LaPrensa.pe sobre Ciudadanos sin República, su último libro. En esta charla, el autor comenta las posiciones de analistas de la talla de Carlos Meléndez y de Sinesio López.

Por otro lado, Vergara considera que Alejandro Toledo debe cumplir su promesa e irse de la política. También le dedica unas palabras al Frente Amplio de Izquierda y a la izquierda civilizada, que en su opinión nunca pudo ser realidad en la gestión de Susana Villarán.

Cuando uno lee el prólogo de tu libro puede realmente entender qué quiere decir Carmen Mc Evoy con la idea de república que expone en su libro En pos de la República. Tanto su publicación como la tuya son muy valiosas, y lo son más aún en un país en el cual una gran mayoría desconoce qué es una república. En términos simples: ¿Qué es una república?
Muchas gracias por lo que dices. Una república es una forma de organizar el poder donde se prioriza el autogobierno por parte de los ciudadanos. El autogobierno en el mundo contemporáneo se asegura por la existencia de unas instituciones representativas legítimas que median entre Estado y sociedad y que intentan asegurar que el poder resida siempre en última instancia en los ciudadanos. Es una doctrina esencialmente contraria a la delegación del poder hacia otras fuentes de poder que no sean los ciudadanos.

Carlos Meléndez cuestiona que no se han estudiado lo suficiente los modales políticos de los informales. Parece que en su visión es poco probable un republicanismo “cholo” dentro de una sociedad que se acerca a la política solo para votar cada cinco años y que más bien busca satisfacer otro tipo de necesidades. ¿Te reafirmas en que existe un cuarto del electorado peruano ávido de republicanismo?
Me ha gustado el artículo de Carlos, creo que introduce una dimensión muy importante que es la de la informalidad, un tema que tiene un viejo abolengo en la sociología peruana. A ver, yo distinguiría dos cosas. Una es la existencia de ciudadanos, muchos de los cuales son informales. Pero aun siendo informales hoy son mucho más ciudadanos de lo que eran hace tres o cuatro décadas. Y mi punto no es ver la foto de hoy, sino el proceso de los últimos años. La segunda cuestión, y que creo es bien importante, es que, efectivamente, la informalidad debilita la posibilidad de acción colectiva, la posibilidad de crear sindicatos, partidos. Yo no he estudiado esta problemática, pero me parece muy relevante. Pero la ausencia de esas instituciones me parece justamente parte de lo que describo como fracaso republicano al cual alude el título del libro.

Sinesio López ha escrito la semana pasada que el éxito peruano no se debe ni al modelo neoliberal ni a los tecnócratas del MEF, sino a los precios internacionales de las materias primas. Para él cualquier modelo económico o cualquier ministro de Economía habrían sido exitosos con los precios de los últimos años. Me parece que esto va contra varios de tus argumentos, ¿cierto?
O sea, ¿ponías de ministro a Sinesio López o cualquiera de sus amigos y el Perú crecía al mismo ritmo de la última década? No pues, no se puede tapar el sol con un dedo. En las últimas dos décadas ha habido una transformación tecnocrática al interior del Estado peruano, ha habido decisiones y políticas que permiten aprovechar la buena coyuntura internacional y que han redundado en el crecimiento económico y la disminución de la pobreza. Si quieres, después discutimos si esos resultados te gustan o no, si son suficientes o no, pero atribuirlo únicamente a los precios internacionales me parece un error. Los precios internacionales son comunes a todos los países en Sudamérica y no todos han crecido a los ritmos peruanos.

En tu conversación con Julio Cotler en el último número de la revista Poder coinciden en que sí hay avances en la institucionalidad. Además, en tu libro indicas que, por ejemplo, en la nacionalización de las poblaciones indígenas el Estado tuvo éxito. Son dos hechos que para nada podrían llamarse poca cosa. ¿Son estos los dos logros más importantes en la historia del país?, ¿por qué?
Los procesos de democratización son una suma de eventos en el tiempo, muchas veces inconexos, con avances y retrocesos y entenderlos implica tomar una distancia. Hemos conseguido estabilizar muchas instituciones muy positivas. Hace tres décadas que no dejamos de votar, las elecciones municipales no se han abortado, el presidente parece estar bastante controlado por parte de otros poderes como el judicial o la Defensoría del Pueblo. Esos son grandes avances que se han conseguido gradualmente. Ahora, también se estabilizan y se anclan instituciones menos positivas, menos democráticas y hay que combatirlas, pero siempre hay que reconocer la mitad llena del vaso y también la vacía.

Pensemos en el hecho de que vivimos en un país en donde la mayoría ve con buenos ojos un Gobierno de mano dura. Hablemos ahora de imagen. Ollanta Humala levantaba la voz en la campaña y fruncía el ceño, pero hoy sale tranquilo y hasta apacible en las conferencias de prensa. Muchos esperaban un Velasco y parece que terminaron encontrándose con un Belaunde. ¿Qué ha pasado?, ¿Cómo ves tú hoy al ciudadano Ollanta Humala?
Me parece que el ciudadano Humala es una buena persona, bienintencionado, genuinamente preocupado por el Perú. Lamentablemente, para gobernar bien no alcanza con eso. Su falta de experiencia política es determinante en este momento. A mí me parece evidente que este gobierno no sabe qué hacer con el poder. Aunque todavía les queda más de la mitad del mandato, uno siente que si pudieran, ya le pasarían el encargo a otro. Y esa es una gran diferencia con Velasco y el primer Belaunde que llegaron al poder para construir un tipo de proyecto. Humala y su gobierno no tienen proyecto.

Hace un tiempo conversábamos sobre la revocatoria y te preguntaba “¿por qué diablos los jóvenes no salen a marchar ante la falsificación de firmas’”. Me respondiste: “No sé qué piensan los limeños hoy”. Ha pasado poco más de un año y tuvimos un Toma la calle contra la repartija en el TC, que hizo retroceder al gobierno y a los partidos. Tampoco es que hayan pasado 40 años, sino 12 meses. ¿Por qué sí se generó una convocatoria para esto y no para el otro tipo de reclamo?
Es una buena pregunta. Tal vez porque protestar contra la repartija era ir contra toda la clase política, sin que hubiese un candidato nacional que pudiese cosechar de esa protesta. En el contexto de la revocatoria, en cambio, se generarían claramente ganadores y perdedores políticos de nivel nacional y, por tanto, sería más difícil involucrar a la gente.

Gustavo Gorriti lamentó la situación en la que se encuentra Alejandro Toledo. La única figura política que se destacaba siempre criticando la corrupción del resto. Hoy todas las luces están en su contra por el caso Ecoteva. ¿Qué simboliza Alejandro Toledo hoy? Un hombre que se hace negar por teléfono y finge ser otra persona cuando lo llaman. ¿En quién se ha convertido?
Toledo representó efímera y lecheramente el ánimo anti-fujimorista en la coyuntura del 2000 y 2001. Creo que lo mejor que podría hacer es declarar que se retira de la política, tal vez así los reflectores de la prensa y el encono de otros políticos amainaría. Ya quedó cuarto en la última elección presidencial, para un expresidente eso es definitivo. Aún sin los escándalos estaba acabado. Es mejor que te recuerden como un buen expresidente a seguir por este camino en el que con cada nueva declaración va destruyendo el recuerdo presidencial y va construyendo el de un pillo. El de un pillo monse.

En 2009 te preguntabas de dónde podríamos sacar una izquierda civilizada. Han pasado cuatro años, ¿ya encontraste la respuesta?
Lo curioso es que el artículo al que aludes apareció antes de que Susana Villarán y Fuerza Social aparecieran en la política nacional, ese ensayo era una crítica a la izquierda humalista y a la dirigida por el padre Arana. Por eso, vi con simpatía la llegada de un movimiento de izquierda que no era liderado por un cura o un militar, que era civil, civilizado. Sin embargo, es una pena que se dilapidara esa oportunidad de construir una izquierda civilizada desde la municipalidad.

El Frente Amplio de Izquierda (que no tiene inscripción ante el JNE) se reunió con el premier Juan Jiménez Mayor. Si descartamos a las figuras de segundo nivel, quedarían Marco Arana y Gregorio Santos. ¿Te parece que con esas dos figuras el Frente Amplio va rumbo al mismo destino que Ciudadanos por el Cambio?
Bueno, no. Ciudadanos por el Cambio nunca ha tenido mayor relevancia. Gregorio Santos, en cambio, ha puesto en jaque al Gobierno, detuvo una inversión millonaria. Independientemente de la valoración que hagas de eso, políticamente es un actor de verdad. Y Arana tiene su inscripción y entiendo que algunas bases. Son mucho más actores que los Ciudadanos por el Cambio. Ahora, honestamente, ese Frente Amplio se ve medio avejentado, ¿no? Yo veo la foto y percibo que ya no queda ahí la energía necesaria para crear algo importante ni nuevo.

Elogiabas a la festiva democracia brasileña en el año 2010. Hace poco nos tocó ver con asombro a millones de brasileños protestando en plena Copa Confederaciones. ¿Qué cambió en estos años?, ¿cómo se explica esta explosión social que parece se repetirá en el mundial?, ¿es solo el desgaste del modelo?
Yo sigo pensando que Brasil dio un gran salto en términos de su régimen democrático. Es un país que derrotó la tentación autoritaria y populista, donde la competencia política se articuló alrededor de algunos partidos relativamente serios. También es una democracia con problemas, desde luego. Pero sus problemas no están en los cimientos de esa democracia, están en otro lado. Las protestas no desafían a la democracia brasilera, reclaman contra la efectividad del gobierno para solucionar ciertos problemas.

Afirmaste que Ollanta Humala y Susana Villarán no pueden ser populares simultáneamente. ¿Sigues pensando eso?
Sí, claro. Lo que sí pueden es ser impopulares simultáneamente.